CRISIS POLÍTICA

Rousseff propone gran pacto para mejorar servicios ante masivas protestas en Brasil

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, propuso el viernes un gran pacto nacional para mejorar los servicios públicos y recibir a los líderes de las manifestaciones pacíficas, cediendo a los reclamos de las históricas protestas que sacuden el país en plena Copa Confederaciones.

Dilma Rousseff a través de radio y TV en Brasil

«Voy a conversar con los jefes de otros poderes y voy a invitar a los gobiernos y a los alcaldes de las principales ciudades para un gran pacto en torno a la mejoría de los servicios públicos», dijo Rousseff en cadena de radio y televisión.

Fue su primera reacción a las protestas multitudinarias de la víspera, que dejaron dos muertos accidentales, un centenar de heridos, millones de reales en daños económicos y grandes interrogantes sobre qué ha sucedido en este país señalado como un modelo de democracia emergente y de inclusión social.

Hartos de la corrupción, de la mala calidad de los servicios públicos, de los precios en alza y de los gigantescos gastos públicos para el Mundial 2014, más de un millón de manifestantes salieron a las calles del país la noche del jueves.

Algunas ciudades, como Rio de Janeiro y Brasilia, vivieron escenas de caos, con saqueos, vandalismo y enfrentamientos violentos con la policía.

Nuevas movilizaciones más pequeñas tuvieron lugar este viernes en 35 ciudades, incluido frente a la casa del gobernador Sergio Cabral en Rio de Janeiro y en diversos puntos de Sao Paulo.

En Barra da Tijuca, en la zona norte de Rio, decenas de jóvenes encapuchados saquearon una concesionaria de automóviles y varias otras tiendas, provocando destrozos, según imágenes retransmitidas por la televisión.

Oxígeno

El pacto de cuatro puntos prevé: 1) un plan nacional de movilidad urbana que privilegie el transporte público; 2) destinar el 100% de los recursos de los royalties del petróleo para la educación (esto debe ser aprobado por el Congreso, ndlr); 3) traer de inmediato a miles de médicos del exterior para ampliar el sistema de salud pública (una reciente propuesta del gobierno, ndlr); y 4) recibir a líderes de los manifestaciones pacíficas, de organizaciones juveniles, sindicatos, movimientos de trabajadores y asociaciones populares.

«Precisamos de su energía y creatividad (…) Precisamos oxigenar nuestro sistema político», dijo la mandataria a los manifestantes, y señaló su voluntad de contribuir a «una amplia y profunda reforma política».

Las protestas, que tomaron por sorpresa al país y al mundo por su tamaño y virulencia, desencadenaron la peor crisis política desde 2005, cuando el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010) se salvó in extremis de la destitución por el escándalo del «mensalao», un esquema de sobornos a diputados a cambio de votos.

«Precisamos formas más eficaces de combate a la corrupción», indicó Rousseff, que ha despedido de su gabinete a siete ministros acusados de desvío de fondos públicos.

Brasil, séptima economía del planeta, célebre por sus programas sociales que hicieron ingresar a 40 millones de personas en la clase media en la última década, atraviesa un periodo de magro crecimiento económico y una inflación en alza.

Los manifestantes, en su mayoría jóvenes, educados, de clase media y apolíticos, piden menos dinero en estadios y más en salud, educación, así como un transporte público mejor y más barato.

Mariana Muñoz, una manifestante de 25 años de Sao Paulo, recibió con escepticismo el discurso de la presidenta.

«Yo no creo en Dilma. Lo que ella diga no sirve de nada. Lo que importa son los resultados. Acá nos sentimos impotentes ante el poder y por eso vamos a seguir en la calle», dijo a la AFP.

Una gran Copa

«Brasil merece y hará una gran Copa» del Mundo el año próximo, aseguró asimismo la mandataria, descartando al igual que la FIFA que ambos torneos se suspendan debido a las mayores protestas en 21 años en Brasil, que se han tornado violentas en varias ciudades y han dejado a algunos hinchas en pánico.

La FIFA, por su lado, indicó que no ha discutido con las autoridades ni considerado hasta ahora suspender la Copa Confederaciones debido a las protestas y el ataque a pedradas de dos minibuses de la organización por parte de manifestantes en Salvador (noreste).

El gobierno advirtió que las protestas pueden afectar la Jornada Mundial de la Juventud católica y la visita del papa Francisco, previstos en Rio del 23 al 28 de julio próximos, y donde se espera la concurrencia de dos millones de personas.

Las manifestaciones comenzaron hace poco más de una semana exigiendo la revocación del aumento del precio del transporte, aunque luego fueron sumando denuncias y reclamos.

La anulación del aumento del precio del boleto de transporte en numerosas ciudades no logró frenar las protestas, aunque en Sao Paulo, el Movimiento Pase Libre anunció que no convocaría a nuevas protestas, según la prensa brasileña. AFP

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