Sobre «matar el tiempo»

 

Debo confesarles que últimamente me he dedicado a cuestionar el significado que puede ser atribuible a la tan repetida frase, «matar el tiempo». ¿Qué podemos entender de la misma? Quizás en un principio puedan pensar que me he encontrado con demasiado tiempo libre, o que los alucinógenos se han ido adueñando de mi cabeza, pero les prometo que si se dedican al menos, un breve instante a pensarlo, puede ser más entretenido e interesante de lo que aparenta.
Dicha frase, puede ser entendida de muy diversas formas, aunque suele ser utilizada con frecuencia dentro del campo publicitario, ya sea radial o televisivo. Quienes aquí la utilizan, nos hacen creer al menos, que «matar el tiempo», hace referencia a algún tipo de entretenimiento que suele ser muy similar al que ellos nos están ofreciendo. Esta definición es la que tomaremos para desarrollar este artículo. ¿Por qué dichas empresas querrían ocuparse de crear productos dedicados hacia nuestro tiempo libre? ¿Con que motivo las mismas se interesan tanto por indicarnos que actividades realizar cuando no estamos trabajando? ¿Será tal vez que este tiempo libre con que contamos es nuestra más preciada propiedad?

Pueden opinar quizás que este último interrogante sea un tanto exagerado, pero si lo pensamos por un momento, es solo durante este período de tiempo en el que podemos llegar a sentir una sensación similar a la libertad. En nuestro tiempo libre, nosotros elegimos que hacemos, como lo hacemos, y en función de que lo hacemos. Es el único momento en donde no estamos obligados a responder simplemente como máquinas, en donde podemos desarrollar ideas creativas.
Una de las cosas que más me preocupa de esta situación, es el hecho de que perdamos todo nuestro tiempo libre frente a un televisor o a computadora, observando cómo cientos de personas que tal vez ni conocemos, comparten constantemente con desconocidos su vida personal, romances, peleas, etc. El hecho de que las empresas influyan lo suficiente sobre nosotros para que ya ni siquiera contemos con tiempo para dedicarnos a vivir plenamente debería ser un tema sobre el que todos deberíamos concentrarnos y analizar.
Como sabemos la vida de todos los hombres sobre la tierra es finita por lo cual, si no nos dedicamos a nosotros mismos, a enriquecernos de experiencias, sensaciones nuevas, historias, ¿qué sentido adquiere la misma? ¿es acaso enriquecedor observar como dos gatos de plástico argentinos fingen una pelea con un pésimo guión y peor desenlace?
Aún no logro comprender como podemos llegar a pensar que ese tipo de «entretenimiento» realmente nos aporta algo, como creemos que eso nos da un buen momento cuando es probable que ni siquiera sepamos realmente con qué fin vemos eso, ni para que nos puede llegar a servir saber si determinada vedette se peleo con tal otra por tal o cual billetera. Aún no logro comprenderlo y hasta resulta extraño ver como la gente cuando se libra de las limitaciones mentales que un trabajo nos genera, se traslada hacia su hogar para sentarse frente a otra limitación similar y en la cual ni siquiera nos brindan una remuneración, sino que la misma nos implica un costo, ya que para que sea más entretenido aún ver fotos del casamiento de doña Fabiana o ver algún programita de chusmeríos, debemos contar con la última computadora, o el televisor con mejor resolución.
Por lo cual para realizar este tipo de actividad dedicada a nuestro distanciamiento con las ideas, debemos pagar. Así es, no sólo nos mantienen atados a las formas de entretenimiento que ellos quieren darnos sino que además, es a partir de estas que nos hacen gastar los salarios que nos brindan. Para ellos, el círculo perfecto, para nosotros, alienación.
Vale aclarar que aunque esta reflexión haya adquirido ciertos aspectos críticos, su intención no es cuestionar al sistema económico reinante ni nada por el estilo, sino simplemente intentar explicar que he podido interpretar sobre la frase «matar el tiempo». ¿Por qué insisto tanto con estas simples palabras? Porque humildemente considero que la muerte y el tiempo son dos elementos claves en la vida del hombre, la muerte es algo inevitable e implica el fin, al menos carnal, mientras que el tiempo es el período que tenemos hasta llegar a esa muerte, entonces, ¿para qué queremos matarlo? Si quisiera suicidarme, en vez de mirar 8 horas diarias de tv saltaría de algún puente, o me iría a nadar en algún río lleno de cocodrilos, pero no me condenaría a desconectarme de mi cabeza mientras sigo viviendo.
Piense un segundo si Freud por ejemplo, en vez de dedicar horas de su vida a la creación del psicoanálisis se hubiera quedado en su hogar jugando una partida de Call of Duty (entiéndase la ironía del anacronismo), tal vez nunca la psicología hubiera dado ese gran paso que significaron los descubrimientos del gran Sigmund. O quizás si ese tal Carlitos Marx hubiera dedicado todas sus noches a mirar bailando por un sueño, es probable que nunca hubiera planteado un nuevo sistema político – económico, ni hubiera sido reconocido a nivel mundial como logró serlo, aunque si podemos reconocer que sus onanismos hubieran aumentado notoriamente.
Dejando de lado las caricaturizaciones del párrafo anterior, lo que he intentado transmitir en esta redacción es que no debemos perdernos en cosas banales sino dedicar el poco tiempo que nos queda para vivir al máximo. ¿Qué quiero decir con esto? Salir al mundo, hablar con desconocidos, perdernos dentro de un libro, reflexionar, generar nuevas ideas y principalmente no subestimarnos ni sentirnos inferiores, de nuestras cabezas pueden surgir ideas brillantes y podemos aportar para mejorar este mundo, aquellos que han trascendido y han dejado su huella no eran diferentes a cualquiera de nosotros, no eran iluminados ni nacieron con las respuestas dentro de su cabeza sino que simplemente se atrevieron, se preguntaron cosas y salieron a buscar la respuesta sin «matar su tiempo» y eso es lo que espero poder transmitir aquí, salgamos, el mundo está esperándonos, él necesita que las nuevas ideas aparezcan.