ESPAÑA

El 8M de la Iglesia en España: las mujeres se rebelan contra el patriarcado eclesial

Denuncian principalmente la brecha salarial y la actitud de ninguneo que enfrentan las mujeres dentro de la Iglesia Católica. "Las mujeres somos una inmensa mayoría de los fieles católicos en el mundo pero no se nos ve en los grandes eventos eclesiales ni en los órganos de toma de decisión. No se nos ve más que para servir la comida o limpiar el altar", denuncian.

El 8M de la Iglesia en España: las mujeres se rebelan contra el patriarcado eclesial
El 8M de la Iglesia en España: las mujeres se rebelan contra el patriarcado eclesial

El diario.es de España publicó un artículo sobre la lucha de las mujeres en el seno de la Iglesia Católica. El medio recuerda que las mujeres son más de la mitad de los fieles católicos en el mundo, y una abrumadora mayoría de los que asisten asiduamente a misa, sin embargo continúan siendo ninguneadas por la estructura eclesial, que les cierra las puertas al sacerdocio y a los órganos de poder y las reduce a meras asistentas de los clérigos.

La ola del feminismo que viene ganando fuerza en los últimos años en casi todo el mundo también llegó a la Iglesia que se rebela contra los abusos de poder del patriarcado eclesial.

El medio español cita la situación de las mujeres en la Iglesia que fue detallada por el diario del Vaticano, l’Osservatore Romano en marzo pasado a través de un reportaje que revelaba las condiciones de semiesclavitud en las que viven muchas religiosas, convertidas en sirvientas de obispos y cardenales. «Se levantan por la mañana a preparar el desayuno y se van a dormir después de servir la cena» cobrando poco o nada, asegura el texto que agregaba casos de mujeres con doctorados en teología que han recibido órdenes de realizar únicamente tareas domésticas.

La Asociación de Teólogas Españolas emitió un comunicado histórico en el marco de la movilización de mujeres del 8 de marzo, en él abogaba por «un discipulado de iguales» entre hombres y mujeres, denunciando la situación de «subordinación e inferioridad» fruto de una «cultura patriarcal» que tiene en la Iglesia católica uno de sus puntales.

La presidenta de dicha asociación, Silvia Martínez Cano, señaló que «la Iglesia tiene una estructura que todavía no ha logrado democratizarse como proponía el Concilio Vaticano II», al tiempo que consideró que «se están dando pasos muy lentamente en algunas cuestiones, pero no en lo fundamental que es la estructura, que sigue siendo jerárquica y masculina».

En diálogo con eldiario.es, aseguró que «es imposible el equilibrio entre hombres y mujeres con la actual estructura», y precisó que más allá del sacerdocio femenino, lo que se busca es «una estructura donde hombres y mujeres puedan trabajar de la misma manera, en plano de igualdad».

Y explicó que es difícil que se den las transformaciones de ese tipo dentro de la Iglesia, debido a que éstas vienen desde la jerarquía «y el acceso de la mujer a la jerarquía es… ninguno».

Consultada sobre si la Iglesia es machista, aseguró que «participa de la cultura. Vivimos una cultura patriarcal, y la Iglesia bebe de esas fuentes». Al tiempo que consideró que «la Iglesia tiene una responsabilidad para hacer cambios en esa cultura, debería ser pionera en esto», como haría el propio Jesús de Nazaret, señaló.

A su vez resaltó que «el papel de las mujeres es fundamental», y agregó que «si las mujeres nos plantáramos, las iglesias estarían vacías, no se podría hacer nada».

El artículo del diario español señala que desde hace meses, religiosas de todo el mundo se plantaron y lanzaron acusaciones de acoso laboral y, en algunos casos, sexual, por parte de clérigos y obispos. Hay decenas de casos en todo el mundo, en lo que ya se conoce como el #MeToo en la Iglesia católica, en referencia al movimiento de mujeres que explotó en el ámbito de Hollywood y tuvo repercusiones en todo el mundo.

En España, agrega el texto, las denuncias vienen más por sentirse utilizadas como sirvientas, pese a que cada vez hay más mujeres teólogas, biblistas o expertas en Derecho Canónico, que cuentan con menos oportunidades que los hombres y ocupan un discreto segundo plano.

Brecha salarial y ninguneo

La brecha salarial entre hombres y mujeres tampoco está ajena en la Iglesia. «En la Iglesia, por ejemplo, los curas cobran un sueldo cada mes, además de estipendios de misas o sacramentos. Las monjas, no. Sólo cobran si están contratadas para algún servicio o cargo. Los ministerios habituales y cotidianos, no se remuneran: parece que sólo los hombres –considerados trabajadores– merecen su salario», denunció en ese sentido sor Lucía.

Y señaló que «la mujer no debe esperar a que un hombre le dé la palabra, debe tomarla. No hay que mirar tanto a Roma, hay que mirar al Evangelio, y desde ahí actuar. Cuando se hace, la mujer es mirada y reconocida, y se cuenta con ella. Pero la marca del clericalismo, del machismo y de un patriarcado enquistado, intenta bloquear el paso a la mujer».

Sor Lucía precisó que actualmente hay distintos ritmos de cambio: «el que reivindican colectivos feministas, que quieren ya la plena igualdad; el que promueve Francisco, desde la escucha y la apertura progresiva; y el de los que aplican el freno y ponen palos en las ruedas de la reforma en los ámbitos clericales». Y denunció el caso de las monjas de clausura «a las que se trata como menores de edad, y quedan bajo la tutela jurídica de los obispos. Esto no se hace con los monjes varones».

En ese sentido Mª Angeles López Romero, laica y directora editorial de San Pablo, una de las editoriales católicas con más peso manifestó que «la Iglesia tiene una enorme deuda con las mujeres, a las que ha discriminado, invisibilizado y tutelado como a menores de edad a lo largo de su historia».

La periodista agregó que normalmente, esta exclusión también se ha dado en la sociedad, «excepto ahora». «Vivimos un tiempo nuevo en el que empieza a ponerse coto socialmente a las principales secuelas del patriarcado. Y, sin embargo, la Iglesia no está sabiendo ir al paso de la sociedad contemporánea en este terreno», consideró.

«Las mujeres somos una inmensa mayoría de los fieles católicos en el mundo pero no se nos ve en los grandes eventos eclesiales ni en los órganos de toma de decisión. No se nos ve más que para servir la comida o limpiar el altar», lamentó.

Para ella se debe exigir la «presencia en los órganos de responsabilidad», de mujeres porque «está muy bien decir que la aspiración del creyente debe ser el servicio, pero si los hombres de Iglesia pueden vivir la asunción de responsabilidades como un servicio, las mujeres queremos servir también desde puestos de responsabilidad y espacios donde se toman las decisiones. Decisiones que, en muchos casos, nos afectan directamente o incluso sola y exclusivamente a nosotras, y de las que históricamente se nos ha excluido».

«Queremos ser tratadas como adultas, que se reconozca nuestra aportación», agregó.

Es precioso «formar parte de la construcción de una nueva Iglesia, más horizontal y democrática, en la que se tengan en cuenta nuestro talento y nuestras aportaciones intelectuales. Porque la Iglesia está empezando a hablar de nosotras, sí, pero sigue sin contar con nosotras», manifestó.

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