Vaticano

El papa celebró misa en la capilla de Santa Marta a la que concurrieron periodistas argentinos

El papa Francisco celebró este sábado la cotidiana misa en la capilla de Santa Marta, la residencia donde vive en el Vaticano, ante un grupo de periodistas argentinos que trabajan en Roma y sus familias y al finalizar, saludó brevemente a cada uno de ellos, sonriendo y acariciando a los pequeños.

En la homilía, breve y sencilla, el Papa habló de las llagas de Jesús a las que los católicos tienen que tender a través de la oración, una oración que los lleve fuera de ellos mismos, dijo.

«Si no logramos salir de nosotros mismos hacia el hermano explotado, el necesitado, hacia esas llagas, no aprenderemos jamás cuál es el camino que nos lleva a las llagas de Jesús», subrayó.

También habló de la «humildad» que ayuda a conocer y encontrar «las llagas de nuestros hermanos necesitados», llagas que son un «santuario», indicó porque ellos «todavía llevan la cruz en tanto no han vencido, como en cambio lo ha hecho Jesús».

En la pequeña capilla de Santa Marta, de líneas arquitectónicas muy modernas a diferencia del resto de los edificios que están dentro de los muros vaticanos, estaban ubicados a la izquierda un numeroso grupo de miembros de la gendarmería vaticana y a la derecha los periodistas y otras personas.

La ceremonia comenzó en torno a las 07H00 (05H00 GMT), por lo cual los periodistas y sus familias, junto al embajador argentino ante la Santa Sede, Juan Pablo Cafiero y su esposa, se dieron cita a las 06H30 (04H30 GMT) en una de las puertas del Vaticano, a la izquierda de la Basílica de San Pedro.

El diplomático argentino se había encargado de solicitar los permisos a la Santa Sede para que los periodistas pudieran asistir a la misa.

Apenas el Papa entró acompañado de dos concelebrantes – uno de ellos un sacerdote español y corresponsal de una revista católica que también se edita en Argentina- una pequeña de más o menos dos años que estaba en el grupo argentino y en primera fila, comenzó a repetir «papa Francisco, papa Francisco». Pero los grititos entre dientes de los pequeños durante toda la misa, no impidieron que el Papa continuara tranquilamente la celebración.

La seguridad vaticana, que trató de impedir -no siempre con éxito- que los asistentes sacaran fotografías, permitió en cambio que al terminar, quien tuviera algún regalo para el Papa, se lo entregara personalmente.

El papa Francisco recibió así un poncho de la provincia argentina de Catamarca, un libro con fotos de la región de Asti (norte de Italia) donde nacieron sus padres y dibujos sobre el Pontífice de los niños de una escuela católica de Roma.

También recibió una carta pidiéndole por Mauricio Silva, un sacerdote uruguayo desaparecido en Argentina en 1977, durante la dictadura militar, y otra con una lista de gente enferma gravemente, que le piden rezar por ellos.

A todos los periodistas, Francisco les pidió que rezaran por él, como suele hacer cuando habla con la gente en las audiencias generales o los domingos en la plaza de San Pedro.

Con algunos habló de sus orígenes en Piamonte (norte de Italia), con otros de su sobrino Simón Bergoglio del que una periodista fue compañera de colegio en Argentina. «Es muy fuerte lo que usted dice cada día Santo Padre, tiene una repercusión mundial increíble»,le dijo otro periodista. A lo que él respondió: «Es Jesús, es Jesús». Y ante la acotación del periodista «Jesús y usted», esbozó una sonrisa simpática.

Al final de la misa tampoco faltó el detalle futbolístico, dado que el papa Franciso es un conocido hincha del equipo argentino del San Lorenzo.

Además de recibir un botín gigante de fútbol con las firmas de los jugadores del equipo de Brasil, intercambió algunas palabras con otro de los asistentes sobre el «clásico» de la capital italiana entre los equipos de la Roma y la Lazio. AFP

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