LITERATURA

Harvard publica a Umberto Eco en su “Confesión de un joven escritor”

Con duras críticas a las formas de uso de Internet, el filósofo y escritor, asegura ser un joven de 30 años, que ha sido convocado por la editorial de Harvard para imprimir sus conferencias.

«Ya no hace falta enseñar dónde queda Katmandú o quien fue el primer rey de Francia, porque eso se encuentra en todas partes.»

Nacido en Italia en 1932, el autor de “El nombre de la rosa” y “El péndulo de Foucault” se reconoce como “un filósofo que hace filosofía de lunes a viernes y que los fines de semana escribe novelas desde la edad de 48 años”.

Ahora la editorial de Hartar, anuncia que publicará sus conferencias, “las que di en Atlanta, sobre la forma en que escribo. El título es ´Confesión de un joven escritor´ y así me considero, un joven escritor de 30 años”.

La técnica de la comparación es el futuro de la enseñanza

El filósofo analiza en un reportaje publicado por el diario argentino Clarín, el vínculo entre la Internet y la educación al futuro, donde afirma que lo verdaderamente importante será aprender “el arte del filtro. Ya no hace falta enseñar dónde queda Katmandú o quien fue el primer rey de Francia, porque eso se encuentra en todas partes. En cambio, habría que pedirles a los estudiantes que analicen quince sitios para determinar cuál es para ellos el más confiable. Habría que enseñarles la técnica de la comparación”, enfatiza.

Recuerda en tal sentido su convicción que “Internet es el escándalo de una memoria sin filtro, donde no se distingue el error de la verdad”.

Enfatiza también en torno a esa memoria que “las computadoras cambian tanto que no sabemos cual es la vida útil de un disco” y apunta que todo puede haberse desmagnetizado para cuando los vayamos a buscar.

“Creo que es necesario restablecer una cultura de monasterios, que en algún momento –yo ya me habré muerto, quizás– los que sigan leyendo tendrán que retirarse a grandes falansterios, al campo quizás, como los Amish de Pensilvania. Allí, se conserva la cultura y el resto, que flote como pueda flotar. Con 6 mil millones de habitantes en el planeta, no se puede pretender que haya 6 mil millones de intelectuales”, agregó.

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