SALUD

En Guinea los enfermos del virus del ébola esperan resignados la muerte ineluctable

Completamente aislados en el hospital de campaña de Médicos Sin Fronteras (MSF) de la ciudad de Gueckedou, sur de Guinea, una de las más afectadas por la epidemia del ébola, varios enfermos esperan resignados la muerte ineluctable.

Las personas que deben entrar en contacto directo con los casos sospechosos y confirmados utilizan combinaciones totalmente herméticas de la cabeza a los pies

En medio de varias carpas, MSF, una de las organizaciones más activas en el combate desigual contra la epidemia de fiebre hemorrágica, instaló dos locales con techo de chapas, uno para los «casos sospechosos» y otros para los «casos confirmados» del virus del ébola, que el lunes se cobró la vida de dos personas más.

En el primer local, se encontraba desde hacía seis días Rose, una muchacha de 12 años, que el martes dio positivo al virus del ébola y, por lo tanto, fue trasladada al segundo local, donde están su madre Elisabeth y su tía Christine, cuyas posibilidades de sobrevivir son casi nulas.

El ébola, un virus mortal en el 90% de los casos, es la causa de una parte de la epidemia de fiebre hemorrágica que desde enero pasado causó la muerte de 80 personas en Guinea.

«Probablemente Rose muera dentro de poco y luego me tocará a mí», dice llorando René, de 18 años, miembro de la familia, internado desde hace dos días en el local de los casos sospechosos.

«Rose sale de vez en cuando, pide un café con leche y jugo de frutas», cuenta Pascal Piguet, miembro de la logística de MSF.

Riesgo de contaminación

Se planteó «el dilema de si había que transladar a Rose al local de los casos confirmados donde va a ver morir a su madre y su tía» o «mantenerla en el local de los sospechosos y correr el riesgo de que contaminara a los que no son positivos», agrega.

Al final se optó «por el mal menor» juntarla con su madre y su tía, dice con un tono grave.

«Nuestro personal sabe que debe respetar cierta distancia de seguridad», explica Pascal Piguet, señalando a los familiares de los enfermos, sentados en medio del hospital de campaña.

«Cuando una persona se levanta, nos acercamos y discretamente desinfectamos la silla para evitar que otras personas se contaminen», agrega.

Una treintena de personas, guineanos y extranjeros, trabajan en el centro de Médicos Sin Fronteras de Gueckedou, la mayoría con uniformes azules o verdes, algunos con ropa de calle.

Pero las personas que deben entrar en contacto directo con los casos sospechosos y confirmados, para hablar, curarlos, lavarlos o alimentarlos, utilizan combinaciones totalmente herméticas de la cabeza a los pies, con guantes, gafas, máscaras y botas especiales.

Desde el domingo pasado, un laboratorio móvil permite a especialistas europeos efectuar análisis de las muestras de los enfermos para acelerar el diagnóstico, que antes se hacía en unidades especializadas en Europa.

Otro laboratorio se encuentra en Conakry, la capital de Guinea, donde trabaja un equipo senegalés del Instituto Pasteur de Dakar.

Hasta el martes, se habían contabilizados 22 casos de ébola en el sur y en Conakry sobre un total de 122 casos de fiebre hemorrágica viral, según el último balance difundido por el gobierno de Guinea. AFP

Te recomendamos

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje