¿Hay espacio para un cuarto o quinto?

 

Casi todas las últimas encuestas publicadas de cara a octubre señalan la posibilidad de que los partidos minoritarios puedan alcanzar la representación parlamentaria en esta instancia.

Según algunas consultoras, dentro de estos partidos el que corre con la mayor ventaja es el Partido Independiente al cual le dan entre el 1 y el 3% de intención de voto.

Más atrás, aparecen Asamblea Popular y el Partido Ecologista Radical Intransigente (PERI) quienes oscilan entre el 0,5 y 1% de posibles votos.

Si bien los tres partidos apuntan a captar a votantes frenteamplistas desencantados con el gobierno, existen importantes matices entre sus perfiles.

En primer lugar, el PI apunta a un voto de izquierda moderada o más bien centro-izquierda. Recientemente, el propio candidato a vicepresidente (Conrado Ramos) señaló a 20once que su partido es una suerte de “socialdemocracia europea con matriz liberal en lo político”, que “se ha propuesto como objetivo transformarse en el partido que permita la gobernabilidad tendiendo puentes entre los dos grandes bloques que existen en Uruguay”. Ello implica entonces, una apertura para votantes blancos y colorados que no quieren volver a votar por esos partidos (tampoco por el FA) y que quizás puedan ser convencidos para inclinarse por la opción de equilibrio que plantea el PI.

Por otra parte, Asamblea Popular si bien es también producto de una escisión de izquierda[1], que se formó por militantes y dirigentes disconformes con el giro “hacia el centro” que el actual partido de gobierno realizó durante la década del 2000, está compuesta y apunta a otro votante distinto al que apunta el PI. En primer lugar, porque tiene un perfil ideológico mucho más especifico y por ende más cerrado. Estamos refiriendo al voto de “la izquierda más dura”, aquella que durante años era captada por el FA, pero que se quedó en el tiempo con consignas y demandas hoy casi imposibles.

Por último, se encuentra el partido más reciente y que sorprendió a muchos en la última elección interna obteniendo casi 3000 sufragios: el PERI. En este caso, otros partido también conformado por viejos militantes del Frente Amplio que es encabezado por el sanducero agrónomo, César Vega. Si bien el PERI muestra en muchos casos discursos y consignas de la vieja izquierda, la raíz fundamental de este partido son las causas ambientales.

De hecho, el propio Vega ha manifestado alguna vez “nos somos de izquierda ni de derecha, somos de abajo, de la tierra”[2]. En tal sentido, las demandas principales apuntan a la defensa de estos temas: preservación de recursos naturales, lucha contra la megaminería, cultivos transgénicos y mayores controles a las plantas de celulosa que operan en el país.

Hace unos días escuché hablar, sobre las posibilidades de AP y el PERI, al politólogo e historiador Gerardo Cateano. Comparto su análisis cuando señala que son “partidos testimoniales” que responden a demandas concretas y por ende apuntan a sectores específicos del espectro ideológico.

El mismo Caetano señala que sin embargo, se trata de dos partidos con objetivos divergentes y que en caso de alcanzar una eventual representación parlamentaria, cumplirán roles muy distintos. Asamblea Popular, con un rol mucho más cerrado y con poca participación en uno u otro bloque. Mientras que el PERI, actuando con mayor flexibilidad en uno u otro bloque, ya que los objetivos del partido están relacionados con temas ambientales y no postula con mayor énfasis -por lo menos hasta el momento- otros temas de campaña.

Es difícil saber de aquí al mismo día de la elección, si algunos de estos dos partidos alcanzarán representación parlamentaria. Es difícil también saber si el PI logrará por primera vez tener más de un diputado y/o acceder a la Cámara de Senadores. En este último caso, percibo dicha posibilidad como algo muy difícil, ya que el PI es un partido que no logra marcar un perfil ideológico claro, más allá del discurso de querer ser el “partido del equilibrio”.

Si se observa la evolución electoral del país, la excepción más importante en torno a un cuarto partido ha sido el Partido por el Gobierno del Pueblo (PGP-Nuevo Espacio) en 1989, cuando logró casi el 10% de los votos obteniendo nueve diputados y dos senadores.

Sin embargo, creo que en esta elección existen mayores posibilidades de que -incluso más de cuatro partidos- logren representación parlamentaria.

Primero, porque hay un sector importante de votantes tradicionalmente de izquierda que se niega a votar el FA. Segundo, porque hay también cierto sector de la población con intención de votar en contra de las mayorías parlamentarias (que tampoco quiere votar al PN o al PC). Tercero, porque específicamente con respecto a temas ambientales, estamos ante un contexto de mucho mayor preocupación mundial (y también nacional) sobre el futuro de los recursos naturales. En el Uruguay, es de recordar –pese a no haber tenido significativa presencia en las urnas- la experiencia del Partido Verde fundado por el extinto Rodolfo Tálice. Hoy, este tema capta mucha mayor atención de la ciudadanía y de hecho hay muchos uruguayos que se encuentran sensibilizados por estas cuestiones sobre las cuales el FA durante décadas, supo levantar la bandera de la cual desde el gobierno se ha ido divorciando.

Más allá de lo que marcan las encuestas, solamente nos queda esperar hasta el próximo 26 de octubre para saber con exactitud que pasará con los partidos minoritarios pero, en caso de que tengan buena participación en la elección y alcancen representación, tendremos que comenzar a hablar de un fenómeno muy interesante e innovador para el sistema político de nuestro país en décadas.

*Politólogo egresado de la UDELAR. Artículo publicado originalmente en semanario 20once de Paysandú, edición del 2/10/14.

[1] Surgió en 2006, a costa de grupos radicales de izquierda que se encontraban nucleados dentro del FA.

[2] “La otra sorpresa de las internas: el PERI”, en El Observador, 3 de junio de 2014.

 

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