Trampas al solitario

 

Qué peligroso resulta esa búsqueda incesante de emociones, el aprendizaje sin medir consecuencias, aprendizaje de los malos ejemplos. Aunque lo malo y lo bueno son conceptos subjetivos, relativos, debemos coincidir en que malo es lo destructivo. Lo bueno nos da paz, alegría, ganas de vivir. Pero lo malo tiene su seducción. Lo destructivo se presenta en envases llamativos, desafiantes. Esas presentaciones te prometen superpoderes y un paraíso. En síntesis, te aleja de tu realidad. Es que a veces parece que lo único que nos conviene es olvidarnos de la realidad.
El problema es que aunque la olvidemos, la realidad es. No la podemos evitar, ni alejar, ni pasarla por alto. Nos alcanza. Estamos en ella. Trampas al solitario son para tontos. Somos tontos si las creemos. Más si las creamos.
Y el alcohol es una droga al alcance de todo tonto que quiera crearse y creerse las trampas al solitario. Nos hace sentir que podemos saltear las circunstancias flotando por encima de la situación. Vemos que otros tienen problemas de todo tipo, nosotros nos creemos exonerados. Eso es creerse la trampa, es caer en ella. Cuando me sumo más profundo menos me percato.
Hasta que un día toco fondo. No me aguanto las consecuencias de esa realidad de la que no me he podido despegar. Y no entiendo cómo, ahí está, rodeándome, exigiéndome, yo que creía que la había superado.

Y me lástima, porque dice que he hecho mucho daño a muchas personas, especialmente seres queridos. Que he fallado en mis tareas, por tanto he sido despedido de mi empleo. O mis clientes ya no me soportan y han hallado un profesional mucho más serio y eficiente. Me he quedado sin recursos materiales, sin apoyo emocional, sin el entorno que algún día comencé a despreciar…
Es hora de buscar una salida. Cortar por lo sano de una vez para siempre. Dar un giro de 180ª y empezar a reparar y recuperar. Encontrar mis pedazos desperdigados.
Siempre se puede.
Comunicate.

La Academia de Paso de los Toros
Cel. 096 24 22 21

 

 

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