Papa Francisco canoniza a Juan Pablo II y Juan XXIII: polémica tras Pascuas

Los temas que focalizó el papa Francisco en su mensaje “Urbi et Orbi”, si bien candentes para la Humanidad, como la erradicación del hambre y la pacificación en los países azotados por la violencia, no evitaron que continúe la polémica en El Vaticano, y en la grey católica, sobre la doble canonización del próximo domingo.

Los papas Juan Pablo II y Juan XXIII, serán canonizados por Francisco, algo que en realidad nadie podía anticipar, pese a que los dos ex papas, estaban perfilados como los santos que a la brevedad subirían a los altares: pero todo el mundo habría apostado que sería Benedicto XVI, que no otro papa, quien los llevara a la santidad.

El beato polaco conocido como “el papa viajero” y uno de sus antecesores del siglo XX, el papa que convocó al Concilio Vaticano II, llegan no obstante a al culminación del mérito posible dentro de la iconografía católica, en medio del debate sobre las razones de que los actos litúrgicos se cumplan en estos momentos.

El debate sobre la figura papal y los pecados de la Iglesia

“La canonización de Juan Pablo II tendrá lugar el 27 de abril del 2014 en coincidencia con la festividad de la Divina Misericordia que él mismo instituyó”, dijo el papa Francisco el año pasado, cuanto anunció también que en el mismo día de septiembre –el 30- elevará al altar de los santos al “papa bueno”, como es reconocido en Italia el beato Angelo Roncalli. Los eclesiásticos polacos no ven con buenos ojos el asunto en tanto creen que Francisco quiere, menguar la estrella que sigue a la figura de Juan Pablo II. Francisco antepondría así el papel de la Iglesia antes que la excesiva veneración individual al papa “viajero”. Desde otros sectores de la grey se dice que Juan Pablo II negó investigar los casos de pederastía que afectan a la Iglesia y que ahora son reconocidos.

La canonización de Juan XXIII, se ve también objetada por una omisión hasta ahora obligatoria para Roma: el papa Francisco ha debido dispensarle de la confirmación de un segundo milagro, que era imprescindible hasta ahora para canonizar a una persona.