CHILE

Campaña electoral se polariza tras amplio triunfo de Bachelet y victoria de ultraconservador

La carrera por los comicios de noviembre en Chile se polarizó, según analistas, tras el aplastante triunfo en las primarias del domingo de la expresidenta socialista Michelle Bachelet, apoyada ahora también por el Partido Comunista, y la victoria del ultraconservador Pablo Longueira.

Expresidenta de Chile, Bachelet

Bachelet ganó la nominación presidencial opositora por un abrumador 73,05% de los votos, mientras que Longueira, un declarado partidario de la dictadura de Augusto Pinochet, se impuso por un estrecho margen (51%), en unas inéditas elecciones primarias en las que participó casi el triple de los electores previstos.

Los candidatos más moderados en los dos bloques políticos que se midieron en las primarias fueron los grandes perdedores, en una muestra de la polarización de la sociedad chilena entre posturas de izquierda y de ultraderecha.

Los resultados «dan cuenta de un vaciamiento del voto de centro, lo que nos hace esperar que la elección de noviembre sea una coyuntura bastante más polarizada de las que hemos tenido desde 1990 en adelante (tras el fin de la dictadura de Pinochet)», explicó a la AFP el cientista político Marcelo Mella, de la Universidad de Santiago.

Bachelet, la primera mujer en llegar a la presidencia en Chile -en 2006-, retornó a Chile en marzo después de quedarse casi tres años al mando de la oficina ONU-Mujer en Nueva York, y propone cambios radicales para hacer frente al creciente descontento de la sociedad chilena, expresado en las masivas manifestaciones estudiantiles.

Aunque aún no revela su propuesta de programa de gobierno, comprometió educación gratuita universal a nivel universitario en seis años, respondiendo a la principal demanda de los estudiantes, junto a una profunda reforma tributaria y un cambio de Constitución para acabar con aquélla impuesta por Pinochet.

Sus propuestas le valieron el apoyo del Partido Comunista, ampliamente relegado de la primera línea de la política chilena, y que se especula podría integrarse a un eventual segundo gobierno de Bachelet.

En el otro extremo, Longueira

En el otro extremo se ubica Longueira, un histórico líder de la ultraconservadora Unión Demócrata Independiente (UDI) -el partido más votado de Chile-, quien se impuso al más moderado Andrés Allamand, por el apoyo que concitó en los sectores más acomodados que buscan mantener el actual modelo, al extremo liberal.

«Longueira es el mejor representante del ‘statu quo’ para la derecha y quien garantiza ponerle un cerrojo a las reformas que la sociedad está demandando, lo que podría ser un factor de mayor polarización de cara a las próximas elecciones», agrega Mella.

Ferviente católico, padre de siete hijos y excolaborador de Pinochet, es conocido como el «ahijado político» del asesinado senador de la UDI, Jaime Guzmán, ideólogo de la dictadura.

Pero, a menos que ocurra un hecho inesperado, es difícil que Longueira pueda contrarrestar el inmenso caudal de apoyos que concita Bachelet, dueña de un carisma poco común en la política chilena, quien incluso podría imponerse en primera vuelta.

El domingo ella sola duplicó los votos que obtuvieron los dos aspirantes de derecha juntos y se ubicó muy por encima de los tres candidatos con los que compitió en su sector.

«Bachelet es más que los partidos y más que cualquier partido en Chile de izquierda o derecha. Triplicó la votación de Longueira. En Chile no estamos acostumbrados a estos liderazgos tan fuertes», dijo a la AFP el politólogo Bernardo Navarrete.

«La cantidad de votos que obtuvo la pone en la posición de ‘la decisión (sobre cualquier negociación) la voy a tomar yo’ en términos programáticos», agregó.

Separada, agnóstica y madre soltera de tres hijos, Bachelet se vio arrastrada a una candidatura tanto en ésta como en la anterior elección, en las que inicialmente había rehusado competir.

Luego de dejar en 2010 el poder con un respaldo de casi el 70% y estar impedida por ley de aspirar a la reelección consecutiva, su nombre surgió de inmediato como la próxima candidata presidencial de la oposición.

Y aunque permaneció fuera de Chile por casi tres años, su figura nunca estuvo ausente de la política chilena.

Pero ese «exceso de popularidad» no garantiza que pueda llevar adelante sus reformas. Necesita de un Parlamento afín y con un amplía mayoría, lo que en Chile es especialmente complicado al tener un sistema electoral que tiende a sobrerrepresentar a la derecha en el Legislativo.

En el sistema, de carácter binominal, se eligen dos candidatos por cada distrito, en los que resultan electos los aspirantes de las listas más votadas. Para que una lista elija a sus dos nominados, debe doblar a la otra.

Esta fórmula en la práctica ha equiparado la votación de la derecha, de casi un tercio de los votos, a la mayoritaria que obtiene la centro izquierda, obstaculizando por décadas las reformas democratizadoras.

Un reto para Bachelet será convocar también a ese centro moderado -que aunque sea menor en votación, podría tornarse relevante en una definición más estrecha-, junto a aquellos que no votaron el domingo y podrían hacerlo en noviembre por otros candidatos que decidieron ir directo a la elección presidencial y no pasar por primarias.

El más competitivo de los candidatos que se presentarán directamente a las elecciones es el cineasta Marco Enríquez-Ominami, hijo de un guerrillero abatido por la dictadura, que alcanzó el tercer lugar en las elecciones pasadas, con un 20% de los votos. AFP

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