Mujica debió ser abucheado en la CELAC

Una vez más el presidente uruguayo fue aplaudido de pie por la mayoría de los presentes en una conferencia internacional. Al despedirse de la CELAC, pronunció un discurso de tono constructivo y conciliador, incluyendo frases de crítica al capitalismo como para aparentar ser su opositor, junto con planteos de autocrítica que apuntan a que males como la corrupción y el abuso del poder, son parte de la esencia misma de la especie humana, lo que libera de buena cuota de responsabilidad a los gobernantes que no son más que la expresión política de esa mezcla de virtudes y defectos que es el ser humano.

La parte de esa pieza oratoria que más me impresionó, fue la sutil manera en la que Mujica atenuó las responsabilidades de Estados Unidos y Europa en lo que respecta a la injusticia social en nuestro continente. Dijo: “No le voy a pedir cuentas al imperialismo yanqui ni a la prepotencia europea, cuando en el fondo ha sido incapacidad nuestra.”

Esa frase es muy significativa. Es la defensa del victimario mediante trasladar parte de la culpa a su víctima. Es como decir que hay una cuota de responsabilidad del que se deja robar, o que el malo no es únicamente el golpeador, sino el que por débil no puede impedir el golpe. Con esa línea de razonamiento, se busca absolver parte de la responsabilidad al malhechor.

Yo creo que ni el imperio yanqui ni la prepotencia europea se merecen esa defensa. Admito que somos responsables de nuestros propios errores, que debimos exigir más respeto y no tolerar tanta humillación. Sí, pero eso no aliviana en un solo gramo la pesada carga de abuso y profanación de la que hay que exigir retractación y reparación. No podemos minimizar de ninguna manera la tremenda culpa que deben asumir los directos responsables de la pobreza y la postergación que ha experimentado toda América. No debemos concederles el más mínimo atenuante a Europa que nos usó como colonia y Estados Unidos que nos degradó como su patio trasero.

Mujica denuncia al capitalismo como la ideología criminal que está detrás del consumismo y la globalización que destrozan el planeta, pero al mismo tiempo nos dice que si somos pobres y la pasamos mal, no hay que “pedir cuentas al imperialismo yanqui ni a la prepotencia europea, cuando en el fondo ha sido incapacidad nuestra.”

Como uruguayo me hubiera gustado escuchar a mi Presidente pronunciar otro discurso más valiente en éstas circunstancias, uno que nos invitara como pueblos hermanos, a unirnos ante el enemigo común al que no corresponde concederle el atenuante de declararnos culpables de nuestro propio mal.

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