Expo Prado: ¿la fiesta del campo?

Año a año, en ocasión de la realización de la Exposición Rural del Prado, es muy común escuchar a los periodistas que cubren el evento, calificarlo como “la fiesta del campo”. Esto constituye en los hechos un concepto bastante alejado de la realidad.

Los datos en la actualidad señalan que cada vez viven menos familias en el campo uruguayo, persistiendo solo un 5% de habitantes en zona rurales (según último censo nacional). Entre el año 2000 y 2011, desaparecieron 12.000 productores familiares, muchos de los cuales debieron migrar hacia áreas urbanas.

Es cierto que el campo está generando grandes ingresos, pero también es real que son muy pocos los que se quedan con las ganancias y que este proceso “fulgurante” ha dejado muchas familias por el camino.

Otro dato indica que en los últimos once años, el precio de la tierra se multiplicó por nueve, lo que ha dejado la puerta abierta casi en exclusividad a éste minúsculo grupo, donde se encuentran algunos de los que pusieron el grito en el cielo cuando se les pretendió aplicar un impuesto (ICIR) de U$S 10 por hectárea al año, cuya recaudación iba a destinarse a mejorar la caminería rural, que por otra parte era en su propio beneficio.

De esta manera, grandes capitales (muchos de ellos extranjeros) siguen adueñándose de nuestros suelos y recursos naturales, deviniendo el país agropecuario cada vez más en el país del agro-negocio donde afloran los monocultivos como la soja y la forestación.

Este fenómeno concentrador se genera a partir de políticas de promoción de inversiones apoyadas en importantes exoneraciones tributarias a esas grandes empresas, lo cual implica una “regalía” de un monto muy grande de dinero que muy bien nos vendría para financiar políticas y programas dirigidos a la educación, la salud y la seguridad que tanto demandamos los uruguayos.

Lo más grave de todo, es que nuestros gobernantes de turno (que cuando estaban en la oposición se golpeaban el pecho reclamando la necesidad impostergable de legislar contra la concentración y extranjerización de la tierra), ahora están culminando una segunda administración de gobierno, durante las cuales paradójicamente se dio el mayor proceso de concentración y extranjerización (el 65% de los productores ocupa tan sólo el 20% de la tierra). No obstante ello, no se generó ninguna iniciativa legislativa para detenerlo, a pesar de contar con la mayoría en ambas Cámaras en los dos ejercicios, lo que resulta inexplicable para un gobierno de “izquierda” que históricamente ha levantado las banderas de la justicia social y la equidad, así como también pregonado la soberanía de nuestros recursos naturales.

De mantenerse esta cruda situación, no es difícil imaginar cual será el destino que seguirán corriendo miles de familias que nacieron y han vivido tradicionalmente del campo.

Ante este panorama, que los periodistas y la clase política me expliquen si realmente podemos hablar de “la fiesta del campo”, que a juzgar por los datos y la realidad, es solo la de unos pocos.

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