Inmolado en el altar de Clarín

A pesar de la tradicional “insularidad” del Uruguay, de sus aspiraciones a ser “la Bélgica del Sur”, tal vez en cierta medida avalada por la historia común que nos enlaza con ese país, puesto que ambos fuimos creados por la diplomacia británica, ambos a instancias de las gestiones de Ponsomby y Canning, ambos paridos jurídicamente en el mismo año, 1830, uno, el del norte, para impedir la unidad europea, el otro para obstruir la americana, pero ambos al servicio de la “perfida Albión”. Hoy su capital Bruselas es la sede del MCE y de la OTAN, en una Europa unida bajo la hegemonía anglosajona, la pax-americana de posguerra. El otro, Uruguay dubitativo apegado a políticas económicas liberales, sede del Mercosur. La insularidad solo es la eterna propuesta de los “ofrecidos” a hacer los mandados a los poderes de turno y esto no significa neutralidad geopolítica, al contrario, significa jugar de peón. Por lo que, más allá del declarado “federalismo americanista” del Pepe, del no oculto “unitarismo” militante de Tabaré, o peor, el claudicante cipayismo de sus opositores, el Uruguay es una hoja a merced de los vientos, sean del norte o del sur.
Por lo tanto, no podemos ser indiferentes a lo que sucede al lado, mas temprano que tarde los acompañamos en la ruta de su desgracia. La situación creada en Argentina por la ofensiva mediática contra un gobierno que carece de oposición política coherente, vertebrada alrededor de algún liderazgo o programa, sólo guionada por los dueños de “La Nación” y de “Clarín”, eternos enemigos de los gobiernos peronistas, está intentando una nueva forma de golpismo. Así como en el Paraguay se logró un “golpe parlamentario”, que diera por tierra con el gobierno de Lugo, aquí se intenta utilizar la “judicialización de la política”, como forma de desacreditar al gobierno de Cristina con vistas a las elecciones de este año. Esta misma estrategia se está aplicando contra el gobierno de Dilma en Brasil, vemos que hay la misma “ingeniería política” en ejecución, made in usa. Está claro que es, constitucionalmente, imposible deponer a la presidente por otro medio que el juicio político parlamentario. Pero aquí no están como en Paraguay en condiciones de llevarlo adelante por carecer de las mayorías parlamentarias necesarias. Por eso han recurrido a la embestida judicial.
El “sacrificio” del fiscal:
Queda claro que el fiscal Nisman no contaba con pruebas que sustentaran sus acusaciones en un juicio público contra el gobierno, pero estaba dispuesto a llevar adelante en sus denuncias en el Congreso, en función de las “pruebas que el agente de inteligencia Stiuso le aportaría a la causa. Con estos materiales debía realizar la semana siguiente su exposición ante el Congreso. Ha quedado demostrado que sus acusaciones contra el gobierno no tienen sustento, no las reiteraré aquí, pero lo que si queda caro es que los papeles que el finado juez tenía en la mesa para realizar su exposición no eran de su autoría, no estaban redactados por un jurista y que se había puesto a subrayar los puntos que iba a utilizar de los mismos, cosa que no hubiera si fueran propios. El juez fue obligado a volver al país de sus vacaciones por un imperativo desconocido, puesto a estudiar materiales que él no había escrito y obligado por alguien a enfrentarse al Congreso en situación crítica, con argumentos muy frágiles que ya habían sido ampliamente demolidos por los hechos. Está probado que sus últimos contactos telefónicos fueron con el agente de inteligencia Stiuso, su principal asesor y guía, cuando no verdadero jefe impuesto por los “servicios” , que lo dejó descalzado, al dejarlo sin las pruebas –escuchas telefónicas consideradas “pruebas” cruciales y que no tendría para el momento de su cita con el Congreso. Es evidente, que entre las presiones a las que fue sometido Nisman jugaron los diálogos prolongados con Stiuso en los celulares, presentados ante la jueza de la causa. Fueron las últimas comunicaciones del fiscal con el mundo exterior. Por lo que es de suponer, que éstas fueron las determinantes en su decisión de poner fin a su vida. Más, aún, me atrevo a pensar, que fue, no inducido, forzado. A Nisman ”se le hizo un corralito” con una única salida: el suicidio. Por lo dicho, todo apunta al suicidio de un hombre vulnerable, frágil con “flancos débiles” en su vida personal que, en manos de los servicios de inteligencia, le hicieron perder el control de su vida. Expuesto a la infamia o al ridículo, Nisman no daba “mas jugo”, el único servicio que podía brindar era convertirse en lo que es hoy: una “víctima” unificadora de la oposición al gobierno.
La cofradía judicial-mediática tiene ya su víctima propiciatoria.Cordero del sacrificio, que si no “ libra los pecados del mundo” , por lo menos santifica los propios en el altar de Clarín.

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