Nuevos descubrimientos apuntan que el Homo Naledi sea el verdadero “eslabón perdido” de la evolución humana

Los Homo Naledi (de latín “homo” –hombre y el sudafricano sesotho “naledi” –estrella-), carecen aún de una datación exacta, pero sus características físicas adelantaban que pese a su metro cincuenta de estatura y sus 45 quilos de peso, tenía un volumen craneano cercano a los 500 centímetros cúbicos, lo que le aproxima al Homo erectus de manera contundente.

Manejaba herramientas, pero también trepaba a los árboles

Según la publicación especializada “Nature Communications” un trabajo de la técnica Tracy Kivell de la Universidad Canterbury, en Kent (U,K.) muestra que  los huesos de la muñeca y el pulgar presentan características anatómicas compartidas con las de especies mucho más modernas, como los Neandertales. Su diseño apunta que ya era perfectamente capaz de agarrar fuertemente objetos con la mano y utilizar herramientas de piedra. Sin embargo la curvatura excesiva –en comparación con la mano humana- de los dedos, lo aproxima al Australopithecus afarensis, que todavía compartía su hábitat de suelo y de árboles, para defenderse de los predadores.

Otro estudio del doctor William Harcourt-Smith del College CUNY de New York, revela que la variedad ahora descripta de homínidos, tenía similares capacidades para andar por los árboles como para caminar erguido en el suelo, lo que permite consignarlo como en una transición definitiva del mundo arbóreo al terrestre. No obstante, el tronco y el extremo proximal del fémur exhiben características que lo acercan más a los australopitecos.

Mientras tanto las características del sitio donde se descubrieron los huesos, en una cámara preparada al final de una cueva accesible solamente por otros individuos capaces de reconocer el lugar, admiten el primer reconocimiento de enterramiento ritual de los fallecidos, que haya tenido lugar en la escala humana.