Las banderas todas juntas: De por qué la lucha LGBT es de izquierda

Foto: Pixabay
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Septiembre, desde hace no mucho tiempo atrás el noveno mes del año no solo es esperado por la llegada de la deseada primavera, sino porque además un grupo de personas se dedican a festejar luchas. Este grupo de personas, que se incrementa año a año, festeja las luchas de hombres y mujeres que pelearon por el derecho a festejar, el derecho a marchar, el derecho a levantar la bandera de los seis colores diseñada por Baker en el 78, el derecho a amar, el derecho a ser. El problema del festejo es si este pierde su motor, su bastión, que es la lucha.

Aquellos y aquellas que crean que es hora de festejar por festejar, que ya todo está ganado, aquellos y aquellas que solo marchen por la inercia del festejo olvidando las luchas, les cuento, que aunque no lo quieran están tomando una posición política. El problema no es verse enrolado en decisiones políticas e ideológicas, porque, y aquí viene la obviedad (o quizás no tanto), cuando tomamos decisiones de nuestra vida sea personal o publica en la sociedad, estamos tomando decisiones políticas y como toda decisión política esconde en sus formas un contenido ideológico. La idea de que la lucha de derechos LGBT ya está ganada, de que ya es algo cotidiano y realmente tangible, surge como un producto comercial del marketin neoliberal.

El noeliberalismo, es decir el brazo económico y político “renovado” de la derecha, que cobra vida en las primeras décadas del presente siglo, propone de modo salvaje la utilidad de una determinada causa, persona o producto, por un determinado tiempo, es decir vida útil (cada vez menos útil). Dicha vida útil dependerá de los beneficios que esta causa, persona u objeto brinde a la sociedad capitalista, cuando ya no lo haga, esta, simplemente, quedara invalidada. Apliquemos este proceso, al ejemplo que hoy nos preocupa: En primer lugar dije que el neoliberalismo es una versión modernizada de la vieja y no querida derecha y si prestamos atención, esta corriente ideológica, mucho hizo a lo largo del tiempo por denostar otras alternativas de libertades sexuales así como también por reprimir más duramente aquellas identidades de genero que poco tenían que ver con las promovidas por modelo heteropatriarcal.

La marginación de esta derecha, si bien fue dura, no pudo con la fortaleza de muchas y muchos compañeras y compañeros, que muchas veces priorizaron la libertad a su propia vida. El neoliberalismo tampoco apoya y aprueba la diversidad sexual, pero al usar las reglas del mercado, utiliza la diversidad como producto, para que siguiendo su línea de razonamiento, en poco tiempo este sea desechable. Por tanto para que este no pase, debemos todos los LGBTQ, tener presente que encarnamos cuerpos políticos, que al salir del armario o decidir ser quien uno es, tomamos una decisión política. Esa decisión como es lógico, nos va acercar más a unos modelos de sociedad que a otros. Tampoco podemos olvidar nuestra condición de minoría, que por mucho tiempo estuvo oprimida y que si olvida de donde salió volverá a estarlo.

También, y para terminar, es una decisión política tender puentes, puentes con aquellos a los cuales la derecha también margino, los grupos feministas, los trabajadores y trabajadores, las personas y entidades que lucha en contra del racismo, los grupos anti xenofobia y demás oprimidos. Porque las luchas se perpetúan si levantamos las banderas, todas juntas.

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