ANIVERSARIO

Brasil, único país del Cono Sur que no ha juzgado a los represores de su dictadura militar, recuerda los 50 años del golpe de Estado

Los 50 años del golpe de 1964 se conmemoran en medio de tímidos avances de la Comisión de la Verdad.

Brasil reconoce oficialmente unos 400 muertos y desaparecidos a manos del régimen.

«En Argentina, Chile, Uruguay ha habido una restitución de la verdad y juicio a los represores. En Brasil hubo una transición a la democracia en 1985 y la élite apostó por olvidar, un poco como en España. Hoy, la mitad de la población tiene menos de 30 años, no se relaciona con ese período», explica a la AFP Virgilio Arraes, profesor de historia de la Universidad de Brasilia.

El cincuentenario del golpe que abrió paso a una larga dictadura coincide con la última fase de trabajos de la Comisión de la Verdad, el paso más significativo que Brasil ha dado para esclarecer ese oscuro período y que debe concluir sus trabajos en diciembre.

La Comisión fue creada en mayo de 2012 por la presidenta Dilma Rousseff, una exguerrillera que sufrió la cárcel y la tortura.

«La Comisión de la Verdad es la última oportunidad de sacar a la luz nuestra historia: su informe final será un avance o sepultará este tema tan importante para la memoria brasileña», dijo a la AFP Jair Krischke, presidente del Movimiento Justicia y Derechos Humanos, que ha dedicado décadas a investigar la dictadura brasileña y las de la región.

La Comisión reveló en su primer año de trabajo una escalofriante radiografía de la represión, con centros de tortura hasta en universidades.

Una dictadura feroz

Brasil reconoce oficialmente unos 400 muertos y desaparecidos a manos del régimen, contra 30.000 en Argentina -según organismos de derechos humanos- y más de 3.200 en Chile.

La Comisión de la Verdad ha indicado que puede haber muchas más víctimas en Brasil, ya que hubo muertes «anónimas» de indígenas y campesinos, según una de sus integrantes, la psicoanalista Maria Rita Kehl.

«Había una presión por la reforma agraria y las organizaciones del campo fueron desarticuladas con mucha fuerza», explica el profesor de la Universidad Estadual Paulista Marcos del Roio.

«Aunque a veces se quiera presentar de otro modo, la dictadura brasileña fue tan feroz como las otras, solo que más inteligente: los militares procuraron no dejar huellas, fue una represión selectiva, eliminó a las personas que representaban riesgos y creó un Estado del terror», asegura Krischke.

Las investigaciones de la Comisión se han extendido a los países vecinos, cuyas dictaduras colaboraron en el llamado «Plan Cóndor» en la detención y traslado clandestino de detenidos.

Hace pocos meses, Brasil exhumó el cuerpo del expresidente Joao Goulart, depuesto en 1964, para investigar si fue asesinado en su exilio en Argentina en 1976.

En plena Guerra Fría, con el mundo dividido en los bloques capitalista y comunista, los sectores más conservadores de Brasil temían un giro a la izquierda del gobierno de Goulart.

Militares y empresarios anticipaban nacionalizaciones y una reforma agraria en este país de gigantescos latifundios.

«El golpe unió los intereses estratégicos de Estados Unidos, de la gran mayoría de las clases propietarias y una amplia parte de la burguesía», dice Del Roio.

 Tortura permanente

«Los avances de la Comisión de la Verdad son muy tímidos, los archivos no han sido abiertos. Sabemos muy poco de ese período, incluso nosotros que fuimos presos, que pasamos buena parte del tiempo encapuchados y torturados, y sobrevivimos. La falta de esclarecimientos para nosotros es una forma de tortura permanente», dice a la AFP Cecília Coimbra, vicepresidenta del grupo Tortura Nunca Más.

Los familiares de las víctimas consideran que la Comisión nació limitada, al estar sujeta a una ley de Amnistía de 1979 que impide juzgar a los represores.

La validez de la ley de amnistía fue ratificada en 2010 por la Corte Suprema de Brasil, a pesar de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos la declaró sin efectos jurídicos.

Un grupo de fiscales, no obstante, intenta esquivar la ley, presentando simbólicas causas administrativas y pedidos de proceso de represores en todo el país.

En los últimos 20 años, Brasil tuvo presidentes que combatieron la dictadura: el socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), que sufrió el exilio; el izquierdista Luiz Inacio Lula da Silva (2002-2010), que lideró históricas huelgas obreras, y Rousseff.

Todos enfrentaron una fuerte resistencia de los militares para arrojar luz sobre este periodo. AFP

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