¿Tres por ciento?

Como veterano tengo la cabeza llena de recuerdos, ahora mismo me parece escuchar a Jorge Cafrune cuando cantaba, que si uno canta cosas de amor, de potros y domadores, dicen, que cosas más bellas y canta que es un primor, pero si uno como Fierro por ahí se larga opinando… más de uno vicha la puerta y se aleja reculando. Sé que encarar el presente conflicto dentro de la enseñanza pública va a despertar sentimientos y expresiones encontradas, pero considero que se impone aportar a su comprensión.

Al parecer todo gira en torno a un 3 % si o un 3 % no, por lo menos así surge del manejo mediático del tema. Sobre ese eje están los que procurando quedar bien sostienen que es justo el reclamo, pero que lamentablemente no se puede. A continuación es posible ver y escuchar como vuelcan los viejos argumentos, esos que he escuchado toda la vida. Los recursos son finitos, no se puede atender a todos, no hay de dónde sacar y podríamos seguir. Para empezar, no parece serio querer satisfacer a los docentes con un incremento de unos $ 500 pesos, porque eso significa en realidad ese tan famoso 3 %.

Lo de que no hay recursos no es una verdad absoluta. Partamos de la base de que la economía no es una ciencia exacta, como se pretende presentarla, sino que es economía política como se la denominara en sus orígenes. Los recursos surgen y se manejan según esquemas de prioridades que surgen de decisiones políticas. Veamos algunos ejemplos: a) Antel dispone de fondos con los cuales financiar la construcción de un estadio, ¿no sería mejor que fueran volcados a la educación? b) Se aporta a la economía de las selecciones uruguayas por la imagen internacional que significa, un poco aquello de comprar gel para el pelo cuando no tenés ni un litro de leche en tu casa. c) Se van a reconstruir determinados tramos ferroviarios estratégicos para que las empresas instaladas puedan sacar su producción y garantizar un plus en sus ganancias. ¿Cuánto aportan a ese esfuerzo? ¿No sería justo que en este caso el que gana ayude? ¿Algunas de estas no es una decisión política? Todo esto sin tocar el esquema de distribución de la riqueza donde hay mucha tela por cortar.

Si alguien piensa que sólo solucionando el aspecto salarial es posible solucionar el problema de la enseñanza, está muy equivocado, mas sin encarar esto también resulta imposible.

La educación en general y la enseñanza en particular, tanto pública como privada, atraviesan una profunda crisis, claro que con rasgos propios en cada caso. Hay elementos de muy vieja data y que son ya a esta altura crónicos, pero hay otros que colocan el problema en las coordenadas de una nueva dimensión de la crisis. Resulta evidente que la actual estructura no es capaz de construir soluciones a las demandas crecientes que surgen de la sociedad. Ello nos coloca ante la encrucijada de seguir este camino, en donde los conflictos los vamos pateando para adelante, o encaramos una auténtica revolución educativa que podamos sustentar en nuestras condiciones.

Podemos criticar si la estrategia de los gremios es acertada y oportuna o no, pero eso creo que lo deben determinar internamente sus miembros, discutiendo franca y abiertamente. Lo que no podemos ignorar es que las actuales medidas se han ido gestando en cientos de horas en las que se ha ido acumulando el malestar en las aulas. Un malestar que permea todo el hacer a escala de los centros de enseñanza. Esa situación me permite afirmar que sea cual sea el resultado del presente conflicto, no es sino la antesala de los que lo sucederán en los años venideros. Podrán variar su intensidad, pero estarán ahí hasta que como sociedad nos resolvamos a emprender las soluciones profundas que son imprescindibles.

Es válido señalar cuanto pierden los muchachos con estos conflictos, es incuestionable que ello sucede. Sin embargo hay una interrogante que no encuentro sobre la esa y consiste en preguntarnos: ¿cuánto pierden concurriendo diariamente a centros de enseñanza que no responden a los desafíos de la cultura actual? Ahí está la clave para comenzar a avanzar en las soluciones. Sin embargo ese avance no será posible iniciarlo sin los docentes. Todos queremos para nuestros hijos los mejores, les exigimos que sean portadores de valores y de una cultura extensa, que se dediquen plenamente a su tarea, que no falten, que transmitan alegría, que estudien y se perfeccionen permanentemente, está bien que lo hagamos, pero entonces comencemos por retribuir adecuadamente su tarea y proporcionarle condiciones dignas de trabajo.

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