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Jesuitas en Argentina: una historia de educación y misiones populares

La historia en Argentina de los jesuitas, como el flamante Papa Francisco I, está señalada por el empeño en la educación y las misiones populares, pese a las persecuciones, según la página web de la orden.

Jorge Mario Bergoglio

Tras la expulsión que sufrieron en 1767 de los territorios de la corona española en América, su regreso a Argentina se registra el 9 de agosto de 1836, 20 años después de la declaración de la independencia del país.

«La vuelta de los jesuitas a la cuenca del Plata, luego de la expulsión de 1767, ha de ubicarse en el período histórico de la Restauración, que quedó signado por extenuantes y a menudo inútiles polémicas», se señala en el texto.

La Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola en 1540, «no se libró de este torbellino. El siglo XIX, en medida mayor quizá que el XVIII, fue un siglo de exilios y hasta de mártires».

«La Orden -se agregó en la publicación- conoció al menos unas 70 veces el ostracismo entre las naciones europeas y americanas. A pesar de la inestable situación política en 1836, los jesuitas se dedicaron con ahínco a la educación y a las misiones populares».

La orden se radicó en zonas de los alrededores de Buenos Aires como San Isidro y San Fernando, y también por los campos de Zárate, Luján, Areco y Baradero, a unos 150 Km al norte de la capital.

Tras haber llegado al país por primera vez en 1585, uno de los testimonios más fuertes de la presencia jesuítica son actualmente las ruinas de las Misiones (indígenas) en la provincia homónima (nordeste).

Otra impactante prueba de su obra son las llamadas Estancias, magníficos templos y palacios en la provincia de Córdoba (centro del país).

«En 1838 -indicó la página- tomaron posesión de la capilla de Regina Martyrum. Allí se instaló el noviciado (formación de la orden) y más tarde el seminario diocesano».

En 1843 recibieron el decreto por el cual se les ordenaba la secularización y como alternativa, la expulsión de Buenos Aires.

Pero «continuaron trabajando en Córdoba hasta 1847, donde quedó el noviciado de la Misión y para establecerse luego en La Rioja y en Catamarca (noroeste)».

La persecución siguió y «la expulsión de los jesuitas se generalizó en 1848, pero de todas maneras, algunos continuaron su misión en San Juan, Mendoza y Salta (oeste y noroeste)».

Entre los méritos que se les atribuyen figura «la preocupación por aprender y valorar la lengua indígena y el esfuerzo por mejorar la vida de los nuevos creyentes en las reducciones».

La impronta educativa de los jesuitas en Argentina los llevó a convertir las Estancias en centros de formación y en la creación de la primera Universidad en la ciudad de Córdoba, a unos 700 Km al noroeste de la capital.

En Buenos Aires, una de las Universidades más populares es la del Salvador, creada por la orden. AFP

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