Carta desde España

Perdoname que me meta desde afuera, pero aun me importa.
24 de octubre de 2014 a la(s) 1:44
Personalmente, detesto las campañas políticas porque casi siempre incluyen herramientas que poco tienen que ver con la seriedad y la importancia del compromiso cívico que deberían impulsar. Los jingles de esta campaña son el ejemplo perfecto de lo fácil que es manipular a la multitud una vez que se domina esa fórmula de ritmos, melodías y palabras bonitas que todo el mundo canta sin esfuerzo sin siquiera oír el contenido; prueba de ello es que el compositor de los jingles de los tres partidos mas populares sea la misma persona, porque sin duda sabe como tocar esa fibra tonta que todos tenemos. Los carteles y cortos publicitarios son un poco mas de lo mismo, agregándole imágenes que en todos los casos transmiten ilusión, alegría y esperanza a través de miradas brillantes, contraluces, cámara lenta y photoshop a granel; ¡esas banderas al viento que se mueven majestuosamente detrás del rostro iluminado y rejuvenecido del salvador de la patria…! No me digan que no lo habían visto antes…
Punto aparte me merecen los spots basados en la ironía que siguen la línea de aquella famosa “cornetita” de otro tiempo y que son para mi, por lejos, lo que mas me fastidia de esta caza indiscriminada de inconsciencias. Directamente me ofenden, cuando pretenden colarme antipatías a través de una parodia burda y fuera de lugar; ¡las parodias, para el carnaval y con ingenio!; porque estas cosas solo me reafirman en la certeza de que todo lo bueno que sé de un candidato me lo dicen sus seguidores y todo lo malo me lo cuentan sus oponentes, por lo cual no debería hacer caso a ninguna de las partes, si quiero ser justo en mi elección.
Por todas estas razones, que aclaro que son muy personales, puede parecer que forme parte de ese segmento innoble y a la vez tan ambicionado que muchos llaman los indecisos, pero no. Primero aclaro que no creo que exista una cantidad significativa de indecisos; creo que muchos, como yo, simplemente no airean su bandera política como si fuera la camiseta de su equipo, porque yo seré de Peñarol toda la vida pero mi voto ha ido cambiando en el ejercicio de mis derechos cívicos mas genuinos, que es elegir a quien yo quiera de acuerdo a mi propia conciencia. Y si bien la agresividad que se despliega en la campaña me invita a callarme mis preferencias, tengo claro a quién votaría, simplemente basándome en los hechos, la solvencia y la sensatez de las personas. No me interesan los discursos a las masas, porque mas que mensajes son arengas y en medio de tanto tamboril y algarabía futbolera difícilmente se puede rescatar contenido; pero basta recordar lo pasado y oír las propuestas y las respuestas a preguntas de peso en las entrevistas serias, para apreciar muchas y grandes diferencias entre los elegibles. Porque en esto de pretender administrar el esfuerzo de los ciudadanos, no se puede andar improvisando a la hora de proponer o responder y mucho menos zafar con un “ya veremos”; y lo de pregonar el cambio por el cambio, sin saber ni de qué estamos hablando, me parece como mínimo una tontería propia de la inexperiencia. Lo siento por tanta gente de buenas intenciones y esperanza genuina de que gobierne su partido, que en esta oportunidad ya se habrán dado cuenta de que están muy mal representados.
Otra cosa que me molesta es que los intereses gremiales se mezclen con los políticos, porque hay que recordar que los trabajadores deben velar por sus intereses laborales gobierne quien gobierne y podría no resultar elegido quienes ellos esperan; y no hay que olvidar que los gremios están integrados por trabajadores de todas las ideas. También lamento, y mucho, que algo tan delicado como “la baja de la edad de imputabilidad” se decida en medio de este clima, pues el resultado, sea cual sea, estará teñido de simpatías o antipatías partidarias y no es lo mejor para una norma que habla de nuestro concepto de justicia y podría afectar a muchos uruguayos en el futuro.

Lo que sí me gusta es que Uruguay esté mucho mejor que cuando tuvimos que partir hace casi 12 años. Pero sigue sufriendo de una grave macroencefalia geopolítica; un país como Uruguay con los dos tercios de su población viviendo en la capital, revela muchos errores del pasado y un claro síntoma de desajuste económico, social y fundamentalmente cultural; en otras partes del mundo, quienes tienen que vivir de tierras secas y desgastadas no pueden comprender por qué, no se aprovecha tanta riqueza; la felicidad y la dignidad del hombre están en su trabajo y la tierra está ahí, generosa como siempre, esperando a ser trabajada.
Deseo lo mejor para mi país aunque lo sienta de lejos; por eso a la hora de elegir gobierno, por favor pónganse por encima de tanta ironía, tanta critica, tanta lisonja y tanto ruido, e imaginen un país con centros de capacitación y oportunidades de trabajo en todo su territorio para las futuras generaciones y pregúntense quienes serán capaces de cristalizar ese proyecto. No olvidemos que lo que importa no es toda esta puesta en escena y este despilfarro que se produce cada cinco años; lo que verdaderamente importa es quienes seremos y que haremos a partir del lunes de mañana.

error_outline

Los comentarios publicados en esta sección son entera responsabilidad de su firmante, y no necesariamente representa la posición de LARED21

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje