MUJERES TRIUNFADORAS

Una ingeniera bioquímica se convierte en la primera mujer en ganar el Premio Millennium de Tecnología

La ingeniera bioquímica Frances Arnold es la primera mujer en ganar el Premio Millennium de Tecnología

Una ingeniera bioquímica se convierte en la primera mujer en ganar el Premio Millennium de Tecnología.
Una ingeniera bioquímica se convierte en la primera mujer en ganar el Premio Millennium de Tecnología.

La ingeniera bioquímica estadounidense, Frances Arold ganó el Premio Millennium de Tecnología tras desarrollar la llamada evolución dirigida, un método que permitió crear nuevas enzimas de laboratorio para usar en catalizadores industriales, detergentes domésticos y combustibles a base de azúcar.

Así se convirtió en la primera mujer en ganar el prestigioso premio que entrega la Academia de Tecnología de Finlandia (TAF por sus siglas en inglés) que busca premiar a los proyectos que «hayan cambiado la vida de la gente para mejor». El premio se entrega en años pares desde el 2004 y está dotado con un millón de euros.

Arnold ha sido pionera en un campo hasta ahora dominado por los hombres como el de la química, la bioingeniería y la bioquímica, y fue también la primer mujer en ser elegida miembro de las tres academias de ciencias de Estados Unidos.

«De verdad espero que las jóvenes de hoy puedan verse en mi situación algún día. Espero que al conseguir este premio se destaque el hecho de que sí, las mujeres podemos hacerlo, y podemos hacerlo bien, podemos hacer una contribución al mundo y ser reconocidas por ello», aseguró.

Su trabajo

Arnold contó que la idea de crear la evolución para desarrollar mejores enzimas apareció como concepto básico hace ya 20 años en su laboratorio y que comenzó desde cero para llegar al resultado final. «Empecé prácticamente desde cero. Esa investigación estaba siendo desarrollada por científicos bioquímicos y moléculares. Y yo era ingeniera bioquímica» dijo y agregó «La evolución es para mí la mejor diseñadora de todos los tiempos. Y me di cuenta de que éste debe ser el algoritmo para futuros diseños, para crear un nuevo código biológico que fuera útil para los humanos».

La ingeniera contó quería quería hacer nuevas y útiles proteínas que ayudaran a resolver problemas. Así que tomó el ejemplo de cómo lo hace la naturaleza: «Observé la naturaleza y me dije: ‘Bueno, la naturaleza no llegó a diseñar enzimas… ¿Cómo sucedió esto?'», y agregó: «haces mutaciones al azar y analizas un gran número de las cosas que tienen las propiedades en las que estás interesado y, después, repites del proceso». En ese sentido explica que «lo repites, acumulando cambios beneficiosos a través de varias generaciones, más o menos como se ha hecho con gatos, perros, vacas, pollos o lo que sea».

La diferencia es que, en lugar de reproducir animales, el proceso de evolución dirigida trabaja directamente con pequeños tramos de ADN y con las proteínas que codifica. La evolución dirigida que ella creó está permitiendo crear combustibles renovables.

Además es un método que se utiliza en laboratorios en todo el mundo y ha permitido producir gran cantidad de valiosas enzimas, incluido un medicamento para la diabetes de tipo 2 y varios catalizadores que hacen posible la fabricación de productos químicos y combustibles a partir de energías renovables.

Arnold es cofundadora de Gevo, una compañía que trabaja en la química industrial «verde» y es defensora activa de este tipo de producción.

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