Carta Abierta a la Mesa Política del FA

Queridos compañeros:

En primer lugar les agradezco enormemente que me tengan en vuestro mailing de comunicaciones oficiales. Me hace sentir más cerca aún, más frenteamplista. Si bien independiente –y hasta outsider, en tanto ciudadano argentino- paso varios meses al año en este país y tengo casi toda mi familia aquí. Es el país en el que intervengo con mayor regularidad y frecuencia en los medios de comunicación y al que vengo desde la infancia y viví tanto las vejaciones a las que nos sometían a las visitas en el penal de Punta Carretas durante el terrorismo de Estado, cuanto luego mi propio exilio junto a compañeros uruguayos. Mi primer anfitrión cuando huía de la dictadura argentina al final de mi adolescencia fue el uruguayo Alberto Pérez Pérez en Nueva York. Decenas de otros compañeros orientales exilados de dilatada trayectoria me extendieron sus brazos solidarios en México y Europa en aquella larga noche del horror. Sería largo nombrarlos. Era un niño en el ´71, pero ya había adoptado como parte de mi identidad a Boca en mi país, y a Nacional y al FA aquí. Nada ha cambiado desde entonces al respecto, sólo que a la última opción le agregué buenas dosis de ética y racionalidad. Soy en consecuencia un frenteamplista más, con el cerebro y el corazón.

Pero lamento profundamente que el contenido de esas últimas comunicaciones fuera  de suspensiones sucesivas al acto de Piriápolis y que no haya otra alternativa hasta el nuevo aniversario del 26 de marzo que también entiendo tan significativo como el 5 de febrero, y me preocupa en consecuencia el “mientras tanto”.  Como todos los veranos aquí estoy, con las banderas cargadas en el vehículo para acudir a cuanto acto unitario pueda. No desconoceré que hay un componente egoísta en la desazón a la que aludo, por los abrazos, las emociones, la potenciación subjetiva y la ebullición de ideas de las que las suspensiones me privan. Y por las citas y encuentros fallidos con tantos compañeros y amigos de diversos departamentos y disímiles responsabilidades, inserciones y orientaciones con los que combiné encontrarme y los que encontraría por sorpresa. Como en todo momento de la historia de nuestro movimiento, tuve (y tengo hoy) preferencias e inclinaciones, pero éstas no hicieron más que potenciar mis afectos y el orgullo por converger codo a codo, grito a grito, en marchas y plantones con todos, sin excepciones, hacia un objetivo emancipatorio común. Las opciones que coyunturalmente he apoyado en el devenir de la historia frenteamplista, no menguan un ápice ni el afecto, ni el respeto, ni mucho menos el sentimiento de implicancia y compañerismo que me une a todo y cualquier frenteamplista. Encuadrado o independiente, simpatizante de tal o cual, o quienquiera sea.

Me permito entonces señalar fraternal y respetuosamente que las suspensiones resultan un grave error político. Escuchar y ver unidos a los tres líderes actualmente más significativos para el futuro de nuestro frente, Mónica, Tabaré y Constanza (y por qué no también a otros dirigentes) y unirnos todos nosotros, el resto, entre el público, festejar, reflexionar, emocionarnos y encontrarnos es un impulso a la construcción que no deberíamos evitar, sino inversamente alentar. En todo el país y con la frecuencia necesaria para poder llegar a todos los rincones en los que habiten nuestros compañeros frenteamplistas y otros ciudadanos cuyas conciencias debemos seducir.

Nuestra actividad, nuestras potencias, no pueden quedar atrapadas por el clima, sino que deben ser liberadas y preñadas por la capacidad organizativa. La lluvia es siempre una posibilidad estadística en este país y no tiene caso pagar el alto precio de nuestra desmovilización y pasividad por causas meteorológicas. Habrá que prever siempre esta posibilidad natural indeseable, concibiendo cobijos alternativos.

Las solas campañas individuales de los precandidatos, nos lleva a correr el serio riesgo de producir una falsa imagen de polarización y hasta de desencuentro. Pero además nos debilita de cara a octubre que es cuando se juega verdaderamente el futuro del país. Las pilas que nos darán la energía para volver a derrotar a la derecha y lograr un tercer gobierno, se cargan en esta etapa de internas y es éste el momento de la sumatoria de energías unitarias que, por nimias que parezcan individualmente, todos sin excepción debemos aportar.  Con la pluma, con la palabra, con el cuerpo y el sudor. El éxito en la capacidad de movilización unitaria en estas “internas”, será la mejor garantía de extensión de ella hacia las nacionales, cuatro meses después. Corremos el riesgo extra, señalado recientemente en un artículo por el compañero Couriel, de parecernos cada vez más a una coalición de partidos, desdibujando nuestra esencia movimientista y nuestros cimientos basistas.

Pero también me preocupan algunos síntomas larvales de descomposición ética que el ejercicio del denuesto, la invectiva y la injuria a quienes optan o encabezan algunas de las dos alternativas que se dirimen en estas internas exhibe. En ocasiones potenciadas por el anonimato de las redes sociales, o peor aún, cuando se expresan en micrófonos de prensa por compañeros con responsabilidades públicas. También la insinuación del voto en blanco o anulado en caso de resultar vencedora la opción contraria a la propia. Resulta reprobable y contrario a la más elemental ética de izquierda la no aceptación de los resultados si se participa con las reglas de juego comunes a todos y previamente aceptadas. El deber ético exige apoyar incondicionalmente a quien gane, tanto como alentarlo en los actos y encuentros de los que se participe. Para lo cual resulta indispensable que seamos convocados a tales actos o encuentros, cosa que entiendo es responsabilidad de esta Mesa Política. La crítica y la disidencia nos fortalece y enriquece, tanto como el desprecio por el adversario coyuntural o las bravuconadas nos envilecen y debilitan. La diversidad es parte de nuestra historia, pero si se recrea cotidianamente con respeto y sentido unitario.

 

Inclusive prescindiendo sólo metodológicamente de la ética, existen razones pragmáticas que aconsejan convocarnos porque, como intenté señalar en algún trabajo, “nos necesitamos todos”. No nos sobra caudal electoral, ni creo que haya líder que pueda aportarnos lo que nosotros no podemos garantizar colectivamente aún reconociendo su carisma. Ya conocemos victorias al límite y hasta dolorosas derrotas como los últimos plebiscitos o los departamentos que lamentamos haber devuelto a la derecha. Necesitamos no sólo llegar a un tercer gobierno, sino también lograrlo con mayorías parlamentarias como hasta ahora para poder profundizar los cambios.

Vuestra responsabilidad es mayúscula, aunque no cuente con el resplandor rutilante de la exposición mediática y el merecido reconocimiento personal. Es nada menos que la de organizarnos, la de hacer resurgir a los comités de base desde su actual agonía, la de recuperar independientes, la de lograr convocarnos en el entusiasmo, la acción y el pensamiento, la de editar y publicar en soportes varios, los contenidos que nos ordenen en la vida militante. No desprecio la crítica a la derecha ni la defensa de las acciones de nuestro gobierno que también emprenden desde nuestros precandidatos hasta todos nosotros desde el modesto o encumbrado lugar que ocupemos de este lado de la trinchera. Pero no sustituye la tarea indispensable de articularnos institucionalmente, convocarnos y movilizarnos que tienen el honor de habérseles mandatado de manera directa por el pueblo frentista.

Les deseo para ello el mayor éxito ya que nos son, como diría Bretch, indispensables.

Los saluda con cariño y compromiso militante:

Emilio Cafassi

 

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