Muere la duquesa de Alba, la mujer con más títulos nobiliarios en el mundo

Desde el vamos bien puede decirse que no era una personalidad común y corriente: su nombre completo era María del Rosario Cayetana Paloma Alfonsa Victoria Eugenia Fernanda Teresa Francisca de Paula Lourdes Antonia Josefa Fausta Rita Castor Dorotea Santa Esperanza Fitz-James Stuart y de Silva Falcó y Gurtubay.

Descendiente directa del rey Jacobo II de Inglaterra, de Cristóbal Colón, de Jaime el Conquistador, fue la tercera mujer con título ducal por derecho propio en más de medio milenio que tiene la Casa de Alba: era cinco veces duquesa, dieciocho veces marquesa, veinte condesa, pero además vizcondesa, y condestablesa, además de tener catorce títulos como Grande de España.

De las pocas aristócratas que contaba con la simpatía del pueblo

Para los españoles Cayetana de Alba ha sido uno de los personajes más vinculados a su historia: desde que han nacido la han visto siempre en revistas y publicaciones a las que son aficionados en mucho en el antiguo continente. No obstante su manera de ser, la salvó de las masivas críticas a que suelen estar expuestos los “de sangre azul”, por parte de la ciudadanía común.

“Soy Cayetana, Cayetana de Alba. Tengo otra media docena de nombres y unos cuantos títulos. A menudo se ha escrito que poseo más que ningún otro noble en el mundo. Tal vez, puede ser. En todo caso, que escriban lo que quieran. ¡Se han dicho tantas cosas sobre mí! Unas pocas, verdaderas; otras muchas, falsas; y bastantes, simplemente bobadas”, relata en su primera autobiografía editada en 2011.

Abrió la puerta de sus mansiones a la prensa, fue de las primeras aristócratas en hacer topless de Europa, se desnudó sin inhibiciones en las playas nudistas, y bailó sevillanas en los “tablaos” a que la invitaran. Se casó tres veces, la última a los 85 años de edad, y permitió que su boda se televisara para anunciar a quien la quisiera oír que “siempre es posible volver a empezar”.

Además de los 47 títulos nobiliarios, deja a sus diez hijos y a su viudo, una fortuna que se calcula entre 1.000 y 3.000 millones de euros, aunque claro, sus herederos no alcanzarán algunos de los permisos que solamente ella ostentaba, como no tener que inclinarse ante los reyes, aunque fuera devota de las casas monárquicas.