Gobierno de Colombia y las FARC aceleran reanudar acuerdos de paz este mismo mes

Así lo afirma la crónica desde La Habana del periódico local Granma, que reconoce “retomados los contactos para analizar de qué manera se pueden reanudar los diálogos de paz”. El Gobierno de Bogotá envió ya al jefe negociador Humberto de la Calle a La Habana donde están también el comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, y dos generales retirados que conforman el equipo negociador.

El presidente Juan Manuel Santos dijo que es “optimista” y que espera “una ronda de conversaciones formales en La Habana antes de terminar el año”. Para respaldar sus afirmaciones, apuntó ya a una nueva etapa –“un gran reto”- como será convencer a los colombianos todos que los pasos emprendidos y la paz a firmar son lo mejor que puede ocurrir y que “nos va a cambiar la vida a todos los colombianos para bien”, dijo.

Sin secuelas tras liberación del secuestrado de más rango en 50 años

No parecen haber quedado secuelas del secuestro de un general, por el que se suspendieron las negociaciones de paz que se llevaban adelante en Cuba. El general Rubén Darío Alzate, que viajaba de particular y sin respetar el protocolo de seguridad, cruzó una zona bajo control de la guerrilla que lo detuvo, lo que para el Gobierno de Bogotá era un secuestro que boicoteaba la negociación. 14 días después el militar fue liberado y de inmediato renunció a las fuerzas armadas  “por el amor y respeto a nuestra institución militar, que por este hecho se ha visto afectada”, dijo a la prensa.

Alzate, que fue el militar de más alto rango en poder de las FARC en 50 años de conflicto, inspeccionando sin custodia una zona ocupada, fue interpretado como un móvil para desestabilizar las conversaciones de paz agrediendo a la guerrilla que lo había detenido. La posición del ejército en relación al proceso de paz ha sido uno de los mayores problemas que ha enfrentado el Gobierno, en tanto mientras los sectores “civilistas” apuestan a lo que decida el Presidente, hay muchos oficiales que no comparten el claudicar posiciones cuando –afirman- la guerrilla está en franco retroceso. Para otros observadores hay intereses infiltrados del narcotráfico, que habría pagado increíbles sumas de dinero procedente de las drogas para que grupos militares y la guerrilla respetaran sus feudos, algo que se derrumbaría de llegar el acuerdo de paz.