Conferencia mundial sobre Sida en Sudáfrica

Basta de silencio

por Isabel Villar (*)

La ciudad sudafricana de Durban, ubicada sobre la costa índica del cuerno de Africa y dentro de la provincia de Kwuazulu Natal, fue la sede de la XIII Conferencia Internacional de Sida. Con el sur como anfitrión por vez primera de este megaevento mundial que se celebra cada dos años, la elección recayó en Sudáfrica, un país de 41 millones de habitantes, con dilatada historia de segregación racial. El apartheid fue abolido hace 6 años y Nelson Mandela, un icono vivo en la lucha contra el racismo, pudo llegar a la presidencia. Pero las leyes no cambian por sí solas las realidades, y aún hoy la población negra (80 por ciento del total) sigue siendo pobre, explotada y primera víctima del VIH-Sida. Las personas blancas no se libran del virus, pero tienen mejores condiciones socioeconómicas para lidiar con él.

Según Onusida, en el mundo hay actualmente 34.3 millones de personas VIH positivas: 33 millones de adultos (15.7 son mujeres) y 1.3 millones de infantes y adolescentes menores de 15 años. 2.8 millones murieron de Sida en 1999 y 18.8 millones de defunciones ha cosechado la epidemia desde el descubrimiento del virus hace casi 20 años, una cifra que supera el costo en vidas de las dos guerras mundiales del siglo XX.

El 90 por ciento de los seropositivos vive en países en desarrollo. Sólo el continente africano alberga a 23 millones de ellos, mayoritariamente radicados en el área subsahariana. En algunos países la esperanza de vida no superará los 40 años dentro de poco tiempo; para 2002 la fuerza de trabajo perdida por el Sida representará el 21 por ciento en Namibia, Boswana y Zimbabwe, 19 por ciento en Mozambique y 17 por ciento en Sudáfrica. En el Africa subsahariana alrededor de 800.000 jóvenes han perdido un maestro a causa del Sida sólo en 1999.

Expertos africanos afirman que la alta prevalencia de las enfermedades de transmisión sexual en el continente explicaría la tremenda expansión del VIH-Sida. Pero su crecimiento desmesurado en los últimos años habla a las claras de ausencia de políticas eficaces de prevención. En países donde se instrumentaron, como Uganda y Senegal, se logró revertir la tendencia.

EL HOLOCAUSTO DE LOS POBRES

Nkosi Johnson tiene 11 años, es sudafricano y nació con el virus. En la ceremonia de apertura de la conferencia recordó al mundo: «Somos seres humanos normales, podemos caminar, podemos hablar, tenemos manos como los demás. Somos todos iguales».

Pero no todos son iguales frente al VIH-Sida: algunos, los que tienen recursos económicos, pueden acceder a tratamientos antirretrovirales capaces de prolongar la vida al menos 10 años; para la mayoría eso es una utopía.

Un juez de la Corte Suprema de Sudáfrica, Edward Cameroon, conmocionó al auditorio en la primera sesión plenaria: blanco, de clase media, homosexual y VIH positivo desde hace 3 años, reveló que él está en condiciones de «comprar salud, alegría y vigor», «de pagar por la vida». Su sueldo de magistrado le permite desembolsar 400 dólares mensuales por las cuatro píldoras que toma a diario para mejorar su sistema inmunológico. Si no lo hiciera, ya estaría muerto. La mayoría negra africana vive con un salario diario de menos de un dólar.

«En lugar de aceptar que el Sida es una enfermedad debilitante, hay que ver cómo dar acceso a los medicamentos. Los nuevos medicamentos pueden romper la ecuación entre Sida y muerte», afirmó Cameroon, quien califica al negocio de las compañías farmacéuticas como «un nuevo apartheid o nazismo», «un acto criminal tan grave como cualquier guerra». Claro que «hay quienes tienen poder para cambiar el curso de la historia: las compañías farmacéuticas y los gobiernos», insistió el juez.

El día antes de la inauguración oficial de la conferencia, una marcha recorrió las calles de Durban reclamando la reducción del precio de los medicamentos que controlan la multiplicación del virus en las células humanas. «Vidas antes que ganancias» fue uno de los lemas de quienes reclamaban drogas para los pobres, que según la organización internacional Médicos sin Fronteras cuestan en los países en desarrollo un 80 por ciento más que en Estados Unidos. Winnie Madikizela-Mandela, ex esposa de Nelson Mandela, criticó al gobierno sudafricano por no tomar en serio el problema, y los activistas lo interpelaron por lo que llaman «el holocausto de los pobres». En días posteriores tomaron simbólicamente los stands de algunos laboratorios, Merck y Abott entre ellos.

Asumiendo que bajara el precio de los medicamentos es un «deber moral», el gerente de Merck para la región africana, Jeffry Sturcio, advirtió que en el combate del VIH-Sida eso es sólo una parte: como en el caso de enfermedades más simples y fáciles de tratar –las diarreas, por ejemplo– en los países en desarrollo conspiran los malos sistemas internos de distribución y llegada masiva a la población.

Para mostrar sus buenas intenciones, la Merck anunció que, conjuntamente con la Fundación Bill y Melinda Gates, financiará un programa de prevención y control masivos, con participación de las comunidades, en Botswana, país donde el 35.8 por ciento de las personas adultas son seropositivas. El aporte total será de 100 millones de dólares.

Otros laboratorios reconocieron que, por los costos de producción y comercialización, no están interesados en vender medicamentos a los países en desarrollo. Estados Unidos y Europa consumen el 85 por ciento de los que se producen en el mundo.

Por iniciativa del presidente francés Jacques Chirac, trasmitida por su ministra de Salud a la conferencia, una propuesta de acuerdo con las compañías farmacéuticas y Onusida para bajar el costo de los medicamentos llegó a la cumbre del G-8, que desde el 21 al 23 de julio reunió en la isla japonesa de Okinawa a los dignatarios de los siete países más desarrollados del mundo y Rusia. Pero la declaración final sólo recoge el objetivo de reducir en un 25 por ciento los millones de afectados de Africa antes de 2005.

ESTAN MATANDO A NUESTROS JOVENES

Thabo Mbequi, presidente de Sudáfrica, decepcionó a propios y extraños. En la ceremonia inaugural dijo que la pobreza extrema es la «enfermedad» que causa el mayor número de muertes evitables en el Tercer Mundo, y entre sus manifestaciones incluyó al Sida. Pero no formuló ningún anuncio concreto en materia de acceso a los ansiados medicamentos, que incluyen la Nevirapina para evitar la transmisión de madre a hijo. Tres meses antes, sin embargo, Mbequi había enviado una misiva a los jefes de gobierno de las principales potencias mundiales cuestionando el monopolio de la industria farmacéutica sobre las drogas. Claro que en la misma también ponía en el tapete la duda: ¿será el VIH el verdadero causante del Sida?, cosa que la comunidad científica considera fuera de toda discusión.

Nelson Mandela, durante cuyo gobierno Mbequi fue vicepresidente, conmovió con su sola presencia al cierre de las deliberaciones, pero un hálito helado recorrió al atestado auditorio cuando el legendario líder expresó su horror «al saber que la mitad de las y los jóvenes de mi país morirá de Sida en los próximos años». «Lo que me da más coraje es que todas esas muertes se podrían –y se pueden– haber prevenido y eso es sumamente irresponsable», dijo Mandela.

El está convencido de que «puede detenerse la estigmatización y la discriminación, pueden prevenirse nuevas infecciones y puede fortalecerse la capacidad de familias y sociedades para cuidar de las personas VIH positivas y con Sida». Es decir: puede pasarse de la retórica
a la acción; el asunto es hacerlo ya.

«El Sida no se contrae por pecado alguno», enfatizó Mandela, por lo que es necesario que las familias, los amigos y la sociedad en su conjunto «brindemos amor y solidaridad a quienes están siendo afectados por esta enfermedad».

AMA LA VIDA

Adolescentes y jóvenes, junto con las mujeres, son las poblaciones sujetas a mayor riesgo. Los primeros no estuvieron presentes en la conferencia, que de su problemática se ocupó muy poco. El ex presidente sudafricano recordó que ya es hora de quitarse los falsos moralismos, y reconocer que la población adolescente tiene una activa vida sexual y la está viviendo con alto riesgo de contraer el VIH.

En este punto la evocación marchó por su cuenta a un pequeño país del cono sur, donde un discretísimo libro de orientación sexual para liceales de 15 años ha despertado las iras de los sectores más conservadores. Sí, se trata de Uruguay…

En Sudáfrica se está desarrollando uno de los pocos programas que trabajan directamente con jóvenes y adolescentes urbanos de ambos sexos de entre 12 y 17 años, tomando en cuenta sus necesidades y formas de comunicación. «Life Love» (Ama la vida) está especialmente dirigido a comunidades negras deprimidas y de clase media, y cuenta con un periódico de amplia circulación y un programa de televisión producido y conducido por personas jóvenes.

LA PODEROSA INDUSTRIA FARMACEUTICA

Peter Piot, director de Onusida, reconoció el fracaso en las negociaciones con las compañías farmacéuticas y con la Organización Mundial del Comercio, en materia de patentes e importaciones paralelas. La dispensa de las primeras permitiría producir medicamentos genéricos –igual de eficaces a los originales pero elaborados local o regionalmente a más bajo costo– sin pagar derechos a sus inventores. Las segundas facilitarían la adquisición de un producto directamente al país que lo ofrezca al precio más conveniente. Pero todo esto está sujeto a complejos mecanismos del sistema de comercio internacional.

Los gobiernos son responsables por los impuestos con que gravan a los medicamentos, y por no invertir en la compra de ellos en lugar de distraer los fondos del erario en gastos militares, por ejemplo (Estados Unidos invierte 60.000 millones de dólares en su programa de defensa antimisilística).

La condonación de las deudas de los países en desarrollo más pobres, para que puedan invertir más recursos en sus sistemas de seguridad social y combatir más agresivamente la pandemia, es otro camino.

POTENCIAR A LAS MUJERES

Estudios de la sudafricana Ciudad del Cabo mostraron que el 40 por ciento de los hombres ha abusado de sus compañeras y 15 por ciento de ellos lo admitieron. En Sudáfrica hay tres compañías de seguros que incluyen en sus pólizas el riesgo de violación. La directora general de la Organización Mundial de la Salud, Gro Harlem Brundtland advirtió que «no habrá progreso contra el VIH-Sida hasta que la mujer pueda controlar su sexualidad». El condón femenino y los microbicidas contribuirían mucho a ello. Pero el primero aún no es accesible en la mayoría de los países del Tercer Mundo, y los resultados de investigaciones sobre los segundos presentados en la conferencia fueron decepcionantes.

El miedo a la reacción de sus compañeros cuando les revelen su condición de seropositivas, es una de las causas que estaría ocultando el problema en las mujeres y obstaculizando la prevención. Aunque en la mayoría de los casos, son ellos mismos los responsables de la infección.

«Potenciar a las mujeres es potenciar a las naciones», afirmó la ministra de salud de Swazilandia, y recibió una ovación de pie. Una colega africana había explicado antes que «potenciar a las mujeres no es quitar poder a los hombres, porque más para uno es más para todos». Eso exige cambiar las normas que someten a las mujeres y encierran a los hombres en esquemas que les hacen daño. Pero hay una razón poderosa para cambiar: «están matando a nuestros jóvenes».

La descriminalización de la prostitución, su traslación de cuestión moral al contexto de la legislación laboral y los derechos humanos fueron algunas de las demandas más recurrentes cuando se habló de trabajadoras y trabajadores sexuales. Test de VIH, servicios accesibles y aumento de la capacidad para cuidar la salud propia y la de sus clientes las complementaron.

EL LUGAR DE LOS BRUJOS

En las tribus africanas el brujo ocupa un lugar destacado. En materia de dolores del cuerpo y el alma, tiene a su cargo el diagnóstico, interpretado más tarde por un colaborador que indicará con precisión las hierbas, semillas, brebajes o pieles de animales que hacen falta para mejorar la situación. A poco andar del moderno Centro Internacional de Convenciones donde se desarrollaba la conferencia, una abigarrada feria local que se extiende alrededor del Victoria Market (un mercado indio que figura entre las atracciones turísticas de la ciudad de Durban) ofrece todos los días una amplia variedad de estas medicinas tradicionales.

Los brujos reclamaron su lugar en la sucesión de 6 sesiones plenarias, 794 sesiones orales, 16 simposios comunitarios, 64 workshops, 4.300 sesiones de posters y un completo programa cultural, que tuvieron ocupadas durante una semana a las delegaciones de todo el mundo. Más de 100 de ellos se presentaron a reivindicar su función frente al VIH-Sida al ritmo de cantos y danzas africanas. No pretenden tener la cura para la enfermedad, pero se declaran competentes para prevenir la difusión del virus y para tratar las infecciones oportunistas. «El 90 por ciento de la gente local va antes a los brujos que a los médicos, y es necesario buscar todos juntos una solución», alegó Erick Gbodossu, brujo de Senegal y coordinador del grupo Prometra. Expertos de la región reconocieron que se trata de líderes comunitarios naturales, que efectivamente pueden ayudar mucho en la adherencia a los tratamientos científicos, por ejemplo.

OIR, HABLAR Y ENTENDER

Romper el silencio fue el lema de la XIII Conferencia Internacional de Sida. Para ello había que hablar de sexualidad, de preferencias y prácticas a su respecto, de discriminación hacia las personas que viven con VIH- Sida, de responsabilidades de los gobiernos que no se deciden a invertir fondos e impulsar campañas de prevención amplias, de inequidad entre países ricos y pobres, del derecho de todas las personas a servicios de salud de buena calidad y condiciones dignas de vida, del negocio de las transnacionales del medicamento, de la hipocresía de exigir cuidados a poblaciones que viven sumergidas en la pobreza extrema, de condicionantes de género que hacen más vulnerables a las mujeres, de violencia intrafamiliar que favorece la difusión de la infección entre los componentes más débiles: mujeres, niñas y niños; de moralinas retrógradas que pretenden invisibilizar la sexualidad de adolescentes y jóvenes condenándolos a riesgos seguros, de usuarios de drogas inyectables y mecanismos para reducir las posibilidades de que diseminen la infección por compartir jeringas contaminadas, de realidades científicas en materia de vacunas y tratamientos, de fracasos y de avances, de opciones y necesidades de investigación, entre muchas otras cosas.

De todos estos temas y algunos más se habló en Durban, con mayor o menor grado de profundización. Lo más destacable quizá sea que todos los protagonistas estuvieron representados y pudieron hacer oír su voz. Aunque con límites, como los que impone la lengua.

Con el inglés oficializado para todas las actividades, la comunidad hispanoparlante, fundamentalmente la latinoame
ricana, se quedó afuera de la mayoría de las deliberaciones. «Para romper el silencio, Latinoamérica quiere oír, Latinoamérica quiere hablar», rezaba un enorme cartel colocado en una de las entradas al Centro Internacional de Convenciones, y no se desperdició ninguna oportunidad para hacer patente la disconformidad.

La próxima conferencia está prevista en Barcelona, España, donde también la lengua oficial será el inglés, pero queda la esperanza de que haya más talleres y sesiones orales en español, teniendo en cuenta que ese es el idioma del país anfitrión.

MEDIOS EN EL MEDIO

1.400 periodistas compartieron con científicos, técnicos, farmacéuticos, académicos, portadores, activistas, integrantes de la comunidad, una semana de intensa actividad. La propia conferencia convocó a medio centenar de profesionales del mundo que, integrando el Key Correspondent Team, nutrieron con su producción (entre otros destinos) el sitio web (www.aids2000.com), que al cabo de la reunión llevaba registradas más de un millón de visitas.

Del papel de los medios en la prevención del VIH también se habló en los talleres. Uno se titulaba «Alimentar a la bestia»…

(*) Integrante del International Key Correspondent Team de la XIII International AIDS Conference en Durban, Sudáfrica.

 

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