Desencuentros y traiciones en el PRI

Cinco semanas después de que Luis Javier Gómez Rodríguez iniciara su precampaña como aspirante del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a dirigir la presidencia municipal de Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco, un joven estudiante de preparatoria realizó una visita a su abuelo en el fraccionamiento Santafé. Era la hora de la comida y don Lotario tenía en sus manos dos folletos donde aparecen los resúmenes de las intenciones y los currículos de Luis Gómez y Ricardo Villanueva Lomelí. “La sobremesa va a estar interesante”, comentó Salvador a quien le encanta conversar con su abuelito sobre historia, literatura, política, desencuentros y traiciones entre poderosos y privilegiados.

Nacido en el municipio tabasqueño de Tenosique en 1940, don Lotario, fue militante activo del PRI desde 1960 a 1985. Siempre le ha interesado la política y procura enterarse de las actividades de los distintos partidos políticos. No generaliza pero ha perdido la confianza en los dirigentes de las diferentes colectividades. Vive en Jalisco desde 1990 y no pierde oportunidad para conversar sobre la realidad nacional. “El PRI es un partido con historia. Fue el más importante y progresista de México. Era una referencia en la política de nuestra América. Lamentablemente la ambición desmedida de algunos personajes obsesionados con el poder, politicastros vulgares, oportunistas y traidores, modificó al partido tricolor de una manera negativa”, dijo el abuelo a su joven nieto.

Salvador desea estudiar Administración de Empresas y aunque ya cumplió la edad requerida para votar dijo a don Lotario, mientras disfrutaban una taza de café, que pertenece a la juventud abstencionista. “Si me interesan la economía y la política. Considero que son herramientas indispensables para ayudar a transformar un país. En mi casa, tú, y en la escuela, dos maestras me han enseñado a pensar, a estudiar con pasión y a preguntarme siempre el ¿por qué? de lo que hago y de los acontecimientos. Tengo amigas y compañeros que apoyan la campaña del maestro Ricardo Villanueva hacia la alcaldía de Guadalajara. Otros jóvenes, como yo, están indignados por la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa. Vivo en Tonalá, he recibido abundante propaganda del PRI, pero en esta ocasión, no pienso votar. Hice trámites para obtener la credencial del Instituto Nacional Electoral (INE) y pienso usarla exclusivamente como documento de identificación”.

Mientras conversaban animadamente, tocaron a la puerta. Un amigo de don Lotario llegó a invitarlo para que al día siguiente fueran a saludar al precandidato tlajomulquense Luis Gómez. “Es un hombre honesto, ha tenido éxito como empresario, es buen futbolista, jugó en Chivas y quiere escuchar a la gente”, comentó Alejandro, vecino de don Lotario, recientemente jubilado y simpatizante de Luis Donaldo Colosio Murrieta, el ex candidato priísta asesinado hace más de 20 años en marzo de 1994.

La incertidumbre en las filas del PRI y en el destino de México se acentúa en el año electoral 2015. La lucha por obtener cargos públicos continúa su marcha en la efervescencia neoliberal y las llamadas reformas estructurales. “Los descontentos y las traiciones políticas siempre han estado presentes”, les recordó don Lotario a Salvador, su nieto y a su vecino Alejandro. Hace medio siglo un ilustre paisano de don Lotario, intentó hacer una reforma a fondo dentro del PRI. Se trataba de Carlos Alberto Madrazo Becerra, quien desde adolescente demostró mucho amor por su patria y dedicó abundante tiempo al conocimiento. Sus profesores en el Instituto José N. Rovirosa lo escogieron para que dirigiera un mensaje estudiantil en un aniversario del natalicio de Benito Juárez García. Las palabras de Carlos Alberto conmovieron a estudiantes, profesores e invitados a la ceremonia.

A su tierna edad, Carlos Madrazo Becerra comenzó a ganarse el amor fraternal y la simpatía de los tabasqueños. En la actividad cultural-educativa se encontraba Tomás Garrido Canabal, quien en ese entonces presidía la Liga Central de Resistencia y, unos años después, invitó a Madrazo para que fuera orador en varios actos de proselitismo en favor de las causas obreras y campesinas.

Madrazo Becerra participó en el movimiento Los camisas rojas. Escribió artículos de opinión en Redención, periódico de orientación socialista. Viajó a la Ciudad de México, becado por el gobierno de Tabasco y estudió en la Escuela Nacional Preparatoria. Posteriormente se graduó de abogado en la Unam y colaboró con Vicente Lombardo Toledano en la Universidad Obrera. En la década de 1940 fue activista, simpatizante, militante y dirigente en el PRI. A pesar de su postura crítica y autocrítica llegó a ser gobernador de Tabasco desde 1959 hasta 1964. Apoyó la educación popular y rural por lo que se ganó la antipatía y enemistad de empresarios y hacendados cercanos a Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970). Al concluir su gobierno regresa a la Ciudad de México y pasa a ser presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI.

Los desencuentros con partidarios de Díaz Ordaz, algunos de los cuales estaban en el PRI para servirse de la política, pero no les interesaba el destino de la población, presionaron y motivaron que Carlos Alberto Madrazo renunciara involuntariamente a la dirección de su partido en noviembre de 1965. Convencido de su obligación patriótica y actuando como un priísta progresista auténtico siguió en la lucha por una revolución democrática dentro del PRI. Vinieron las traiciones y calumnias. Murió en junio de 1969 en un accidente aéreo ocurrido en el cerro del Fraile, Nuevo León. Muchas mexicanas sospecharon en aquellos años que fue un atentado de la oligarquía para quitarle la vida a un militante incómodo. En el avión que cubría la ruta entre las ciudades de México y Monterrey, también iba Graciela Pintado, esposa del líder tabasqueño.

Don Lotario siempre aconseja lecturas de publicaciones y recuerda que en 2015 se cumplen dos centenarios de quienes fueran militantes priístas progresistas, distinguidos y antiimperialistas: Carlos Alberto Madrazo Becerra y Enrique Ramírez y Ramírez. En esta ocasión sugirió a su nieto Salvador y a su vecino, los siguientes títulos: Fragmentos de un avionazo, escrito por Mario Clío; Enrique Ramírez y Ramírez. Remembranza e iconografía, coordinado por Claudia Ramírez Cisneros. En esta obra participaron Socorro Díaz Palacios, Gonzalo Martínez Corbalá y Carmen Galindo. También aconseja estudiar el libro de Carlos Martínez Assad, titulado: El laboratorio de la Revolución. El Tabasco garridista. “No votar, apagar la televisión, encender un libro y amar de verdad a México”, fue la conclusión a la que llegaron Alejandro, Lotario y Salvador. 

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