TERRREMOTOS

Otro sismo en México: sismólogos afirman ahora que el “Big One” serían varios

Un sismo de 5 grados de magnitud sacudió Argelia y Guerrero en México y los sismólogos advierten que el “Big One” que espera la costa oeste norteamericana, sería más de uno.

El remezón se sintió en la misma Ciudad de México aunque no existen reportes de lesionados ni de daños materiales.

El Servicio Sismológico de los Estados Unidos, confirmó que el terremoto tuvo su epicentro a 63 quilómetros de profundidad, en Apaxtala de Castrejón, en Guerrero. El remezón se sintió en la misma Ciudad de México pero el jefe del gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, dijo en Twitter que no existían reportes de lesionados ni de daños materiales de relevancia.

El sismo se produce en la misma jornada que el Boletín de la Sociedad Sismológica de América, presenta un informe de investigadores del Servicio Geológico norteamericano, donde se afirma que el “Big One” que aguarda toda la costa oeste norteamericana, sería más de uno.

La “olla a presión” subterránea tendría sucesivos escapes

Los científicos analizan en el informe la alta posibilidad que la tensión subterránea acumulada en la zona de subducción de las placas tectónicas, se libere progresivamente en varios terremotos y no solamente en un megaterremoto. El escenario no es meramente especulativo: los cálculos muestran que una sucesión de terremotos en racimo, se produjo durante un período de cien años, en los siglos XVII y XVIII, liberando la misma cantidad de energía prácticamente que la del gran terremoto en San Francisco, en 1906.

Los autores del estudio reconocen que las placas se siguen moviendo, lo que acumula estrés geológico, pero cómo se liberará esa presión es aún imposible de establecer. Entienden no obstante que existen ciclos de terremotos, producidos por el reflejo de la acumulación y liberación de estrés entre las placas, que podrían llegar a ser determinados, aunque no existen datos históricos suficientes para hacer el trabajo, al menos por el momento. Los primeros registros de la actividad sísmica en la costa oeste norteamericana, datan de 1776 y fueron registrados en San Francisco. Ahora los técnicos estudian en fallas y antiguas grietas de superficie, posibles rastros de hechos anteriores, que permitan determinar que ocurrió anteriormente y si la periodicidad puede ser determinada con certeza.

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