Carta a don Nelson Mandela

Latinoamérica, junio del 2013.

 A don Nelson donde quiera que lo alcancen estas palabras.

Compañero: Le aclaro que en mi pueblo el título de don le caía a aquellos que a lo largo de su vida se habían ganado un merecido respeto. Respeto que se fundaba en la forma de caminar la vida. Era una suerte de homenaje permanente que se añadía a su nombre. Una señal que se estaba frente a una buena persona.

Lamentablemente estas líneas no lo alcanzarán, jamás las leerá. Pero no importa, estoy seguro que de alguna manera, en esta u otra lengua, en este u otro mundo, le llegará lo que siento en estos momentos. Tengo la esperanza que alguno de los muchos Mandelas que han crecido a la sombra de su ejemplo y los que continuarán haciéndolo en todo el mundo, recojan estas palabras y usarlas para perseverar en su andar.

Quiero hacerle llegar todo el respeto y admiración que individuos de esta tierra tienen por su persona. Respeto que no queda como algo inerte sino que nos impulsa al compromiso, a transformar sus palabras en banderas para seguir por el camino que usted ha construido. En momentos adversos, cuando se hacen presentes las derrotas, cuando todo parece perdido, ahí se asoma su ejemplo y nos da la confianza de que vale la pena seguir adelante.

Los diferentes medios nos dicen que está grave, que la situación es irreversible, que está en el umbral de la muerte. ¡Qué saben quienes escriben eso! ¡Se equivocan totalmente!

Todos desde que nacemos estamos con la muerte por delante, el problema es que algunos, se abrazan de ella y entierran su espíritu desde el principio. Son aquellos que año tras año arrastran sus miserias internas y en el momento de expirar no hacen sino repetir lo que han hecho siempre.

Sin embargo, los seres como usted don Mandela, esos imprescindibles, conquistan la eternidad trocito a trocito. Lo hacen hora a hora manteniendo sus principios, viviendo de acuerdo a la más pura ética. Endureciéndose para resistir, para no tentarse con caminos fáciles, pero con esa sonrisa que nace de la fe que más allá del horizonte está esperándonos el destino de justicia verdadera.

Las noticias sobre su inminente muerte se equivocan. ¿Cómo va a morir quien sé que renace en las entrañas de su pueblo? Sé que permanecerá vivo mientras se discrimine a un individuo por su piel, su condición social o cualquier otro rasgo. Mientras alguien sea señalado por negro, “pichi”, mientras la sociedad funcione sobre la base de nosotros y los “otros”, usted estará a nuestro lado, firme. Cada vez que en algún lugar de la tierra un individuo se alce frente al poder arbitrario y articule un sonoro y claro “No”, mientras ello suceda, usted marchará marcando el rumbo a quienes elijamos su senda.

Esa marcha, como muy bien enseño usted no va en procura del cultivo de la revancha o la venganza, sino guiados por el deseo de una sociedad mejor donde la igualdad no sea una utopía.

En este momento me sale del fondo del alma un salú compañero, salú maestro, salú hermano y como dijera un “Nelson” que tuvimos en estas tierras y que llevara un Che por nombre: “Hasta la victoria, siempre”

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