MUERTE DIGNA

California se convierte en el quinto Estado que autoriza a los médicos a recetar eutanásicos

California se sumó a Washington, Oregón, Montana y Vermont, para contar con una legislación que autorice la “muerte digna”, una forma de nombrar a la eutanasia, que ahora los médicos podrán inducir con medicamentos, para el caso de los enfermos terminales que lo pidan cuando estén aún en pleno uso de sus facultades mentales.

 El meollo del asunto es si el estado de California debe seguir criminalizando el que una persona que se está muriendo acabe con su vida, da igual lo grande que sea su dolor o sufrimiento”. Foto: Pixabay.
El meollo del asunto es si el estado de California debe seguir criminalizando el que una persona que se está muriendo acabe con su vida, da igual lo grande que sea su dolor o sufrimiento. Foto: Pixabay.

Después que el Poder Legislativo de California aprobara la norma, todo quedaba en las manos del gobernador Jerry Brown, que se debatía entre la opinión de los dos bandos a favor y en contra, que cruzaban todo tipo de argumentos y acusaciones; nadie se atrevía hasta ayer a apostar qué haría el representante del Ejecutivo, cuya firma era determinante.

Detrás del caso aparecía constantemente el recuerdo de Brittany Maynard, una mujer de 29 años que el año pasado conmocionó Estados Unidos, tras que se le diagnosticara un cáncer incurable en el cerebro y que pidió la eutanasia, pero tuvo que mudarse a Oregón para que los médicos la asistieran a morir. Como corolario de su vida, lanzó una campaña por Internet junto con la organización Compassion&Choices para que las leyes cambien en EE.UU. y “nadie tenga que irse de su casa para morir”.

La firma del gobernador y su carta a la ciudadanía

El gobernador finalmente firmó para aprobar la enmienda y ordenó publicar una carta donde explica su decisión, enfatizando que el tema no aborda “una ley normal porque trata de la vida y la muerte. El meollo del asunto es si el estado de California debe seguir criminalizando el que una persona que se está muriendo acabe con su vida, da igual lo grande que sea su dolor o sufrimiento”.

El gobernador reconoció haber tenido fuertes dudas a partir de la oposición de “varios médicos, líderes religiosos y aquellos que defienden los derechos de los inválidos. He tenido en cuenta las perspectivas teológicas y religiosas en el sentido de que cualquier acortamiento de la propia vida es pecado”. Pero también recibió  cartas en apoyo de la ley “y he debatido el asunto con un obispo católico, dos de mis médicos y antiguos compañeros de clase y amigos, que tienen posturas variadas, contradictorias y matizadas”.

La carta pública del gobernador concluye con la sentencia de su propia decisión: “Al final, he tenido que decidir qué querría yo si me enfrentara a mi propia muerte. No sé lo que haría si estuviera muriendo con un dolor prolongado y agónico. Estoy seguro, sin embargo, de que sería un alivio poder tener en cuenta las opciones que se proveen en esta ley. Y no voy a negar ese derecho a otros”, concluyó.

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