Presidente de Turkmenistán se erige una estatua ecuestre de oro… pero no la inaugura al caerse del caballo

El presidente –que en este país es llamado “El Jefe”- no puedo asistir a la inauguración en la principal plaza capitalina, que contó con la presencia de miles de vecinos que asistieron a la suelta de palomas y otras ceremonias vinculadas, mientras coreaban loas del corte: “Gloria al Gran Jefe!”, según los testimonios.

Berdymujamedov, un dictador que conduce su país con mano de hierro, se encuentra convaleciente de un accidente en el hipódromo de la capital, donde ganó una carrera, pero apenas cruzó la meta cayó de su montura. Si bien los opositores y la crítica afirman que ninguno de los demás jockeys se atrevió a intentar aventajar al Gran Jefe durante la carrera, la prensa local –un solo medio del gobierno- detalla que Berdymujamedov, exhibió en la competencia “grandes habilidades como jinete, afán de ganar, firmeza y coraje”, y que el triunfo fue en medio de “una tormenta de aplausos”. Berdymujamedov se adjudicó el primer premio por la carrera –cuya bolsa era de unos 11 millones de dólares- los que anunció dedicaría a mejorar la raza de caballos ajal-teke, reconocida mundialmente por sus distintas particularidades.

Una multimillonaria gesta del autoculto

Con sus cinco millones de habitantes, Turkmenistán tiene las cuartas mayores reservas de gas natural del mundo. China inauguró en 2009 un gasoducto de casi 12.000 kilómetros, convirtiéndose en el mejor cliente y dejando atrás a los rusos, que eran beneficiarios en tanto el país era una ex república soviética. En el corazón del Asia Central, entre Irán, Afganistán, Uzbekistán y el mar Caspio, la Unión Europea también le compra gas y por eso en absoluto toca el tema del gobierno local uno de los regímenes más represivos del mundo.

El dictador Berdymujamedov, ocupa los cargos de presidente, primer ministro y jefe de las fuerzas armadas, y moderniza al país a su estilo, muy de avanzada en relación a su predecesor: Sapamurat Niyazov –que murió en 2006- no sin antes cambiar los nombres de los meses del año por los de miembros de su familia, además de prohibir la ópera y el ballet que contrariaban el espíritu tradicional de la nación, afirmaba.