Un nuevo desafío para la izquierda

El próximo domingo, los ciudadanos de todo el país iremos nuevamente a las urnas para decidir el destino de nuestros respectivos departamentos en los cinco años venideros.

Anteriormente, en diversas ocasiones me he referido por este medio a la diferencia de las lógicas que juegan en la instancia nacional y departamental, producto del sistema electoral que Uruguay mantiene desde 1997, donde “lo local” –entre otras modificaciones- ganó mayor relevancia a partir de la separación en el tiempo de cada elección.

En el primer caso, los liderazgos nacionales son quienes determinan en mayor medida la votación, mientras que en la departamental éstos quedan relegados en virtud de los referentes locales.

El Frente Amplio consiguió ganar el gobierno en tres ocasiones consecutivas y con mayoría parlamentaria. En las últimas dos elecciones nacionales aumentó su caudal en departamentos del interior y llamativamente en octubre pasado, lo hizo también en lugares del “Uruguay profundo”. Dentro de la fuerza de gobierno, con esos resultados a la vista, no fueron pocos los que auguraron una avalancha de votos de cara a mayo.

Sin embargo, creemos pertinente insistir en la debilidad de liderazgos locales de la izquierda en al ámbito local. ¿Cómo se explica que en departamentos donde ganó por amplio margen en octubre, según las encuestas, hoy ni siquiera tenga chances reales de conseguir el triunfo o en otros casos disputa arriesgadamente ese objetivo?

Hay algunos ejemplos muy claros donde el FA ganó con amplitud en octubre, como fueron los casos de Salto 50%, Paysandú 48%, Soriano 45%, San José 44%, Colonia 42%.

Por supuesto, las encuestas no son fiables, pero más allá de lo que las mismas indican, creo que en líneas generales el FA continúa sin lograr “dar con el clavo” en generar estrategias exitosas en torno a la elección departamental-local. Dicho de otra forma, no logra interpretar acertadamente la lógica del ciudadano del interior en esta instancia.

El país de las cercanías

Uno de los trabajos académicos más recordados del reconocido sociólogo Aldo Solari (1922-1989) data del año 1962 y se basa en un análisis de los resultados de la elección de aquel año titulado “Réquiem para la izquierda”[1]. Solari señalaba allí las razones del fracaso electoral de la izquierda o, dicho al revés, se refería a la asombrosa capacidad para reproducir lealtades de los partidos tradicionales, quienes lograban reproducir su red de lealtades fundamentalmente gracias a su función como “intermediarios entre los individuos y el Estado”, siendo los “clubes políticos” claves por dos motivos: por un lado permitir a las personas lidiar con las grandes estructuras burocráticas y por el otro, asegurar la supervivencia política.

A nivel nacional, no quedan dudas de que el FA (con un estilo diferente a los tradicionales) ha logrado amoldarse a la realidad descripta por Solari. Sin embargo, en materia departamental, a la izquierda le sigue siendo un partido difícil esta elección y aún en estos tiempos no logra muchas veces aterrizar el discurso y la acción a lo que la sociedad demanda.

Es cierto, el Frente ya logró ganar en el interior algunas intendencias. Pero muchas de ellas también las perdió cinco años después, y ello en gran medida es producto de esto que venimos señalando.

Sin embargo, aquí aparece otro elemento importante en el cual también creemos que la izquierda mantiene otra debilidad que le dificulta mejores resultados en este tipo de elecciones. Nos referimos a la complejidad para lograr proyectar y consolidar liderazgos locales, un tema que viene ligado a lo recién señalado.

Lo cierto es que esa cercanía a la que la población está acostumbrada (particularmente en el interior del país) permite que la presencia de los caudillos políticos se mantenga vigente. La separación de la elección departamental en primera instancia (y años después la creación de los municipios) incide favorablemente en virtud de un estilo de liderazgo que deviene de varias generaciones atrás y que fue obra de blancos y colorados, viejos “lobos de mar” que bien saben manejarse en este tipo de comicios.

La coalición de izquierda fundó sus raíces en la urbe capitalina, lo cual en fuerte medida posiblemente sea uno de los factores que inciden en la no interpretación del FA sobre las diferentes realidades del interior.

Desde 2005 a la fecha, una casi única excepción a esta regla es la figura del ex Intendente de Maldonado (Óscar De los Santos), un candidato que en su momento no era tan reconocido en el ambiente local y que sin embargo desde su primera gestión logró enfrentar adversidades y finalmente consolidarse como líder político no solo frenteamplista sino del sistema político local, con un estilo y perfil bastante alejado de los viejos caudillos, pero que a su manera logró penetrar fuertemente en el departamento del este del país. Solo basta ver lo que marcan las encuestas en Maldonado, para confirmar su fortaleza.

Con respecto a Paysandú, obviando lo que las encuestas marcan en la competencia inter-partidaria, me parece interesante hacer hincapié en la figura de Guillermo Caraballo. Casi todas las consultoras lo señalan como el candidato que lidera la interna frenteamplista, lo cual no es nada menor teniendo en cuenta que se trata de un dirigente que ha corrido “de atrás” en materia de recursos para la campaña, pero que igualmente ha logrado posicionarse como la “renovación” dentro del FA y en gran medida dentro del sistema político local.

Estamos en condiciones de poder señalar que estamos frente a un fenómeno o por lo menos “distinto” en Paysandú y más allá de lo que pase el próximo domingo, muy posiblemente estaremos ante el surgimiento de un liderazgo que viene surgiendo con fuerza y contagiando entusiasmo entre la militancia local frenteamplista.

Por lo pronto, a partir del lunes 11, tras saber cómo quedará configurado el nuevo mapa nacional será momento apropiado para continuar con la reflexión, pero creo que a priori y basándome en lo que marcan las encuestas en general, el FA deberá poner de una buena vez el tema arriba de la mesa si es que no quiere seguir tropezando en el futuro con la misma piedra.

*Politólogo egresado de la Udelar

[1] Publicado en la revista “Gaceta Universitaria”

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