Ortega y el raciovitalismo

 

Desde la perspectiva de Ortega y Gasset la realidad de la vida es lo fundamental. Por tanto, establece el concepto de razón vital respecto al idealismo y el racionalismo. La realidad de las cosas del mundo en la que está inmerso el ser humano es su campo de actividad. Y la racionalidad de la vida está integrada en proyectos y decisiones, en función de lo que decidimos ser. Por tanto, la vida es también futurición.
La armonía entre razón y vida es una de las cuestiones en las que más insiste el creador de la Escuela de Madrid. Si bien es cierto que la capacidad racional no debe separarse de la propia vida, y de sus exigencias, para que no sea una inteligencia descarnada, y exclusivamente abstracta.

El ser humano se entiende desde unas categorías históricas. Aunque es verdad que el mundo cósico es explicitable desde explicaciones físicas. Ortega está convencido de que el perspectivismo es algo consustancial a la forma de conocer de los hombres. Y lo es, porque la perspectiva es inevitable, ya que no podemos conocer la totalidad de la realidad en cada momento, puesto que no somos dioses. Esto supone que el pensador español se opone, tanto al dogmatismo racionalista como al escepticismo.
Ortega, en relación con el problema de España, se muestra partidario de una necesaria regeneración. Una mayor apertura respecto a Europa es indispensable, si se quiere lograr una reconstrucción cultural y científica de la nación española. Frente a lo visceral, algo frecuente en el carácter español desde el planteamiento orteguiano, es mejor, en muchas situaciones, la racionalidad y el análisis crítico y profundo de la realidad.
La capacidad de elegir es lo que delimita la vida de cada ser humano. En efecto, la libertad existe, ya que las circunstancias siempre dejan un cierto margen de acción a la libre decisión de cada individuo. Y el sujeto elige entre las posibilidades vitales de las que dispone en cada momento de su existencia. Puesto que decide en cada instante lo que quiere hacer con su vida, o lo que ha proyectado ser. Algo afirmado también por Sartre.
La distinción entre ideas y creencias analizada por Ortega es coherente, porque matiza muy bien la significación de las mismas. Es indudable que vivir y moverse en la idea constituye la creencia. La gran diferencia es que un sujeto que cree en Dios, por ejemplo, cuenta con que esta idea de Dios es existente, aunque carezca de pruebas empíricas de su realidad fáctica. Por tanto, la creencia en la divinidad puede servir para dar sentido a la existencia. De todas formas, las ideas son formas de representación de la realidad, verdaderas o falsas, que podemos analizar, criticar y examinar con el intelecto. En cambio, las creencias no pasan, necesariamente, por el filtro de la razón. El mismo Ortega y Gasset escribe que: «las ideas se tienen, en las creencias se está». Aunque la profundidad de lo que los sujetos creen, es la expresión de sentimientos, y de una determinada manera de entender la vida y el mundo, también es deseable una intelección racional de estas cuestiones. Considero que la fuerza de la inteligencia o de la racionalidad debe incrementar la objetividad, y eliminar falsas ideas, creencias y prejuicios.

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