DUELO

Egipto despide a su mayor defensor de los Derechos Humanos: Ahmed Seif el Islam

El más famoso de los activistas prodemocracia en Egipto, es inhumado en medio de escenas de honda congoja y dolor, en medio de una crisis crecientes de los Derechos Humanos en el país.

Funeral de Ahmed Seif el Islam en Egipto/Foto: AFP

Ahmed Seif el Islam, un abogado de 63 años, especializado en Derechos Humanos, falleció en El Cairo, víctima de una larga enfermedad, y pese a que logró sacar de la cárcel a centenares de egipcios torturados, no pudo hacer lo mismo por sus propios hijos.

Su hijo mayor, Alaa Andel Fatal, está condenado a 15 años de cárcel por participar de manifestaciones prohibidas, en contra de las normas antiprotestas decretadas por el actual régimen. La hija menor, también está encarcelada aunque todavía con juicio pendiente, por organizar marchas y protestas reclamando por la libertad de su hermano.

“Quería que heredaras una sociedad democrática que protegiera tus derechos, hijo mío, pero en cambio te he legado la celda que un día me encerró y que ahora te encierra a ti”, escribió Seif Al Islam en fecha reciente, dirigiéndose a su hijo en el diario digital Mada Masr.

Incansable luchador, considerado germen de la lucha por la democracia

Cofundador del Centro Jurídico Hisham Mubarack, el fallecido es considerado por las fuerzas democráticas de Egipto, el verdadero germinador de la lucha por gobiernos surgidos de elecciones libres y por justicia igual para todos en la nación árabe.

Detenido bajo la presidencia de Anuar el Sadat, y también durante el gobierno de Hosni Mubarak, el abogado fue torturado durante los cinco años que pasó preso y ello repercutió para siempre en su salud, minada por lo sufrido.

Izquierdista de la primera hora, fue no obstante el mayor defensor de los islamistas detenidos e involucrados en causas por razones más religiosas que políticas, como la homosexualidad en Egipto.

“Mi lucha antes que todo lo demás ha sido contra la tortura, una especie de cáncer que puede comerse a la juventud de un país y sofocar su capacidad de cambiar, criticar, reformar y rebelarse”, aseguraba a Amnistía Internacional, en una de sus últimas declaraciones públicas en plena lucha que continuó hasta sus últimos días.

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