Caen varios de los últimos coronillas de Araminda

Al final de la Rambla del Bosque, en Araminda, subiendo por unos médanos se podía acceder a una de las últimas,sino la última, galería de coronillas que iba quedando en la ribera Aramindense del monte nativo del arroyo La Tuna. Hagamos un poco de historia. Allá por el año 2000 un grupo de individuos comenzó una verdadera devastación del monte indígena, principalmente en busca de coronilla, leña muy cotizada por los asadores que poco saben acerca de la preservación de los ecosistemas naturales. La leña era acarreada en carretillas desde el monte, ante la vista de todos, siendo uno de sus principales compradores los supermercados de la misma zona…uno en especial…

Con algunos vecinos empezamos a encarar el tema,un poco con miedo a represalias, otro poco con rabia y denunciamos la situación.Ni la policía, ni la Dirección de Gestión Ambiental de la Comuna Canaria hicieron nada. Allá por el 2007 la cosa empezó de nuevo tras una pausa de un par de años en la que los depredadores forestales abandonaron la zona y vinieron nuevas generaciones de monteadores ilegales. Ahí, ya cansados de esta situación implementamos un sistema de alarma en la que nos comunicábamos en primera instancia con la Comisión Fomento Araminda y de ahí a la policía,a Gestión Ambiental a los dueños del susodicho monte y por último al Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca. Estos últimos fueron los que en definitiva tomaron cartas en el asunto, intimando a los supermercados a abandonar dicha actividad ilegal como reductores de la leña no solo robada sino que ilegalmente talada, sin guías ni ningún tipo de autorización estatal. Recordemos que la tala de monte indígena está prohibida por ley y la leña de monte solo puede ser utilizada por el dueño del establecimiento para su uso personal y alambrado del campo no permitiéndose la extracción y venta sin las guías y permisos correspondientes.Por esos años,tras la identificación de los responsables y la incautación de algunas motosierras la cosa paró.

Hoy a la tarde, en uno de mis habituales paseos por el monte la sorpresa fué mayúscula. La última gran galería de coronillas, con unos 10 ejemplares añosos y frondosos había dejado de existir. En su lugar las malezas estaban ganando rápidamente terreno y las grandes cepas coloradas eran el último vestigio de los antiguos coronillas.Nadie que no halla jugado en ese monte, que no recorrió sus senderos y cuevas puede imaginarse el dolor que esto me produjo. Dolor, rabia, verguenza. Dolor por el patrimonio perdido, patrimonio de todos y no de unos pocos.Rabia porque detrás de la devastación sólo hay un vil interés económico y una enorme ignorancia. Verguenza como integrante de esta sociedad incapaz de proteger la naturaleza permitiéndole a nuestros hijos disfrutar de lo que nosotros disfrutamos. Como en el 2000 a nadie parece interesarle. A ninguna autoridad,ni local ni departamental,ni nacional. Esto no es otra cosa que la crónica de una muerte anunciada. Salud «Uruguay Natural»!

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