A los 89 años

Empleada doméstica de Adolf Hitler revela aspectos inéditos setenta años después

Elisabeth Kalhammer cuenta que trabajó con otras 22 chicas / Foto: DailyMail

A sus 89 años Elisabeth Kalhammer, que fuera empleada doméstica de Adolf Hitler en 1943, contó en su actual residencia en Austria, aspectos inéditos de la vida al servicio del Fuhrer.

La entrevista publicada por el diario austríaco Salzburger Nachrichten , detalla que cuando tenía 18 años, fue escogida por la Oficina de Empleo de la localidad austríaca de Wels, para atender la casa que Hitler tenía en Berchstesgaden, en los Alpes bávaros.

La mujer recuerda que no se sentía feliz por el trabajo que había conseguido –pese a que había desocupación abundante- ya que tenía mucho miedo, y que siguió con ese temor hasta que terminó la guerra.

“Lo que se hable en la casa, no puede salir bajo ningún concepto de ella. Las faltas serán castigadas con la prohibición de poder salir de casa”, fue la primera instrucción que recibió al llegar a su lugar de trabajo.  “La casa estaba llena de invitados y el Führer estaba allí”, recuerda, aunque asegura que nunca llegó a intercambiar ninguna palabra con Hitler. Su área de labores estaba circunscripta con exactitud y no tenía acceso a las llamadas “salas privadas”, donde estaban Hitler y Eva Braun. Asegura que durante su tiempo en el lugar se limitó a lavar, limpiar y coser ropa, que eran sus tareas asignadas.

“Por suerte nunca me encontré con Hitler ni tuve tampoco que hablar con él”, agrega, aunque recuerda que en sus labores estaban contempladas algunas de las manías del dictador.

La prohibición de verlo directamente y la dieta más que estricta

Afirma que cuando Hitler salía a pasear por los alrededores de la casa, estaba prohibido observar lo que hacía. “Sólo podíamos verlo a través de las cortinas”, dice.

“Mantenía una estricta dieta para la que tenía su propia cocinera exclusiva, y solamente  bebía agua caliente. No obstante todos sabíamos que bien entrada la noche, Hitler iba a la cocina donde debía haber siempre uno de los conocidos ‘pasteles del Führer’: una torta de varias capas de manzana con nueces y pasas”, destaca.

Con ayuda de una amiga escapó del lugar sobre el final de la guerra, y llegó a casa de su madre. Dos días después se anunciaba la rendición.

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