La educación en crisis y cuatro problemas

El Consejo de Educación Secundaria fue obligado por la Justicia a proporcionar los resultados sobre promociones y repeticiones de los adolescentes que concurren a la enseñanza pública. Es interesante que un dato tan importante sobre la realidad nacional se guardara tan en secreto que solo tres personas tenían acceso la información. Esto puede desbocar la imaginación más conspiranoica, pero lo peor es lo que dicen los datos: el problema es tan grande que no tiene una sola explicación ni tiene solución simple.

El resultado sorprendió a quienes viven de espaldas a la realidad. La tercera parte de los estudiantes de ciclo básico repitieron el curso, y el 70% de los estudiantes de enseñanza secundaria ha repetido algún curso. Estos resultados son tan alarmantes como para no dudar de su gravedad. Tampoco forman parte de un fenómeno reciente. Algo así es producto de la acumulación de muchos años.

Esta tragedia nacional puede descomponerse en cuatro partes componentes:

Primero: Qué se enseña.

Muchos adultos se dan cuenta que los contenidos educativos actuales son inferiores a los que ellos mismos recibieron cuando los cursaron hace varios años atrás. En la escuela no se enseñan las reglas básicas de ortografía ni gramática. Tampoco se estimula la lectura. Las operaciones matemáticas de suma y resta son desconocidas para la mayoría. Sin la calculadora la mayoría de los niños no las saben hacer. Ni hablemos ya de las tablas de multiplicar. Por lo tanto, las habilidades necesarias para adquirir nuevos conocimientos están en déficit y la mayoría fracasa en algún momento por no haber “aprendido a aprender”. La escuela no brinda las habilidades necesarias. El liceo y la U.T.U. tienen un déficit enorme en este aspecto. El colmo es cuando el liceo recibe alumnos “promovidos por edad”. Saque sus propias conclusiones.

Segundo: Cómo se enseña.

El proceso de aprendizaje a través del ensayo-y-error está descartado porque afecta la autoestima de los alumnos. Traducido: no los corrijas porque se trauman. Lo que me genera la duda acerca de si quienes dicen esto tienen algún conflicto generado porque la maestra le marcaba las faltas con rojo y se las hacía repetir tres veces. Como a todos sus compañeritos de clase. El que se les permita expresarse “libremente”, resulta un poco extraño, ya que si no se dominan las herramientas ¿cómo puede expresar lo que quiere transmitir? Me hace recordar a una expresión del escritor griego Petros Márkaris, que se refiere a la “generación del 50”, porque solo saben cincuenta palabras. Si a una pedagogía ineficiente le sumamos condiciones para el aprendizaje que no son aceptables está servido el plato del fracaso. Edificios en estado ruinoso, que muchas veces se reparan en el período lectivo, generando una cacofonía que no ayuda a la concentración. Condiciones higiénicas deterioradas, que son atendidas cuando los padres “llaman a la televisión”. Arreglos menores que tardan años en arreglarse. Y una administración con enormes fallas: el de los “psicólogos ñoquis” es un botón de muestra. Y si desea una experiencia surrealista, pida ver el recibo de sueldo de cualquier docente de secundaria. De preferencia el del mes de marzo, que es el que tiene menos detalles, por ser el inicio del año lectivo. Serán dos hojas. Y si tiene suerte, serán tres.

Tercero: Quiénes enseñan.

Los docentes de primaria y secundaria tienen grandes problemas para poder cumplir con su trabajo. Están mal pagos, en condiciones de gran estrés y se los considera únicos responsables de la crisis educativa por los informativos de la televisión. El bajo ingreso obliga a los docentes de primaria a tener dos escuelas, con suerte. Trabajan de ocho a doce y de trece a diecisiete y se llevan el trabajo a la casa. Con los docentes de secundaria se complica más, porque si no pueden dar clases en el mismo local, deben viajar de un sitio a otro. Y también se llevan el trabajo a la casa. Esto respecto al salario bajo, porque reuniones de calificaciones, tiempo que insumen los exámenes, mesas docentes y demás actividades son obligatorias, pero no son pagas. El estrés de tener que dictar una clase frente a un grupo de treinta a cuarenta alumnos es algo que no suele ser tenido en cuenta. Una herramienta eficaz para silenciar a alguien que critica a un docente, dispararle a quemarropa: “Yo atiendo cuarenta clientes a la vez. Te cambio mi trabajo tan tranquilo por el tuyo”.

Cuarto: A quiénes se enseña.

Aquí el problema está en que la educación no está valorada por la sociedad como herramienta de progreso en la vida. Los padres no apoyan ni obligan a sus hijos a aprender. Parecería que prefieren que sus hijos sean futbolistas y las hijas, modelos. Cuando se cita a reuniones de padres, es común la queja de los docentes de que concurren aquellos padres que no tienen necesidad de ir, y que los que tendrían que ir, no van. Los medios de comunicación masivos explotan el facilismo del “primer y único intento con éxito” y los quince minutos de fama en la televisión. La violencia de los videojuegos alienta un estado de agresividad generalizada en la sociedad, que se ve robustecida con la abundante cinematografía que hace hincapié en la violencia como solución de problemas y el culto al héroe. La destrucción de hogares provocada por la crisis del 2002, cuyas consecuencias se notaron sobre todo en los años 2003 y 2004 ha provocado enormes secuelas en los niños de esos años. Resumiendo: si no quieren aprender, no van a aprender.

Estos cuatro problemas son solucionables si se consideran como cuatro vertientes de una situación crítica. El problema debe ser estudiado y resuelto en conjunto. El enfocarse en uno solo de ellos hace que los otros tres continúen con su influencia. Es lo que hay que hacer si realmente se piensa en el futuro del país. Cualquier otra cosa, “se necesitan escuelas abiertas los 365 días del año”, “desarrollo de centros educativos públicos de “gestión privada””, “si hay que dar clase abajo de un árbol se da clase abajo de un árbol, pero clase tiene que haber”, son pura demagogia.

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