Esdrújulos y retrógrados

Daniel Viglietti tocando durante la celebración del Bicentenario de la Independencia de Uruguay, en 2011. Foto: Flickr/bicentenariouy
Daniel Viglietti tocando durante la celebración del Bicentenario de la Independencia de Uruguay, en 2011. Foto: Flickr/bicentenariouy

Un par de días después de la inesperada muerte de Daniel Viglietti recibo los comentarios que sobre este hecho realizara la señora Mercedes Vigil que, como a tantos, me llenaron de indignación y rechazo.

Esta señora, a través de su página de facebook, ante el requerimiento de uno de sus lectores que le solicita una reflexión sobre este particular, contesta que: “no veía el motivo por el cual emitir opinión sobre la muerte de alguien a quien no conocí personalmente”. Y si la escritora se hubiera quedado allí, para mí seguiría siendo una absoluta desconocida, como lo ha sido hasta el presente. Pero, lamentablemente no fue así.

Ante la aparente objeción de su carácter de “intelectual” que le hace el lector, arremete con una serie de agravios sustentados en generalizaciones sin precisar específicamente persona alguna, pero ensuciando de soslayo a todos (“Los vi construir…”, “Los vi vivir…”, “…los escuché predicar…”, etc) que aplica para juzgar la memoria de Daniel Viglietti, a pesar de no haberlo conocido personalmente como nos había dicho, lo que resulta, como mínimo, de una bajeza que avergonzaría a cualquier persona, intelectual o no. Pero peor aún, agravia a un ser humano que ya no se encuentra entre nosotros para poder defenderse de las deshonras que dichas acusaciones implican, lo que desde el punto de vista ético, me parece totalmente objetable. Aunque, para mi asombro, su opinión no se queda en meras diatribas. También esboza una visión del pasado reciente que debemos atender muy seriamente, por su indudable “valor académico”.

En este sentido, la escritora plantea que: “personajes como Daniel Viglietti abonaron una visión hemipléjica de la realidad latinoamericana” lo que sin duda se convertirá en un concepto totalmente innovador, casi que revolucionario (perdón por el término utilizado con él que no quiero afrentar a la señora Vigil y que prometo no volver a repetir) en materia de análisis histórico, con la cual se superará ampliamente a la muy limitada “Teoría de los Dos Demonios”, con que se ha querido reducir y simplificar falazmente la interpretación de la coyuntura política, social y económica que vivió Latinoamérica en la segunda mitad del siglo XX. En virtud de ello, me he tomado el atrevimiento de darle nombre a esa teoría, que creo que no habrá de desagradar a la escritora:

Propongo llamarla la “Teoría del Demonio Hemipléjico” que representaron “personajes como Daniel Viglietti”, únicos y exclusivos causantes de todos los males de esta nuestra Latinoamérica.

Es entonces que, esforzándome en seguir esta definitiva visión que da la escritora sobre este tema, y tratando de brindar mi modesto aporte al mismo, creo no equivocarme si consideramos que las causas primeras y más profundas que generaron estos “Demonios Hemipléjicos” (aunque sin la virulencia de los 60 y 70 del siglo pasado), siguen vigentes y poco cambiadas en el presente, simplemente que las mismas han sido pulidas en sus aristas más agraviantes y groseras, de modo que no despierten nuevamente la lucha social, a lo sumo “aggiornadas”, por el progresismo capitalista de izquierda que nos ha gobernado en los últimos años, en buena parte de toda Latinoamérica. Es más, y tan sólo a vuelo de pájaro, algunas de esas causas que creíamos que ocurrían en exclusividad en el expoliado y empobrecido “Tercer Mundo”, ahora también las compartimos y se están volviendo un problema serio en los países desarrollados: por ejemplo, porcentajes crecientes de población que vive bajo la línea de pobreza y niveles educativos que caen en picada. Y otras que ya se han vuelto globales, como la vergonzosa acumulación de la riqueza donde menos del 1% de la población mundial atesora más del 50% de la riqueza total, o una Tierra que está siendo desahuciada en sus recursos para satisfacer las ansias de consumismo exacerbado que genere mayores riquezas para cada vez menos manos, mientras

Todos comenzamos a padecer la fase capitalista de la devastación que lleva consigo desastres meteorológicos nunca vistos, contaminación, cambio climático, falta de agua y escasez de recursos primarios básicos. Y mal que le pese a la señora Vigil, por el futuro de las generaciones venideras, alguien y algunos deberán ponerle coto. Allí, seguramente, surgirán nuevos “Demonios Hemipléjicos” como Daniel Viglietti y otros tantos que omito nombrar para no herir la sensibilidad de la escritora. Finalmente, la Sra Vigil culmina diciendo en su publicación de facebook que: “En fin, no tenía intención de hablar de Viglietti, pero ante tanto escribiente inventando próceres debo decir que su paso por la realidad nacional ha sido, sin dudas, nefasto.” Aunque, y a modo de resumen, señora Vigil, lo nefasto, lo declaradamente nefasto, es que quienes se asumen como intelectuales juzguen con tanta ligereza y falta de ética, que va mucho más allá de la discrepancia ideológica, y que esto se lleve incluso a términos calumniosos a nivel personal, contra alguien que ya no está entre nosotros y que, obviamente no tendrá la oportunidad de limpiar el honor mancillado por la Ilustre Ciudadana de Montevideo.

Y sin intención de ofender en lo más mínimo a la escritora, me veo en la obligación de citar al propio Viglietti desde su canción “Esdrújulo” para terminar estas líneas: “Y a los dogmáticos tan poco orgásmicos, casi ni eróticos de ser tan púdicos, a esos acríticos de sesgo andrógino decirles “gélidos, no sean retrógrados”. ¡Que nunca le falten los esdrújulos a este Mundo! Hasta siempre Daniel.

Basado en la transcripción que hace la página web de “tvshow” del diario EL PAÍS del 31 de Octubre de 2017. 

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