La apología de la miseria moral

La apología de la miseria moral como negoción a varias puntas y en emocionantes episodios de reivindicación contrarevolucionaria

La primera entrega de “La Pasión de André Touan”, se agotó totalmente luego de largas semanas de intenso “suspense” queriendo competir hasta relegarla al olvido, con la bronca despertada por “la muralla” de la impunidad del Pasaje de los DD.HH.

Los atronadores silencios-sonidos del 20 de mayo y la indignación callejera que no afloja, nos dicen que el “suspense” con anticipos “primicia” de las cartas del resucitado, no pudo lograr ese opacamiento largamente deseado por los asesinos y sus encubridores.

Pero tampoco quedó en los kioscos ni un solo ejemplar de las múltiples publicaciones que cubrieron generosamente la difusión de toneladas de letras y alguna misteriosa fotografía de un mulato viejo de ojos reventados por la hipertensión arterial, alguna sustancia exótico-curativa, unos cuantos odios celosamente guardados y algunas penas sin tregua que ni el mismo Mefistófeles sería capaz de soportar sin acabar enfermándose.

El negoción –como era previsible en un paisaje cultural ganado por el espíritu de conventillo audiovisual monopolizado por los que tienen con qué– fue un éxito completo y todavía no han cesado los ecos de su impacto “mediático-político” (especialmente los ecos de algunos que hacen catarsis verborrágica cotidiana y les viene bien lo que venga, no importa de dónde ni cómo, para desparramar su enceguecedor pichí de sapo de viejas curanderas, suministrado como bálsamo purificador a la usanza de impolutos monjes rojos diseminando la sabiduría de la santa admonición desde la esclarecedora oscuridad del resentimiento especializado en tirar verdes para recoger podridas, a imagen y semejanza de los monopolizadores, aunque con bastante menos éxito de taquilla).

Mientras estos ecos duran ahí-ahí, el equipo de “La Pasión de André Touan” –incluidos los asistentes vocacionales– sigue trabajando arduamente en la preparación del segundo capítulo, que no demorará mucho en llegar para romperla de nuevo y entretenernos con esta ingeniosa modalidad del reality-chou “político” en atrapantes e interminables episodios cargados de intriga, misterio y acción, y anuncios de futuras “revelaciones espectaculares”, como las sinópsis de las inolvidables matinées sabatinas.

Salvo que ocurra algún imprevisto propio de las “leyes del mercado”, todo sigue pintando de formidables y seguras mega-ganancias y un terreno bien sembrado de tentadoras posibilidades de boom cinematográfico apenas aparezca el grupo inversor que se la juegue toda a copar la banca mundial del “séptimo arte” con algo bien majestuoso al estilo de “El hombre araña”, “Todopoderoso” o la memorable “Nido de ratas”…

Poco importa si el personaje central de la exitosa saga vive aún y anda por Montevideo metido en cloacas militares que lo protejan o en casa de algún ex al que convenció con su epistolario; si ha muerto y ahora tiene un “sosías” o si todo ha sido montado desde una cárcel VIP de los suburbios montevideanos o algún taller de propaganda de los servicios.

Lo que sí importa es el negocio, todo el negocio, porque todas sus vertientes cristalizan en el gran negoción burgués de vender diarios, avisos, imágenes, palabras, cautivantes entrevistas acerca del “pasado reciente”; vender morbo y basura cultural que te saque del presente latente y su carga segura de futuro irreverente y revolucionario; diseminar al por mayor y al por menor el ensalzamiento adoctrinante de todo lo que represente perpetuar la postergación del futuro hasta dejarlo en tonta ensoñación de imbéciles chiquilinas y chiquilines suicidas/homicidas de los ´60 que se llevaron el mundo por delante y sucumbieron aplastados por él y su insuperable condición de único mundo posible hasta el final de los tiempos.

“La Pasión de André Touan”, es eso, principalmente: apología industrializada –sin subterfugios, desvergonzada– de la deshonestidad, la deslealtad, la inmoralidad, la corrupción del espíritu y la mente; la transmutación de la generosidad en perversidad y egoísmos de la peor estofa animal…

Apología de la indecencia burguesa incorporada en desgraciados desclasados que a veces sólo cobran con el aire que respiran y la miserable “libertad” de la que nunca más podrán gozar.

La “redención” de André Touan, la de los ´70, mal que bien, ya la conocíamos.

Pero ahora, en la primera edición ya agotada del novelón, aquel nos la confirma, nos la explica, nos la confiesa y quiere que se la demos por válida: delató premeditada, planificadamente; actuó como un represor más, como un fascista más, como un golpista; es co-responsable, alguna que otra vez instigador y principal organizador, de la cacería y la carnicería de un montón de gente que durante años había ido arrimando a la organización política que él había ido co-fundando activamente bajo un no muy definido cuerpo de ideas aunque sí de indubitable inspiración humanitaria y socializante: la justicia social, el anti autoritarismo, la guerra a la opresión, la causa de los desposeídos, el combate frontal a los oligarcas pro-imperialistas, etc., etc., etc.

Por supuesto que agrega lo que tiene que agregar, aunque tampoco es novedad para nadie: no fue el único que se “redimió” actuando como los torturadores y los asesinos. Es en lo único que quiere ser humilde: hubo otros peores, nos dice bien suelto de cuerpo, y tampoco expone novedades que, sin embargo, tendría en la manga con documentación de la OCOA que él mismo ayudó a confeccionar y ordenar, junto a su amada heroína salvada por su príncipe verde y un tenientecito tierno y comprensivo.

Cada cual con su especulación acerca de si André Touan fue o no un infiltrado de los servicios ya mismo cuando nacía el MLN. Pero de lo que no cabe duda leyendo estas “confesiones”, es que André Touan tuvo desde siempre una fibra humana y moral altamente egoísta, excedidamente ególatra, demasiado copada por la idea de que él era lo máximo y que su presencia era imprescindible y decisiva (tanto en la guerrilla como en la contra guerrilla).

Lo demás: hojarasca, bravuconadas, búsqueda desesperada de una autoestima imposible.

Todo el paquete, de la primera a la última carta conocida, es lo dicho: apología de la miseria moral, pretensión de atornillar sobre todo en los corazones de los más jóvenes, la ausencia de valores y de pautas de vida que muestren un horizonte promisorio de lucha por causas que no han muerto a pesar de todos los André Touan de la historia.

“El equipo” apuntó no al “pasado reciente”. Apuntó a tratar de pintar un mundo de gente sin principios, en el que “triunfan” los vendidos… Y seguirá apuntando a lo mismo.

¿Quién le va a enseñar al “cuarto poder” y sus satélites a empaquetarnos y hacer machazos negocios con “milagros” de los Andes o escabrosas historias de los turbulentos ´60/´70?.

Sean quienes sean quienes seguirán produciendo y poniendo en venta el novelón “de las apasionadas andanzas y revelaciones de André Touan”, han sido altamente exitosos, no caben dudas, en reivindicar a su personaje en su auténtica e irreversible esencia, que no es precisamente la de “un héroe de nuestro tiempo”, ni siquiera en el sentido del personaje de Borges citado por algún compañero.

(He puesto especial empeño en mencionar el nombre y el apellido que aparecen como remitente en las cartas de marras. Lo hice buscando no cargar las tintas en una palabra que a estas alturas funciona como sinónimo universal de Héctor Amodio Pérez, quien únicamente traicionaría si un día se dispusiera a quemar –y quemarse- proporcionando los detalles de cuanta porquería protagonizó antes, durante y después del año 1972… Lo suyo sigue siendo coherencia total, ahora en busca de nuevos seguidores de su misma estofa, que alguno ha de haber).

Por último, unas pocas palabras pensadas con páncreas de diabético y sin miedo a pasar por tremendista: ¿no será que se está queriendo sacar un conejo viejo de la galera dispuesto a hacer de rejuvenecido conejillo para fabricar desde el laboratorio algún entuerto ya planificado para pudrirnos algo, como para ir preparando “la opinión pública” en “aventuras” que se salgan de lo únicamente “mediático-político”?…

Por las dudas, recordar al viejo “Rodríguez” de Paco Espínola, que no escribía ni sobre héroes ni sobre traidores, sino sobre tipos sencillitos que han perdido la capacidad de deslumbrarse y enceguecerse con pases mágicos y tabas cargadas que se ven a la legua, y que siguen su camino mansos, pero sin darle la espalda a ningún fantasma alardeando de virtuoso o algún otro que le siga el tranco.

PD: Esta vez no envío este garabato a una publicación virtual a la que hace seis días envié una segunda versión de una nota anterior sobre el tema, actualizada con un comentario posterior a la difusión de las cartas en boga. Luego de cuatro ediciones de esta publicación sin ver mi nota y sí otras que aluden a ella y a su autor, demoraré el envío de la presente hasta que sus responsables dispongan de espacio y publiquen la del 22 de mayo enviada ese día, ostensiblemente discordante con los puntos de vista de otros “columnistas”.

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