MOVIMIENTO

España: cadena humana “independentista” moviliza las provincias de Cataluña

Feudo del independentismo catalán, el pueblo de Arenys de Munt, al noreste de Barcelona, se movilizaba este miércoles como decenas de otras localidades para unirse a la gran cadena humana que debía cruzar la región de norte a sur.

Catalanes celebrando su fiesta nacional / AFP

Todos los 11 de septiembre, día en que Cataluña celebra su fiesta nacional, «en este pueblo hay mucha animación, pero este año incluso es más especial», explica Teresa Forn, de 53 años, que no para de vender banderas y camisetas en un puesto ambulante instalado en la calle principal.

En una plaza cercana, bajo un cielo que amenaza lluvia, una banda toca sardanas, la música tradicional de la región.

Y decenas de vecinos se congregan para bajar juntos, acompañados por gigantes y cabezudos, personajes típicos del folclore catalán, al vecino pueblo de Arenys de Mar, para unirse por la tarde a la llamada «Vía Catalana hacia la Independencia».

Esta cadena humana, que sucede a la masiva manifestación organizada en Barcelona hace un año, quiere presionar para que se organice un referéndum de autodeterminación en 2014 y atraer la atención internacional ante la oposición del gobierno español.

«A ver si fuera nos escuchan, porque en Madrid no hay manera», bromea Montserrat Sal, una septuagenaria que hace punto con otras ancianas en la calle.

«Creo que ya no tenemos que hacer caso a Madrid, que ellos hagan la suya y nosotros seguiremos trabajando por lo que queremos«, dice Dolores Zafra, pastelera jubilada de 65 años que pese a haber nacido en Andalucía, en el sur de España, asegura sentirse «catalana como la que más».

A la cadena humana va «toda la familia, desde el abuelo de 70 años hasta la nieta de cuatro», asegura.

Emblema del independentismo catalán, Arenys de Munt organizó en 2009 la primera de una serie de consultas populares no vinculantes que en cientos de municipios catalanes preguntaron a los ciudadanos si querían la independencia de esta región del noreste de España.

«Aquí todo el mundo tiene una ‘estelada’ pero compran otras», dice Forn, mientras una madre adquiere una de estas banderas independentistas con el lema «Somos una nación» que su hijo se cuelga al cuello con orgullo.

A pocos metros, Albert Solé, un maestro de 46 años, pasea con sus dos hijos que ya lucen las camisetas amarillas distribuidas por los organizadores de la cadena humana, la asociación independentista Assemblea Nacional Catalana (ANC).

La familia al completo, tíos y abuelos incluidos, se dirigía al mediodía al tramo asignado en la cadena, donde antes de empezar se disponían a compartir una gran comida con sus vecinos en un ambiente festivo.

«Yo antes no era independentista, me he radicalizado con el tiempo. Siempre me he sentido muy catalán pero ahora ha llegado un punto en que la asfixia económica es tal que el sentimiento independentista se exagera«, reconoce Solé.

Como él, muchos catalanes vieron crecer su sentimiento nacionalista en los últimos años a la sombra de la crisis económica, los recortes presupuestarios y un desempleo que alcanza el 23,85% en la región.

El clima adverso no parece afectar la convocatoria

Pese a la lluvia intermitente y el frío, muchos eran los pueblos que como Arenys se activaban desde la mañana para esta nueva prueba de fuerza.

En Mataró, a unos 30 km de Barcelona, un grupo de voluntarios cubría el recorrido de la cadena de ‘esteladas’, la bandera catalana roja y oro con una estrella blanca sobre fondo azul.

Y en las carreteras, coches y autocares decorados con símbolos independentistas se saludan con estruendo de bocinas mientras se dirigían a sus respectivos tramos de la «vía catalana», 400 km de personas unidas mano con mano.

AFP.

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