Sobre el lobby feminista y como atar tantas moscas por el rabo

“Sin embargo, esos códigos y conductas que uno podía elegir como puntos de orientación estables, y por los cuales era posible guiarse, escasean cada vez más en la actualidad”… “Esas pautas son maleables hasta un punto jamás experimentado ni imaginado por las generaciones anteriores, ya que, como todos los fluidos, no conservan mucho tiempo su forma.”…”Mantener la forma de los fluidos requiere muchísima atención, vigilancia constante y un esfuerzo perpetuo” - (Zygmunt Bauman MODERNIDAD LÍQUIDA Prólogo Acerca de lo leve y lo líquido, 1999)

 

Sobre el lobby feminista y como atar tantas moscas por el rabo.
Sobre el lobby feminista y como atar tantas moscas por el rabo.

Citar a Bauman y elegir un título bien provocativo es un buen gancho para comenzar el artículo, pero en realidad refleja “stricto sensu” (tal cual) un estado de mi espíritu acribillado por estímulos cambiantes que provienen de una realidad que se presenta caótica y que me cuesta interpretar tanto, como intentar atar muchas moscas por el rabo. El paradigma que nos propone Bauman no se alinea con la idea de posmodernidad, habla de esta misma etapa de la humanidad que sobrevino con la Revolución Industrial y el capitalismo, que ahora habría dejado de ser sólida, para ser “Modernidad líquida”, inatrapable, inubicable en un tiempo y en un espacio porque su naturaleza, la de la historia actual del mundo es como un fluido.

Es muy probable que estemos en un período de inflexión del desarrollo humano, a punto de pegar un salto en el proceso de organizar nuestras ideas, de ordenarlas, de validarlas, en el ejercicio de la interpretación de los hechos y en la búsqueda de la verdad y de conclusiones, que nos dejará código mental nuevo para administrar mejor ese caos. Es decir incorporarlo como parte de una realidad que vino para quedarse.

Esos “puntos de inflexión” en la prehistoria significaron miles o millones de años para que “el tipo” (ser humano) lograse dominar una técnica y avanzara a un estadio superior. Por ejemplo, Homo Erectus y Neaderland fueron recolectores y cazadores de alimentos durante 2,5 millones de años y el Sapiens también. Hace solo 10 mil años, el hombre primitivo comenzó a domesticar plantas (cultivar) y animales.

El siglo XX, “problemático y febril” según Discépolo, nos ha mostrado que muchas de esas dinámicas de desarrollo tecnológico y científico se aceleraron a ritmo de vértigo.

Y en este nuevo milenio la sensación puede ser angustiante. Lo que no ha cambiado es que ese spinning de ciencia y tecnología siempre está primero que la elaboración reflexiva, ética, normativa y espiritual que intenta ordenar el mundo de los hombres y sus relaciones, respecto de esos avances.

Sé que el lenguaje es un envase que al final condiciona dialécticamente al contenido: las ideas, pero de verdad me cuesta utilizar “los hombres y las mujeres” simplemente por quedar bien. Cuando pienso y escribo “el mundo de los hombres” pienso en la humanidad, es una abstracción, sin distinción de sexo, como lo indica la Real Academia. Pero al mismo tiempo éste sigue siendo el mundo de los hombres, y aquí sí va dicho con todo el peso del sexo y el género. Por lo tanto en este paroxismo desenfrenado de comunicación que nos apura todo el tiempo, que ha perdido el espacio para la reflexión previa, retuiteando, compartiendo, dando “me gusta” a troche y moche, respondiendo “al toque”, mucho más fundados en la primera impresión, en la reacción inmediata es necesario parar, dar tiempo imprescindible para rumiar los pensamientos y revisar lo que se escribe y lo que se dice con serenidad.

Es así que, cuando la historia nos acribilla con imágenes de un devenir humano que ha sido despiadado con las mujeres durante 2 mil años, con foco en la era cristiana y parados desde el lado occidental de la cultura, no entiendo cómo se puede catalogar de “lobby feminista”, en tono peyorativo a cualquier espacio donde las mujeres se juntan para defenderse de la supremacía masculina. Y lo digo incluso aceptando los propios desbordes y excesos que ello conlleva en el proceso de defenderse, y asumiendo que me fastidio como muchos hombres por radicalismos que nos apresuramos a etiquetar como “histerias feministas”.

Es probable que sin esos lobby no se hubiese ganado tanto espacio en la consideración pública para denunciar los terribles crímenes que no son de hoy, ni de ayer, sino que tiene larguísima data, pero se maquillaban o dibujaban. Todos sabemos que ésta es solo la punta del iceberg, que la violencia física o psicológica ejercida por un hombre sobre su pareja o ex pareja que termina con la vida de una mujer es una parte muy menor en volumen, y que por lo tanto hay mucho, mucho más violencia de la conocida, que no termina en asesinato pero que tiene que revolvernos las tripas igualmente.

¿Qué es lo que ha cambiado? ¿Por qué este asunto ahora es “trending topic” a nivel nacional y en el mundo, a punto de convocar un paro mundial de mujeres? En los últimos 50 años se produjo un avance objetivo de la mujer en el proceso de su liberación. Menciono estas décadas sólo como referencia cercana sin querer despreciar en absoluto la enorme y emocionante contribución del movimiento feminista de los últimos siglos. Pero esta explosión emancipadora del último tercio del siglo pasado se dio mientras el imaginario colectivo, o sea la estructura social dominante, esencialmente machista no evolucionaba a la misma velocidad. Ahí comenzó a crujir el andamiaje de las concepciones y sobre todo el ejercicio del poder.

Esto es lo mismo que ocurrió con la esclavitud y el racismo y tantos otros modelos opresivos. Más allá de que aún subsisten conductas xenófobas vergonzantes en muchas sociedades avanzadas del mundo y sigue siendo un problema grave a resolver, esas mismas sociedades consideran ese tiempo esclavista y de tráfico legal de seres humanos como una lacra del pasado. Pues bien, en el futuro nos pasará lo mismo con el machismo.

¡Cuidado! ese “imaginario colectivo” que siguió desarrollando machismo en la cabeza de la gente no era desde el punto de vista operativo propio de los machos, sino de toda la sociedad, es decir las mujeres en tanto madres y no solo por esa condición, reproducían y reproducen el modelo. Esto lo saben todos los que estudian el fenómeno y los que lideran los movimientos de liberación femeninos. Y va dicho en el entendido de que hay millones de mujeres y de hombres que vamos a contracorriente, intentando hacer una tarea increíble, que es educar y transmitir un modelo liberador, cuando tenemos décadas de formación en el esquema opresivo, que aún tiene muchas de nuestras neuronas atrapadas.

El aumento de la visibilidad en los medios de la violencia de género tiene adicionalmente otro componente desgarrador y trágico, que no se origina en la “manipulación del lobby” o en lo que rinde la crónica roja, sino en que las están matando nomás; más que antes. Es decir efectivamente puede haber más muertes de mujeres a manos de sus parejas o incluso a manos de quienes obsesivamente las consideren su propiedad, aunque el vínculo real haya sido mínimo, como un efecto de reacción machista a una actitud y conducta de la mujer que intenta desembozadamente ejercer su libertad. El contexto de desintegración y pérdida o alteración de los códigos de conducta social instalados en una sociedad que es más violenta, es propicio.

Por último, hay otras señales que me han conmovido casi tanto como la cantidad de muertes de mujeres ocurridas en lo que va del año a manos de sus parejas o de sus ex. Se trata de la reacción. Es decir la enorme cantidad de personas expresándose de modo extremadamente conservador sobre eventos que significan reclamos de igualdad de género, o incluso sobre logros ya obtenidos que intentan desestabilizar.

Inundan las redes respaldando el fallo de una jueza infectado de ideología retrograda o juegan con perversidad a catalogar de “feminazis” o “femenazis” las posturas del movimiento feminista. No se trata de un problema generacional, hay una cantidad desmesurada de jóvenes, con telarañas y naftalina en la cabeza. Esta reacción que pretende disfrazarse de sentido común pero no es más que recalcitrante ideología machista me remite a la siguiente imagen histórica: es como si estuviese parado en algún pueblo del sur de los EEUU, en aquella década del 60 escuchando el diálogo de dos señores blancos que no son ni buenos ni malos, pero no les da la cabeza para salirse de su experiencia racista, uno le dice al otro refiriéndose a los negros: “Ya los dejamos subir a los ómnibus junto a los blancos, ahora también van a querer votar”.

El 8 de marzo vamos a tener que estar todos

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