Mónica Lewinsky cuenta por primera vez consecuencias de su affaire con Clinton

Monica Lewinsky dijo que ya va siendo tiempo de “enterrar el vestido azul” (el famoso atuendo con manchas de semen) y también de “quemar la boina” en alusión a la gorra que llevaba en su foto con Clinton. “Siento profundamente lo que sucedió entre el presidente Clinton y yo. Déjenme decirlo de nuevo: Yo misma. Lamento. Profundamente. Lo. Que. Sucedió”, verbaliza punto a punto la ex becaria, que negó de plano que los Clinton le hubieran ofrecido dinero para callarse, como distintas versiones han afirmado desde que se hizo público el relacionamiento. “Nada más lejos de la verdad. Yo estoy decidida a poner un final diferente a mi historia. He decidido, finalmente, coger el toro por los cuernos de modo que pueda recuperar mi personalidad ante la gente. Y lo que me vaya a costar, lo descubriremos bien pronto”, remarcó escribiendo para la revista Vanity Fair, que anuncia la nota para su edición de junio próximo.

Reconoce que fue “una relación consentida entre adultos”

Para Lewinsky es obvio “que mi jefe se aprovechó de mi, pero siempre me mantendré firme en el punto que fue una relación consentida entre adultos”. Considera no obtante que fue usada como “cabeza de turco” para defender la posición de máximo poder del presidente de la nación. “La administración Clinton, los Fiscales especiales amigotes, los trabajadores políticos de ambos bandos y los medios consiguieron marcarme. Y esa marca permaneció porque fue imbuída con poder”, enfatiza recordando que después del escándalo rechazo “ofertas que me habrían dado más de diez millones”, los que no aceptó “porque pensaba que no era lo correcto”.