Slow Sex, una nueva forma de disfrutar

La sexualidad es uno de los espacios más diversos y amplios a recorrer por el ser humano, una fuente de  placer que debemos recorrer con todos nuestros sentidos, pero que pocas veces le dedicamos todo el tiempo que quisiéramos. El movimiento Slow Sex viene creciendo en los últimos años y nos propone disfrutar de caricias, de miradas, de masajes y de una previa mucho más rica que quizás el mismo acto sexual de la penetración, que ya no es considerada como el punto final ni el objetivo del acto sexual.

Este movimiento surge no solamente como consecuencia de una mayor atención al acto sexual y a toda su previa, sino también como resultado de evitar problemas sexuales que nacen a partir de la presión que a muchas personas le significa saber que el acto sexual, terminará indudablemente en el coito.

Dar prioridad al placer y dejar en otro plano a la procreación implica ser mucho más conscientes de todo lo que la sexualidad significa para nosotros y animarnos a explorar otros campos de nuestro propio cuerpo y del otro.

Las claves

El “Sexo lento” implica dar lugar a las fantasías, liberar presiones, encontrarse con tiempo, darle lugar al juego previo, acariciarse y compartir abrazos, miradas, estar cómodos y planificar un tiempo y lugar en el cual no existan apuros ni presiones.

Significa también no sentirse obligado, dejarse llevar por el vínculo y el trato, no ponerse un objetivo o un fin como lo suele ser el coito; y en base a eso disfrutar de todos los momentos hasta tener una sexualidad plena. Si la penetración deja de ser la meta, estaremos más cerca aún del Slow Sex, y más cerca de conocernos y vincularnos con la otra persona.

Asimismo, si no nos encontramos en un momento que haya sido pensado para tener sexo, no hay que tomarlo como un problema. El Slow Sex puede surgir en cualquier momento, surge del propio encuentro, del erotismo, de la atracción natural que sienten dos o más personas entre si.