La FIFA y la cola del perro de Alcibiades

 

Lunes 7 de julio 2014

Deben ser muchos los uruguayos que ven la llegada de Uruguay al mundo de los países independientes como un parto complicado, en el que participaron muchas manos para lograr salvar a la criatura. No recuerdo una encuesta con este tema.
La Federación de Provincias del Río de la Plata siempre se consideró la madre y vio a nuestra hermana Paraguay y a la Banda Oriental, como las “provincias rebeldes”.

Y mire que tenemos que hacer fuerza para lograr que nuestra voz sea oída con un timbre independiente. Entre los objetivos de la revolución escolar de José Pedro, estaba el formar espíritus republicanos que generasen una república, pero además el de que adquirieran conciencia que somos un país libre e independiente, ya que muchos, a uno y otro lado del charco, por aquella década que se inició en 1870, hace 144 años, pensaban que podíamos volver a formar parte de las Provincias Unidas…
Si hasta Don Bruno Mauricio, dudó en facilitar la creación de un puerto en estos lares. Parece que preveía que pudiera competir con Buenos Aires y fue necesario que el Rey de España repitiese la orden para que se decidiera a cumplirla.
A la búsqueda de afirmar su personalidad los habitantes del Uruguay no sólo han poblado esta parte del mundo de escritores, filósofos, artistas y de reformas políticas avanzadas, sino que además, y como quien no quiere la cosa, cada tanto tienen deportistas de excepción.
Para entrar al grano, digamos que el origen de esta nota se encuentra en una conversación que relató el Profesor Piñeyrúa en sus comentarios desde Brasil a propósito del Campeonato Mundial de Fútbol: con mucha sapiencia y racionalidad, un reportero de futbol argentino, al término del partido Uruguay – Costa Rica, le dijo “que los uruguayos teníamos que estar contentos, pues somos apenas poco más de 3 millones y habíamos llegado hasta ahí en el mundial, que debíamos conformarnos, que bastante habíamos hecho para los pocos que somos”.
Tenía razón el porteño. Examinado racionalmente el tema, no es lógico que poco más de tres millones de uruguayos pretendamos hacerle partido a cuadros de países con muchísimos más millones de habitantes que nosotros. Talvez nos falte racionalidad y no apliquemos lógica alguna y no nos conformamos, por eso después del comentario del porteñísimo, le ganamos a Inglaterra e Italia. Según parece, los jugadores uruguayos cuando entran a la cancha sólo ven a los once jugadores contrarios y reafirman que “los de afuera son de palo”.
Lo ocurrido en las canchas dejó al descubierto el arma secreta (y no tan secreta) de Uruguay. Veamos. Contra Costa Rica se dio la lógica del porteño y perdimos. Pero incorporado Suárez con él entró ese otro factor que les falta a muchas potencias futboleras: el campito del barrio o de los alrededores del pueblo.
Pese a la temperatura un sudor frío se apoderó del DT brasileño cuando vio los dos triunfos de Uruguay. Y ahí intervino la mano de la FIFA. Descubrió que Suárez había cometido una falta inexcusable. Y siguieron la estrategia que diseñó Alcibíades, que cuando se sintió muy criticado en Atenas, cortó la cola a su perro. Éste era un animal reconocido por su porte y elogiado por su belleza, así que fue comentario de todos y una incógnita dominó en todos los diálogos: ¿por qué Alcibíades cortó la cola a su perro?- A los de su círculo íntimo explicó que prefería que la gente hablase de la cola de su perro y no de él.
La FIFA, siguió la estrategia de Alcibíades. Creó un hecho, el conjunto de penas desmedidas aplicadas al jugador, que acaparó la atención del público y la distrajo de la mala conducta del organismo y no se la critique en su objetivo principal. ¿Cuál era el objetivo principal? Que Uruguay no fuese con toda su potencia posible a enfrentar a Colombia y luego a Brasil.
Y así fue que un Uruguay sin Suárez y anímicamente bajoneado perdió con Colombia.
De este modo el DT de Brasil, Luis F. Scolari contestó aliviado a los reporteros: “¿Clásico con Colombia? No, nuestras guerras en una cancha son contra Argentina, contra Uruguay…” (Suplemento Ovación, sábado 5 de julio de 2014).□

 

 

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