¡No al retorno de la pluriporquería!

Descartada la posibilidad de ganar la elección con propuestas creíbles todo el espectro opositor se ha propuesto quitarle al Frente Amplio su mayoría parlamentaria. Lograr un triunfo en segunda vuelta en el que el ganador no contaría con mayorías que le garanticen concretar su programa de gobierno. Es decir un Presidente sin respaldo parlamentario.
A partir de 1984 quedó claro que el bipartidismo tradicional estaba en fase terminal. Las elecciones fueron chuecas, con Wilson Preso y Seregni Proscripto, los militares entregaron el gobierno a sus hombres de confianza, a los colorados, en la persona de Sanguinetti. Pero la izquierda confundida y dividida pronto se vio que era la segunda fuerza y que la gobernabilidad entre blancos y colorados solo se lograba mediante acuerdos y repartijas de ministerios, ninguneando a la segunda fuerza política. Para los noventa fue necesario inventar un sistema de ballotage con una exigencia única en el mundo, del 50% o mas de diez puntos de diferencia en la segunda vuelta. Sus defensores decían que garantizaba las mayorías parlamentarias necesarias para gobernar.
Ahora, luego de dos gobiernos Frentistas reniegan de su creatura, quieren lograr un gobierno desestabilizado por carencia de mayorías parlamentarias, un gobierno extorsionado por las minorías coaligadas. Un gobierno que no va a poder diseñar su presupuesto de inversión y gastos para cumplir con quienes le mandataron, es decir un gobierno con las manos atadas, camino a su desprestigio total.
Para darse cuenta de lo que se proponen baste decir que, pese a la tremenda exigencia para llegar a la presidencia con mayoría parlamentaria, como lo hizo el frente, la coalición rosa nunca habilitó la renovación de los organismos de contralor que requieren un cuorum del sesenta por ciento, ¿Saben por qué? Porque estaban conformados de acuerdo al antiguo bipartidismo blanco colorado, y seguro,de acuerdo a la constitución “a su medida”, vigente el 3 y 2, uno de los partidos , seguro el colorado , iba a quedar sin representación en los órganos de contralor.
Esto es una prueba de la mezquindad política de la oposición, negar los votos para la renovación de la Corte Electoral, el Tribunales de Cuentas, y Contenciosos, la suprema Corte de Justicia etc. De esta forma intentar bloquear las reformas que debían llevar adelante los gestores de la voluntad expresada en las urnas.
Por lo tanto, conociendo los actores, que fueron capaces de inventar un ministerio de deporte con la Comisión de Educación física, para que Jaime Trobo por el PN tuviera un ministerio y de esa forma Batlle tuvo que “comprar la gobernabilidad” al herrerismo. Una prueba clara de lo que entienden como política los rosados y su ladero, el PI, que aspira a ser “fiel de la balanza”, es decir al voto mercancía, un voto que puede valer un ministerio o una embajada. Esto es volver a lo peor de la tradición politiquera uruguaya de principios del siglo XX, cuando Batlle pagó los votos de los blancos “calepinos”, los que les dieron los votos en el senado para ser presidente en 1903, con embajadas y ministerios. Es volver a los ministerios fabricados para obtener mayorías parlamentarias.

O el próximo gobierno tiene mayorías parlamentarias para gobernar o el estado de derecho entra en la pendiente del caos que nos llevó a la pérdida de las garantías constitucionales. Por que ,¿alguien puede desear al país un gobierno mediatizado en sus propuestas, trancado en sus proyectos, obligado a comprar votos a cambio de cargos o prebendas, como se ha visto en los inestables gobiernos europeos, caso de Italia , convirtiendo al presidente en un remedo de”, primer ministro”, en un sistema de gobierno en el que dicha figura, fácilmente camiable por un parlamento? Esto no existe en nuestra constitución.
Ya lo dijo en su momento de gloria, Lacalle, “el que gana gobierna y el que pierde acompaña”, pero son malísimos perdedores. No aceptan sus propias reglas, cuando pierden quieren” patear el tablero”, y llaman “dictaduras” a los gobiernos que tienen mayorías parlamentarias, y “ democracias” a gobiernos que llegan con presidentes con poco mas del 28% de los votos, como fuera el caso de JM Bordaberry en 1972, con mayorías parlamentarias compradas con intercambio de favores, cargos , ministerios , entes, embajadas, etc.
Los uruguayos no queremos volver al país del acomodo, del “quita y daca”, al cambio de votos por cargos, a la traición de las propuestas electorales porque luego de la elección hay que imponer las propuestas rechazadas por la opinión en las urnas mediante los acuerdos vergonzantes de trastienda parlamentaria, de espaldas al electorado.
Así que, a tener claro. O quien gana tiene mayorías parlamentarias o no gobierna, queda empantanado y la voluntad de las mayorías será trampeada infamemente.
Los frentistas, o los que ya votaron al frente en dos oportunidades deben de tener memoria. El país gris, sin oportunidades para la juventud, el estado coimero, burocrático, el de la favorcracia de comité, para sacar una jubilación, tener un empleo, acceder a una licitación, etc. Todo esto se terminó a partir del 2005. ¡No podemos volver atrás!
Lacalle en el 90 prometió, credenciales y no pasaportes. Pero siguieron los pasaportes y los orientales solo volvieron a su país a partir de esta década. Miles de orientales pudieron volver y realizarse en el país, luego de que perdiéramos medio millón de ciudadanos, mas del 15% de la población, y el 30% de la juventud de varias generaciones, un desastre equivalente a una guerra, puesto que ningún país europeo perdió ese porcentaje de gente en las guerras mundiales.
El país de las obras paradas durante cuarenta años. El país sin inversiones en infraestructuras, el país sin créditos, el país del no se puede, del que hay que irse, ESE NO PUEDE VOLVER.
Y, a los que dudan, a los viejos frentistas que dudan porque tenían más expectativas que las que se concretaron, les pedimos que piensen en que no se puede volver a la izquierda testimonial, a eso de estar en el parlamento para decorar y hacer la catarsis revolucionaria mientras se gobierna contra los intereses del pueblo trabajador.
Desde el gobierno siempre se puede hacer algo por la gente. ¿ La Unidad Popular juga a tener una banca testimonial, como aquellas que tenían los comunistas en la democracia de la Cuba de Batista? ¿Prefieren ser diputados marginales en un gobierno de Lacalle, para negarle al Frente el voto?
Hay una corriente de frentistas desconformes que creen que ellos podrían haberlo hecho mejor, sin tanta concesión al resto de las fuerzas que interactúan en una sociedad capitalista colonial. Si su paradigma es la revolución cubana de los sesenta, han quedado fosilizados en la “guerra fría”, se olvidan de los “sapos que se tuvo que tragar” Fidel de parte de los soviéticos. De sus malabares para sobrevivir a la contrarrevolución rusa, al desamparo a noventa millas del imperio que reiteradamente había invadido Cuba desde la derrota de España, y la había sometido a la servidumbre durante setenta años. Pero en esa Cuba de Batista había un Partido Comunista con diario y representación parlamentaria, que decoraba al régimen criminal del sargento Batista, y que llamaba a los “barbudos” putchistas pequeñoburgueses. Era lo que Fidel llamaba la «pluriporquería» batistiana.
Así que ya de estos izquierdistas que viven de las migajas del imperialismo y saborean rosadas utopías socialistas, estamos escamados los americanos del sur.
El Frente Amplio es una síntesis de la sociedad oriental, de lo mejor de esta sociedad, pero por ser una colectividad que carga con su pasado histórico a cuestas, con su dilema entre el nostálgico artiguismo federal de Pepe, y el pragmatismo ponsombiano de Tabaré, sus contradicciones son las de la sociedad en su conjunto. Pero, pese a todo es lo único mejorable, lo único que conlleva en sí lo mejor e las tradiciones orientales en su peripecia americana. Es el Frente Amplio el resultado de la lucha oriental contra el cipayismo y el matonismo imperialista que en el siglo XX. Viven en el FA, el antimperialismo de Herrera, el heroísmo de Leandro Gómez, la rebeldía antioligárquica de la doctocracia de Saravia, la aspiración de un estado de bienestar social de don Pepe Batlle, en fin,, somos eso y la sangre de nuestros mártires civiles en la epopeya del siglo XX. Pero somos mas que memoria, somos un proyecto de país. Del país que no quiere volver a ser el nirvana del 900, que quiere ser parte del proyecto de redención americana.

La mayor demagogia, la mas nociva, es aquellos que nos proponen la consigna de “cuando peor mejor”, y eso es lo que lograrán los que prefieran una banca de izquierda en un gobierno de derecha , solo por tener protagonismo y gozar del “minuto de gloria”, que da el ser un cacique sin indios al servicio del conquistador-
¡Así que, a dejarse de pavadas, y a cerrar filas para que el Frente Amplio tenga mayoría en primera vuelta y no instaurar la «pluriporquería» en el Uruguay.

 

 

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