Sylvia Lago: "abracé la literatura con violencia y con pasión"

Usted creció en una casa-quinta en el barrio de Pocitos, cerca del mar, cuando el Uruguay «Suiza de América» aún lograba irse manteniendo… ¿Cómo era ese país?

-Era distinto, más recoleto, más solidario. Había un «aire tibio» de confraternidad, de cercanía, que luego se fue perdiendo. Tal vez hoy idealice un poco porque la época de la casa-quinta fue la de mi infancia, con una familia grande, bastante unida, plantas, árboles, animalitos, el mar próximo… Un retazo de edén, hermoso, incontaminado.

-¿Cuáles son los recuerdos más vivos que tiene de sus padres?

-De mi padre que me leía, antes de dormir, los cuentos de Las mil y una noches, adaptados a veces por su imaginación a mi edad infantil. Creo que sus lecturas me introdujeron tempranamente en la literatura. Mi mamá era muy posesiva y eso trabó desde mi niñez nuestra relación. Pero también era cariñosa; recuerdo ­yo era muy pequeña- el calor de su regazo, sus caricias, creo que hasta su perfume.

-¿Recuerda a su abuela materna? ¿Usted vivía con ella?

-¿Cómo olvidarla? Era la gran matriarca, severa, muy religiosa. Viuda desde muy joven, amparó siempre a su familia: hijos, nietos, sobrinos, tratando de inculcar un código de vida y de costumbres; recuerdo sus «santuarios» caseros, sus íconos, sus estampas milagrosas, los rosarios colectivos… Esto no significa que, en tales aspectos, su descendencia le haya obedecido… Tenía una gran personalidad heredada quizá de su padre, un maestro español que había venido a América muy joven con un bagaje cultural poco frecuente en la época.

-¿Cómo inciden esos recuerdos de la niñez en su creación literaria?

-Creo que en el territorio infantil -la verdadera «patria» del ser humano, se lo ha llamado- nacieron personajes, paisajes, escenarios, alegrías y miedos, obsesiones que sustentaron mi obra literaria.

-La nobleza del emperador Trajano, el de la historia y el de las «Coplas» de Manrique, ¿le recuerda a alguien?

El nombre de Trajano se inspiró, más que en la figura histórica, en la visión que del personaje nos da, en pocos versos, Manrique en sus «Coplas». De ahí surgen las virtudes que el protagonista de la «nouvelle» tomó en cuenta para bautizar con el nombre del emperador a su adorado perrito.

 

DE LA SEÑORA PIELDEDIAMANTE  A «DETRÁS DEL ROJO»

En una entrevista que le realizaron años después del momento en que usted se aleja de la denominada por Benedetti «literatura de balneario» para «tomar partido» en las urgencias que acuciaban al país, respecto al cauce que iba a tomar su creación literaria decía: » Abracé la literatura con violencia y con pasión«…

-La «literatura de balneario» perteneció a una época todavía bastante eglógica, que luego cambió totalmente. Se precipitaron hechos sociales que reclamaban del escritor una postura distinta, una respuesta. Sentí que había que testimoniar sobre esos acontecimientos, y no sólo sobre las «clases enmascaradas» y sus cínicas posturas. Traté de hacerlo, sí, «con violencia y pasión».

-En 2001, Hugo Verani se refirió a su cuento «Días dorados de la señora Pieldediamante» como un » magistral relato acerca de la hipocresía sexual de la burguesía». Le han realizado muchas preguntas acerca de este relato. Las mías son las siguientes: a la luz de estos días, ¿siguen siendo válidas las palabras de Laura Pieldediamante?, ¿sigue siendo válido el epígrafe de Heidegger que ilustra el relato: » Tras la máscara del uno para el otro, actúa un uno contra otro«, que resume ­a mi entender- la lucha de conciencias que se observa en el relato?

-Siempre agradeceré al crítico e investigador de la literatura latinoamericana Hugo Verani su definición de ese cuento que quiero mucho. Siento que la posición de la mujer de la clase que integra Laura Pieldediamante ha cambiado bastante, aunque no totalmente. En cuanto al epígrafe de Heidegger, pensador excepcional cuya filosofía no tiene que ver con sus debilidades como ciudadano, muestra aspectos de las relaciones intersubjetivas que siguen, en general, siendo válidas. Está muy bien lo que tú dices acerca de que refleja «la lucha de conciencias» que se da en el relato.

Detrás del rojo«, » Las flores conjuradas«, son sus dos libros «desaparecidos» de las bibliotecas, de las librerías. Afortunadamente, algunos de sus textos volvemos a encontrarlos en Antologías que se vienen reeditando. ¿Qué nos puede decir acerca de ellos?

-Los dos tuvieron importancia para mí. Ya «Días dorados de la señora Pieldediamente», publicado en antología por Ángel Rama, había expresado una ruptura con una visión del mundo, con el estilo clásico -bastante idílico-, de «Trajano». Estos nuevos cuentos se situaban en la línea que busca «desenmascarar la hipocresía social», como lo ha dicho la crítica. Y estilísticamente, seguí con la experimentación del lenguaje. «Las flores conjuradas» circuló muy poco: reunía cuentos comprometidos y fue publicado por una editorial que arrasaron en los comienzos de la dictadura.

-¿Qué significó «Marcha» para usted y para la denominada por Ángel Rama «Generación de la crisis»?

-Un referente cultural de excepción, irrepetible, que dio cabida con generosidad -aunque también con exigencia- a los por entonces jóvenes integrantes de la Generación de la crisis.

-¿Existe una genealogía de mujeres escritoras uruguayas?

-Creo que sí. Con figuras que van desde la feminista y valiosa Petrona Rosende, poetisa que fue llamada por Acuña de Figueroa «la Safo Oriental», defensora en el Siglo XlX, como periodista y como poeta, de los derechos de la mujer, pasando por una larga lista de escritoras estupendas, hasta la actualidad, que luce personalidades creativas tan representativas como la de Circe Maia, para citar una presencia paradigmática.

 

LA ATRACCION POR LUGONES

-¿Se puede hablar de su novela «Saltos mortales» como la continuación ­de alguna manera- de su otra novela, «La última razón», publicada en 1968? ¿O existe a partir de «Saltos mortales» una mirada diferente, un distanciamiento con su creación literaria anterior?

-«Saltos mortales» me permitió continuar la saga trágica de los Lugones: padre-poeta, hijo-torturador, nieta-revolucionaria. La realidad -sabia en ficciones- me dio los materiales para llevar al nivel creativo un drama apasionante.

-En su ensayo «Leopoldo Lugones: La flecha hacia el vacío», editado por la Universidad de la Repúblic a en 1986, usted profundiza sobre la obra del poeta. En «Saltos mortales»reaparece la figura de Lugones. ¿Qué le atrae de Lugones?

-Es una personalidad que siempre me atrajo por su «pathos»: poeta modernista magnífico, gran prosista, no obstante con conductas cívicas lamentables. Un ser conflictuado, con terribles contradicciones que opta, en definitiva, por el suicidio.

-¿Por qué la utilización de la primera persona, tan frecuente en sus relatos y novelas? ¿Qué logra transmitir con el uso del «yo»?

Una relación mucho más directa con los acontecimientos narrados, en la que el personaje narrador se involucra desde sus profundidades subjetivas con lo que vive, goza, padece y cuenta.

-No me olvido de su cuento «Ojo el General». ¿Existen muchas diferencias entre Gabino y el hijo ­del­poeta?

-Son personajes diferentes aunque ambos pertenezcan -y aquí me pongo maniquea- al «mundo de las tinieblas». Mucho más complejo es, sin duda, Lugones hijo, que el esperpéntico Gabino de «Ojo el General».

 

NUEVA PRODUCCION DE MUJERES

-En la nueva produc
ción narrativa que da a conocer «La adopción y otros relatos», ¿las mujeres se acercan a Laura Pieldediamante?

Están en otra etapa de creación, aunque tienen aspectos comunes. Sin ser del mismo estrato social -hay hasta una baronesa memoriosa en «Amantis purpurata»- muestran algunas vetas perversas, como la protagonista de «Mamografías» o Solange, la dama delirante de «La adopción». Pieldediamante -uno de mis personajes preferidos- queda, para mí, en una vitrina aparte.

-En su cuento «Despojos», el personaje Horacio establece: » la lucha que por cierto continúa en nuestra América se reiniciará, tal vez de otro modo, pero se reiniciará también entre nosotros«. ¿Usted le cree a Horacio?

Horacio posee una psicología enfermiza: ha vivido experiencias terribles y se sostiene en base a las fuertes mujeres que lo rodean y lo apuntalan para que no se desmorone. Necesita tener alguna esperanza para seguir viviendo.

-¿Qué opinión le merece la narrativa actual de las y los más jóvenes?

Están haciendo, con valentía -a veces ilusionados, otras venciendo el desengaño- su literatura, su espacio cultural. Confío en ellos, constructores de un futuro que a los viejos poco nos pertenece.

-Dos últimas preguntas: ¿cómo ve al Uruguay de hoy?, ¿hacia dónde vamos?

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