"Copa de las Favelas"

Jóvenes de las favelas de Rio se juegan el sueño de ser astros del fútbol

Alan quiere ser fútbolista para salir de la pobreza. Sobre una cancha fangosa se juega parte de sueño, tratando de llamar la atención de los cazatalentos, concentrados en escoger futuros cracks entre chicos de las barriadas de Rio de Janeiro.

La Copa de las Favelas reúne a unos 800 jugadores, de entre 14 y 17 años, en 80 favelas de esta ciudad que como el resto de Brasil, sede del Mundial-2014, es una amante furibunda del fútbol.

La favela de Mata Machado, donde vive Alan, es pequeña y poco conocida. Está escondida en la zona de Boa Vista, cerca del morro del Corcovado, donde en lo más alto abre sus brazos el Cristo Redentor.

El domingo temprano, los jugadores se concentran en la entrada de la comunidad y mientras esperan el bus que los llevará al estadio, cuentan chistes y se hacen burlas para romper la tensión del gran juego: están en la fase eliminatoria y un triunfo los pondría en la semifinal.

Alan intercala los momentos de risa con seriedad, claramente pensando en el desafío que se aproxima.

«Creo que el objetivo de cada uno de nosotros es ser jugador profesional de fútbol, vestir la camiseta de la selección», dice a la AFP el atacante de 17 años, de cuerpo magro y con sendos brillantes en las orejas, que están de moda en la favela.

La vida de Alan no ha sido fácil. «A veces sólo tenemos para comer arroz y frijoles, tengo que trabajar al máximo posible para convertirme en jugador de fútbol y ayudar a mi familia», dice.

Es el sueño que todo niño en Brasil: ser el próximo Zico, Ronaldo o Neymar, y la Copa de las Favelas es un trampolín.

Ojos abiertos

Los grandes equipos de Rio de Janeiro envían a cada partido del torneo a cazatalentos para ver el desempeño de cada jugador y escoger posibles prospectos.

«Miren ahí: Botafogo, Vasco, Flamengo, Fluminense, ¡están todos allí, están esperando para verlos actuar! Es el momento que ustedes han estado esperando, tienen que aprovecharlo», lanza el entrenador Cafú a sus jugadores antes de saltar al campo.

Cafú, hoy con 36 años, fue uno de los que tuvo la oportunidad y la desperdició. A los 15 fue invitado a jugar en el Stuttgart alemán, pero la falta de disciplina y la nostalgia de su familia lo trajeron de vuelta a Brasil y a Mata Machado.

El primer tiempo del partido fue malo, el campo estaba en pésimas condiciones y jugaban cerca del mediodía. Igual, la charla-tirón de orejas de Cafú los llevó a golear 3-0, el último tanto de Alan.

«Estamos haciendo un seguimiento a un par de atletas que se han destacado para que puedan hacer pruebas con equipos profesionales», dijo Amilton de Oliveira, cazatalentos de la agencia Deponto.

Alan está en la mira del Madureira, un equipo modesto pero profesional, junto a Iuri, de 14 años y que juega en la zaga.

Más cerca del sueño

Todos los días, Anderson Basilio sale de su casa bien temprano y toma tres autobuses para llegar al centro de entrenamiento del Flamengo, uno de los mayores clubes del país.

Tiene 18 años y lleva ocho meses practicando en las categorías de base, esperando el gran momento: un contrato profesional.

«Cuando llegué al Flamengo, no tenía vuelta atrás. Entrené, conocí a los profesionales y me preguntaba si estaba soñando, pero no, es realidad, es mi sueño y voy a tener éxito», asegura el joven, que orgulloso viste la camiseta rubronegra.

Anderson disputó la anterior edición de la Copa de las Favelas y su equipo, Vila Carioca, quedó tercero. Fue considerado el mejor zaguero de la competencia.

Su papá, Gelse, que fue portero del equipo de base del Flamengo, tiene la seguridad de que el futuro de su hijo está en el campo.

«Si yo no tuve la oportunidad de ser jugador, él lo será», dice orgulloso este hombre de 48 años, actualmente desempleado.

En el barrio ya es una celebridad, se reúne a hablar con sus amigos y por supuesto a pelotear un poco en la calle.

Consultado por la AFP, el Flamengo no respondió sobre el futuro de Basilio en el club.

Mata Machado fue eliminado en la semifinal, pero se retiró con la cabeza erguida.

El próximo año se escucharán nuevos chapoteos sobre los fangosos campos donde se disputa cada enero esta Copa de las Favelas, y nuevos talentos seguramente surgirán en esta fábrica de talentos del fútbol. AFP

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