Los olores del sótano

En una nota aparecida recientemente en el sitio web de CNN (www.cnn.com/2013/08/30/world/europe/syria-civil-war/index.html) , el presidente de los Estados Unidos de Norte América, Barak Hussein Obama, se expresaba en favor de una operación limitada de represalia, al supuesto ataque de las tropas gubernamentales, que según fuentes informativas, habían matado a más de 1,400 personas en Siria utilizando armas químicas.
«No está en los intereses de nuestra seguridad nacional ignorar claras violaciones» de lo que llamó «normas internacionales» que prohíben el uso de armas químicas, dijo en un encuentro con líderes de Lituania, Latvia y Estonia.
Obama llamó al ataque sirio, «un desafío al mundo», que amenaza a Israel, Turquía y Jordania, aliados de los EE.UU.
«Mi preferencia era que la comunidad internacional hubiera actuado» dijo Obama, citando «la incapacidad del consejo de seguridad a moverse, ante una clara violación de las normas internacionales.»
Queda claro ante la lectura, que no es la «amenaza al mundo» lo que preocupa a Obama, sino, clara y sencillamente, la seguridad de su país y la de sus aliados en la zona próxima al conflicto. Y, haciendo gala de una particular facilidad para el doble discurso, menciona al pasar «desafío al mundo» tirando al aire una línea de doble filo en búsqueda de apoyo internacional de algún despistado que, hasta el momento de escribir estas líneas, no había encontrado.
La alarma y la indignación que ha provocado en la cúpula de poder de la gran república del norte, el supuesto uso de agentes químicos por parte de las tropas del gobierno sirio contra su propia población, sugeriría que están, no solo generadas, sino además sustentadas por una historia limpia, ejemplar en cuanto a hechos de esa naturaleza. Paradojalmente la utilización de elementos químicos sobre seres humanos no es ajena a la historia de los Estados Unidos de América. Es más, la lista es tan extensa e involucraría tantas carillas cubrir someramente cada uno de sus capítulos, que elegimos solamente un par.

En 1994 con una técnica llamada seguimiento genético «gene tracking,» el Dr. Garth Nicolson del MD Anderson Cancer Center en Houston, Texas descubre que muchos soldados que retornan de la operación «Desert Storm» están infectados con una variación alterada de Mycoplasma incognitus, un microbio comúnmente usado en la producción de armas biológicas. Incorporada en su estructura molecular hay un 40 por ciento de la capa de proteína del VIH, lo que indica que fue fabricada.

En 1994 el senador John D. Rockefeller entrega un reporte que revela que por lo menos por 50 años el departamento de defensa ha estado usando cientos de miles de personal militar en experimentos humanos y por exposición a sustancias peligrosas. Las que incluían: gas mostaza, gas paralizante radiación ionizante, pshicoquímicos, alucinógenos. (mustard gas, nerve gas, ionizing radiation, psychochemical, hallucinogens) y drogas usadas durante la Guerra del golfo.
La lista completa, si alguien quisiera pasarse unas horas masacrando su ingenuidad, se puede encontrar en idioma inglés a través de cualquier buscador en internet.

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