NARCOTRÁFICO

Por temor a represalias ocultan paradero de estudiantes de Iguala

Una docena de civiles de la localidad mexicana de Chilacachapa reconocieron que los narcotraficantes del cártel de los Guerreros Unidos los obligaron a participar en la desaparición de los 43 estudiantes de Iguala.

Familiares de los 43 desaparecidos siguen en pie de lucha exigiendo justicia / Foto: Alfredo Estrella - AFP
Familiares de los 43 desaparecidos siguen en pie de lucha exigiendo justicia / Foto: Alfredo Estrella – AFP

Casi tres meses después de los enfrentamientos entre estudiantes y policías locales, que se saldaron con la muerte de siete personas y la desaparición de los 43 jóvenes, los habitantes de Chilacachapa relataron como oyeron a los narcotraficantes gritar: «¡Traigan bolsas negras hijos de la chingada!», a lo que otra voz respondió que se hicieran con unas 50 bolsas.

Incluso algunos afirman que muchos de los habitantes del pueblo conocen el paradero de los estudiantes y no lo revelan por miedo a represalias. «Mis paisanos de aquí saben dónde están, pero si abres el pico… ese es el temor».

Otro, identificado como un jornalero, explicó que en la comunidad se vive un estado de malestar y enfrentamiento entre los que se negaron a participar y los que lo hicieron. «Estamos molestos porque sabemos quiénes bajaron. Los comisarios de los pueblos se llevaron a gente en camionetas», dijo.

Un entrevistado diferente ha especificado que fue el comisario Jesús Valle Rosas el que junto a 25 lugareños, obligados o incondicionales, acompañaron a los criminales la noche de la desaparición de los normalistas. Ahora denuncia que las autoridades federales no los llamaron a declarar y así poder averiguar lo ocurrido.

“Guerreros Unidos”

Los Guerreros Unidos, escisión del cártel de los Beltrán Leyva, se asentaron en el municipio y obligaron a la población a formar parte de una guardia civil a sus órdenes.

Para convencer a los locales aseguraban estar allí para ayudarles y que contaban con el apoyo de miembros del Gobierno. «Estamos aquí para cuidarlos, venimos a limpiar de delincuentes, desde que llegamos no hay secuestros, no hay desaparecidos, ni extorsiones», decían.

La realidad fue muy diferente: implantaron el toque de queda, saquearon, cobraron nuevos impuestos, extendieron el narcotráfico y se apropiaron de algunas de las casas del pueblo.

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