Contrastes

Alemania se muestra «exitosa», pero con pobreza creciente y mayor desigualdad

Le pobreza creciente de algunos sectores de la población y los bajos salarios que condenan a la marginación a capas importantes de la sociedad empañan el retrato económico de una Alemania a la que todo le sale bien.

Ángela Merkel

Si bien la primera economía europea parece sobrevolar sin grandes problemas la crisis actual, sus ricos incluso parecen están beneficiándose.

El último informe gubernamental, publicado el martes, lo confirma: el 10% de los hogares alemanes más ricos poseen ahora el 53% de los 10 billones de euros de riqueza privada del país. Hace diez años solo poseían el 45%.

En comparación, la mitad de los hogares alemanes más modestos se reparten tan solo el 1% de las riquezas frente al 4% hace diez años.

«Los salarios horarios, que ya no bastan, incluso trabajando a tiempo completo, a garantizar la subsistencia de una persona soltera, acentúan los riesgos de pobreza y debilitan la cohesión social», advirtió el ministerio de Trabajo.

A menudo alabado en el extranjero por su flexibilidad y la baja tasa de desempleo que lo acompaña, los sindicatos y algunos economistas critican sin embargo cada vez más al mercado laboral alemán y denuncian la creación de una sociedad de dos velocidades.

Entre 2006 y 2010, la proporción de trabajadores pobres en Alemania ha mantenido su tendencia al alza, hasta superar el 20% en las empresas de más de diez empleados, según la Oficina Federal de Estadísticas Destatis.

La ausencia de salario mínimo y la multiplicación de empleos precarios y de «mini-trabajos» muy mal pagados debilitan la situación financiera de muchos.

Y las dificultades no solo afectan a los empleados, sino también cada día más a los jubilados, víctimas colaterales de un mercado de trabajo poco protector.

«Aunque haya cotizado 35, 45 ó 45 años, aunque tenga un empleo cualificado y un salario fijo, no obtendrá una jubilación superior a un mínimo vital», advirtió recientemente la ministra de Trabajo, la conservadora Ursula von der Leyen, ante el Parlamento.

Según los investigadores del instituto macroeconómico y de coyuntura de la fundación Hans-Böckler, alguien que gana unos 2.000 euros por mes deberá haber trabajado 43,5 años en 2030 para lograr una jubilación equivalente a apenas 700 euros.

Sin olvidar que un número de mujeres se salen del mercado laboral en cuanto que tienen hijos, por lo tanto no cotizan lo suficiente.

Pero la canciller alemana, Angela Merkel, que se enfrenta a unas legislativas cruciales a finales de 2013 y no quiere levantar las protestas de sus socios liberales con una costosa revalorización de las pensiones, se desmarcó del grito de alerta de su ministra.

Sin embargo, «con las reformas de las jubilaciones y del mercado laboral de los diez últimos años, el riesgo de pobreza entre las personas mayores se ha disparado», afirma la fundación Hans-Böckler.

El riesgo de una situación a la estadounidense, donde muchos jubilados se encuentran obligados a hacer pequeños trabajos poco gratificantes para llegar a fin de mes, se amplifica.

Más de 761.000 seniors trabajan para completar su jubilación en Alemania, el país europeo con más personas mayores de 65 años y una natalidad entre las más bajas. Unos 118.000 de estos tienen más de 75 años. Las cifras van aumentando.

Si se excluye a quienes desean trabajar para mantenerse en activo, sindicatos y partidos de izquierda ven en esas cifras una situación alarmante.

Pero «el problema de la pobreza en las personas mayores no se combate a nivel del sistema de jubilaciones; tiene que resolverse en el mercado laboral», consideró el economista alemán Axel Börsch-Supan en una entrevista a la revista Der Spiegel.

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