Mujeres “delgadas” cobran mejores salarios

Los avances en materia de igualdad de género parecen ser lentos aunque constantes. Pero hay un gran debe en nuestra sociedad respecto a las apariencias, a la estética y a los prejuicios que continúan dejándonos un paso atrás. Una muestra evidente de todo esto puede verse en el reciente estudio, del cual se desprende que las mujeres delgadas, cobran sueldos más elevados que las obesas.

El estudio fue realizado por la Universidad de Florida de los Estados Unidos y publicado por la revista Journal of Applied Psychology. Dicho estudio arroja que la diferencia salarial entre una mujer de caderas delgadas y una de “caderas anchas” puede ser de hasta 6,000 dólares al año.

En este sentido, el género también tiene una importante influencia, ya que el estudio también puso su ojo en los hombres, obteniendo sin embargo, resultados muy distantes. Los hombres con un peso promedio, obtienen salarios más altos, mientras que lo opuesto ocurre con quienes son demasiado delgados o demasiado obesos.

Una vez más, el mercado nos pone ante un debate sobre el género y el peso de la imagen en el mercado laboral. La imagen como aquella herramienta capaz de demostrar la capacidad de una persona, dejando de lado las virtudes y habilidades de cada uno. La premiación de la delgadez como un plus que nos beneficia, viene a interpelarnos y a cuestionar nuestros valores como sociedad.

El papel de los medios

En recientes declaraciones, la editora de la revista Vogue ha sido el centro de la polémica tras afirmar que en sus portadas nunca habrá una mujer con kilos de más, debido a que eso no es lo que las mujeres quieren ver en un revista, afirmando que deben captar su atención mediante sueños y fantasías.

Alexandra Shuman agregó además que para eso, las mujeres deben observarse frente al espejo; pero que al momento de consumir una revista de su estilo, buscan la fantasía, y no lo que pueden ver en sus casas.

Polémica y directa, Shuman se refirió a una realidad editorial que siempre estuvo implícita en los hechos, asumiendo que lo que se vende, no es precisamente una realidad. Nos preguntamos entonces, ¿a qué apunta el mercado?