Manicomio y cuartel. Las ideas de Fernández Huidobro

Seguramente el ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, no lee páginas como esta.

Pero hay en cambio en su cartera funcionarios dedicados a recopilar lo que pueda resultar de interés. Y así, lo que digo acá bien podría llegar a la oreja del ministro.

Trataré pues de ser claro y pondré además un resumen final para facilitarle la tarea al vigilante pues -bien se sabe- inteligencia militar, un oxímoron.

Quiero referirme a declaraciones de Eleuterio en el aniversario de su cartera, según la prensa (1).

Dice el ministro:

Que hay un quienes “tienen un antimilitarismo muy primitivo” mientras hoy en día se siguen cometiendo violaciones a los derechos humanos que pasan desapercibidas.

“El Estado uruguayo está violando los Derechos Humanos de miles de soldados, al mantenerlos viviendo en la pobreza”. Él no ha podido resolver ese problema y siente culpa.

“Los manicomios deben ser la violación a los derechos humanos más colosal que se está cometiendo hoy en Uruguay… y nadie se ocupa”.

“Guerra contra la pobreza” con pobre resultado.

Los oficiales de las fuerzas armadas de este país gozan de grandes privilegios mientras hay un amplio sector de la población viviendo en la pobreza; eso “pasa desapercibido” para Eleuterio, se preocupa solamente de los pobres soldados, que es cierto, también viven en la pobreza.

La pobreza en el capitalismo es estructural. Solo puede eliminarse superando el capitalismo. Las fuerzas armadas de un Estado capitalista son guardianas del orden capitalista. Para eliminar la pobreza propia del capitalismo hay que eliminar, entre otras cosas, las fuerzas armadas del Estado capitalista.

Por lo tanto no te sientas culpable, Eleuterio, por no haber podido resolver la pobreza con un parche, porque eso, en definitiva, no se puede hacer.

No pudiste ganar la “guerra contra la pobreza” porque te cambiaste de bando. Esa fue tu forma de dejar atrás las grandes macanas que te mandaste en tu bando de antes por creerte el gran estratega guerrillero; ahí sí podrías sentirte culpable pero de eso ya no vale la pena ni hablar.

En cambio vamos a hablar de este otro tema:

Dejando que siga habiendo pobres en general ¿podrían dejar de serlo los soldados?

No se puede, Eleuterio, te lo voy a explicar.

El Estado uruguayo recluta soldados entre los sectores de pobreza estructural de nuestra sociedad. Sin embargo la idea no es sacarlos de la pobreza, es que sigan siendo pobres pero que tengan un pequeño diferencial respecto de los demás pobres, de esos pobres desamparados que se desloman trabajando o se desesperan por conseguir trabajo.

Como paliativo de la pobreza, reclutar soldados entre los pobres es un paliativo muy limitado. Un pobre paliativo.

Los pobres conchabados como soldados en las fuerzas armadas siguen siendo pobres pero tienen al menos un lugarcito asegurado, en vez de trabajar se rascan el higo, pero tienen -eso sí- que hacer alguna cosa más en pago por ese lugarcito.

Es evidente que unas fuerzas armadas hipertrofiadas, mal armadas armadas e inútiles no pueden tener soldados bien pagos que hayan dejado de ser pobres y que estén equipados con algo medianamente moderno y eficiente en materia de armamento, si al mismo tiempo se mantiene esa hipertrofia numérica. Sería una carga presupuestal imposible para un país pequeño y empobrecido como el nuestro. Un lujo de la miseria.

Pero vos y tus amigos ex-guerrilleros, hablarán, hablarán y hablarán de “reducir y profesionalizar” las fuerzas armadas, pero nunca lo van a hacer.

Porque no es esa la que sirve, porque a nadie le interesa la “defensa nacional” sino la defensa del sistema.

Y para eso, lo que sirve son unas fuerzas armadas hipertofiadas con muchos soldados pobres e inútiles que estén apenas un poquito mejor que el resto de los pobres; tal vez hasta vivan peor pero tendrán su conchabo asegurado y no tendrán ni que trabajar. Tendrán sí que pagar ese lugar de otra manera.

Por eso no pudiste resolver ese problema, Eleuterio. No te sientas culpable, nadie puede.

El cuartel, gran violador.

Pagar salarios de hambre es desconocer los derechos básicos de la gente, sean civiles o militares. Pero esa es solamente una parta del problema.

Se violan los derechos humanos de los soldados cuando se los tortura como forma de “entrenamiento”, cuando se los degrada, se los somete a prácticas humillantes y absurdas de las cuales está repleta la vida militar, se les priva de su libertad, se les desforma la mente. Cuando se los lleva al suicidio o a la muerte “accidental”.

Y también cuando se los viola en sentido estricto como práctica de iniciación o de castigo.

Todas esas violaciones son necesarias para que el soldado pierda su sentido de dignidad, el respeto por sí mismo. Necesario a su vez para que pierda el respeto por la dignidad de los demás.

Cotidianamente el soldado será violado en todos sus derechos por su superior. Participará sumisamente como auxiliar en las violaciones a la ley que sus superiores hacen todos los días, la corrupción, los robos, el contrabando; hará en horas de servicio trabajos en beneficio privado de sus superiores. Será testigo mudo de violaciones a los derechos de civiles y militares, cometiendo todo el cuerpo militar “violaciones a los derechos humanos que pasan desapercibidas”.

De vez en cuando enganchará en alguna “misión de paz” en el extranjero que le permitirá aumentar por unos meses su magro sueldo. A cambio de eso participará de la violación de la soberanía de otros pueblos.

El soldado sabrá ser “buen pobre”. Se someterá a la autoridad y servirá de instrumento para someter a los otros pobres, ese es el precio que pagará por el pobre paliativo a la pobreza que es ser un pobre soldado.

Para que esa máquina funcione es necesario que el soldado jamás deje de ser pobre, porque es la pobreza la que lo hace ser soldado.

El cuartel es un manicomio y el manicomio es un cuartel.

Tiene razón Eleuterio cuando dice que en las instituciones de salud mental se violan los derechos humanos. No tiene razón si supone que es él el único que denuncia esto. El movimiento mundial anti-manicomial es tan importante como el movimiento antimilitarista.

Manicomio y cuartel son cosas parecidas. Los dos son “instituciones totales”, “lugar de residencia o trabajo, donde un gran número de individuos en igual situación, aislados de la sociedad … comparten en su encierro una rutina diaria, administrada…” (2)

Esas instituciones despersonalizan toda la vida y la someten a una única autoridad. Todo está obsesivamente reglamentado y jerarquizado, todo se impone desde arriba, todo se administra con un “hiper-racionalismo” irracional.

Pero manicomio y cuartel son cosas diferentes, el cuartel es más loco que el manicomio.

El manicomio es un mal remedio a la enfermedad mental, una disfunción que se produce espontáneamente en una sociedad disfuncional, que crece como una “mala hierba”, el manicomio la agrava pero no la cultiva.

El cuartel es algo bien diferente, es una fábrica de la enfermedad militarista, una disfunción que se produce artificialmente como una planta transgénica. No es un mal remedio a la enfermedad, es la enfermedad misma.

El manicomio está escindido en personal y pacientes, como el cuartel en oficialidad y tropa. Pero en el cuartel la principal división es con el afuera-enemigo.

Por eso el manicomio tolera un cierto espacio crítico de antipsiquiatría, el cuartel jamás. Nadie es tan loco como para pretender que el loco esté orgulloso de estar loco, excepto el militar-loco. Por eso para el ministro el problema es el antimilitarismo.

Y con eso queda demostrado que el mejor ministro de Defensa es el ex-guerrillero derrotado, arrepentido y culpable.

El manicomio es un resumidero, una disposición final. El cuartel es algo muy diferente.

Es una batería, un condensador, donde la locura se acumula y se preserva para un día ser descargada al el exterior como se descarga un rayo. Es un lugar de acumulación y multiplicación de violaciones de derechos humanos para contar con una capacidad de violación de derechos humanos lista para ser usada. Como el cuartel está formado por seres humanos, deben ser seres despojados de su humanidad.

La locura del cuartel consiste en que esos seres acepten como hecho natural ser despojados de sus derechos y que se identifiquen en y por esa condición de despojos humanos.

Así como el soldado está soldado a la pobreza, también está soldado a la violación de los derechos humanos, empezando por los suyos para que sean luego los de los demás.

Es por eso que el Estado viola los derechos humanos de los soldados, por “razón de Estado”.

Resumen final.

Va acá lo prometido entonces para que ese soldado vigilante de la opinión social pueda presentar más fácilmente su informe en la oreja del ministro.

Esta nota es un ejemplo claro de antimilitarismo.

Sostiene que el ministro tiene en parte razón, pero que se queda corto, ve algo pero no lo entiende.

Manicomio y cuartel son violadores los dos de los derechos humanos, Pero el cuartel es peor.

Los locos del manicomio están guardados, y se violan sus derechos.

A los locos del cuartel se les violan sus derechos. Están guardados para salir un día a guardar y violar a los demás.

(1) //www.lr21.com.uy/politica/1153104-huidobro-uruguay-viola-ddhh-de-los-soldados-al-mantenerlos-en-la-pobreza
(2) Erving Goffman, “Internados”.

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